300 millones de empleos verdes: Los trabajos que pide y trae la transición energética
 
					Desde instaladores de paneles solares hasta expertos en economía circular, estos trabajos impulsan una transición energética justa y un futuro laboral más sostenible.
En la región de Kalulushi, en Zambia, Emmery dejó de caminar más de un kilómetro al día para cargar su teléfono móvil. Sus hijos, por primera vez, pudieron hacer los deberes con luz propia. En cuestión de días, su aldea pasó de depender de linternas a tener placas solares en los tejados.
El cambio no llegó desde una multinacional, sino desde la comunidad misma. Gracias a un programa de formación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Emmery y otras mujeres aprendieron a construir sus viviendas con materiales reciclados, instalar paneles solares y mejorar la productividad agrícola mediante tecnologías sostenibles.
Hoy, ellas forman parte del creciente ejército de trabajadores del futuro: personas con empleos verdes, capaces de combinar el sustento económico con la regeneración del planeta. Su historia encarna el principio de una nueva economía basada en la energía limpia, la igualdad y la innovación local.
Qué es un empleo verde
Las Naciones Unidas definen los empleos verdes como aquellos que contribuyen a preservar o restaurar el medioambiente, ofreciendo a la vez trabajo digno y oportunidades equitativas. La OIT concreta que se trata de puestos de trabajo decentes que reducen el impacto ambiental de las empresas y sectores económicos, ya sea en actividades tradicionales —como la manufactura o la construcción— o en otras emergentes, como las energías renovables y la eficiencia energética.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) amplía esta definición al señalar que los empleos verdes son aquellos que disminuyen el impacto ambiental de las actividades humanas hasta niveles sostenibles. En otras palabras, no se limitan a un sector específico: abarcan desde los técnicos forestales y los diseñadores sostenibles hasta los abogados especializados en legislación ambiental o los expertos en agroecología.

Según Nicolás Ojeda, coordinador del Área de Economía y Empleo Verde de la Fundación Biodiversidad (MITECO), la transición hacia estos trabajos “supondrá una transformación económica, social y laboral en todos los sectores productivos”. El cambio abarca desde la rehabilitación energética de edificios y la renaturalización urbana hasta la restauración ecológica o la economía circular.
El informe Empleo y transición ecológica, elaborado por la Fundación Biodiversidad y la Oficina Española de Cambio Climático, identifica cuarenta ocupaciones clave para la próxima década. Incluye desde ingenieros de componentes eléctricos y especialistas en ecodiseño hasta peones forestales y técnicos en biodiversidad, todos ellos esenciales para la transición energética justa.
La nueva fuerza laboral: los “cuellos verdes”
La consultora Deloitte ha acuñado un nuevo término para describir a los profesionales de esta revolución: los trabajadores de cuello verde. La expresión se inspira en las categorías clásicas del trabajo industrial —“cuello azul” para obreros y “cuello blanco” para empleados administrativos—, pero representa una nueva generación de trabajadores formados para afrontar la crisis climática.
Estos profesionales no solo requieren habilidades técnicas renovadas, sino también una mentalidad orientada a la sostenibilidad. Los empleos verdes no se limitan al sector energético: se extienden a la agricultura, la educación, el diseño, la construcción, la gestión de residuos o la tecnología. Lo que los une no es el oficio, sino su impacto positivo en la descarbonización del planeta.
Los beneficios de una economía verde
Según la OIT, los empleos verdes aumentan la eficiencia energética y material, reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, minimizan los residuos, protegen los ecosistemas y ayudan a las comunidades a adaptarse al cambio climático. Pero su valor va más allá del impacto ambiental: representan una palanca de transformación económica y social.
El informe de Deloitte Work Toward Net Zero advierte que más de 800 millones de empleos —un cuarto del total global— están en riesgo por los efectos del cambio climático. Sin embargo, la transición energética puede generar hasta 300 millones de nuevos empleos para 2050, siempre que las políticas sean inclusivas y equitativas.

“Con las políticas adecuadas, se puede lograr una revolución industrial en menos de treinta años, creando nuevas industrias, más empleos y un futuro laboral seguro mientras se evitan los peores impactos del cambio climático”, concluye el informe.
Para Ojeda, el reto está en asegurar que esta transición sea justa. Es decir, que mejore la estabilidad laboral, garantice los derechos de los trabajadores y reduzca las desigualdades. La orientación profesional, la formación y las políticas inclusivas serán claves para que nadie quede atrás.
Formación y talento verde
Tener las capacidades adecuadas es esencial para navegar los cambios del mercado laboral. La Fundación Biodiversidad ha desarrollado el programa Empleaverde+, diseñado para fortalecer las competencias y la empleabilidad en sectores sostenibles. Su objetivo es avanzar hacia una economía climáticamente neutra y regenerativa, positiva para la naturaleza y circular en el uso de los recursos.
Este tipo de iniciativas reflejan una tendencia global: el talento verde será uno de los activos más valiosos del futuro. A medida que las economías reduzcan su dependencia de los combustibles fósiles, aumentará la demanda de instaladores de energía solar, expertos en reciclaje, ingenieros en hidrógeno verde y profesionales de la economía circular.
La transición energética no es solo una transformación tecnológica, sino también una revolución educativa. En este nuevo escenario, el conocimiento se convierte en el motor que permitirá una descarbonización justa y duradera.
De Zambia a Uruguay: un mundo de empleos verdes
El impacto del empleo verde es global. En Uruguay, el Fondo de Innovación en Energías Renovables (REIF) impulsa proyectos tecnológicos para descarbonizar el transporte, la industria y los hogares, además de formar a trabajadores para cubrir los nuevos puestos que generará la transición energética.
En España, la Fundación Biodiversidad coordina planes de capacitación para que las personas puedan adaptarse a los nuevos requerimientos del mercado laboral sostenible.
Y en Zambia, la historia de Emmery y sus vecinas demuestra que el acceso a la energía limpia puede transformar por completo la vida de una comunidad. Tras cinco meses de trabajo, las mujeres del programa de la OIT construyeron sus propias casas, instalaron paneles solares y mejoraron la productividad agrícola. En Egipto, campesinos de Menia aprendieron a fabricar biogás a partir del estiércol de su ganado, convirtiendo un residuo en energía y empleo.
Estos ejemplos muestran que los empleos verdes son mucho más que una tendencia económica: son una herramienta de desarrollo humano, igualdad y resiliencia.
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