Adiós al grupo sanguíneo: Sangre artificial japonesa sirve para todos

Alberto Noriega     12 junio 2025     5 min.
Adiós al grupo sanguíneo: Sangre artificial japonesa sirve para todos

Científicos japoneses desarrollan sangre artificial compatible con todos los tipos, estable dos años sin refrigeración. Un hito médico global.

Un equipo de científicos en la Universidad Médica de Nara (Japón) ha desarrollado una sangre artificial universal que puede almacenarse a temperatura ambiente durante dos años, solucionando dos de los mayores problemas en medicina de urgencias: compatibilidad sanguínea y conservación. El hallazgo, liderado por investigadores en bioingeniería y hematología, ya ha superado las primeras pruebas clínicas en humanos. La sangre sintética utiliza hemoglobina encapsulada en lípidos, eliminando los antígenos responsables del tipo sanguíneo. Su aplicación promete transformar el tratamiento en guerras, desastres naturales y zonas sin acceso a bancos de sangre refrigerados.

Sangre morada, pero universal

La sangre artificial desarrollada por el equipo japonés no solo desafía las normas médicas, también cambia el color: en lugar del rojo tradicional, tiene un tono púrpura, consecuencia del procesamiento específico de la hemoglobina libre, el componente que transporta oxígeno. La clave del invento radica en que esta hemoglobina se extrae de sangre caducada y luego se encapsula en una membrana lipídica que elimina por completo los antígenos del grupo sanguíneo.

Esto convierte a la sangre sintética en compatible con cualquier paciente, sin importar si es A, B, AB o 0. Además, el proceso elimina virus y reduce riesgos de transmisión. Es un salto sin precedentes para la medicina transfusional, especialmente en emergencias donde no hay tiempo para analizar compatibilidades. En palabras del equipo de Nara, “esto no es solo un sustituto de sangre: es una reinvención completa de cómo entendemos la transfusión.”

Dos años sin nevera, cinco con frío

En el ámbito logístico, la innovación es igualmente radical. Mientras la sangre convencional dura solo 42 días en refrigeración, esta nueva versión puede almacenarse hasta dos años sin necesidad de frío y hasta cinco años con refrigeración moderada. Esto rompe con una de las barreras más complejas en medicina de guerra, catástrofes o en países sin recursos: la cadena de frío.

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Según datos de la OMS, más del 80% de las muertes evitables por pérdida de sangre se producen en lugares donde no hay reservas compatibles ni sistemas de conservación estables. Con esta sangre sintética, hospitales móviles, ambulancias o clínicas rurales podrían disponer de reservas funcionales, seguras y listas para usarse sin coste energético adicional. Además, la sangre artificial también puede sustituir plaquetas, que tradicionalmente solo duran 5 días a temperatura ambiente.

Tecnología de vesículas de hemoglobina

El motor biotecnológico detrás del avance se llama Hemoglobin Vesicles (HbV), una tecnología que encapsula hemoglobina altamente concentrada (35 g/dL) en una membrana lipídica que simula el comportamiento de un glóbulo rojo. Esta membrana está cubierta de polietilenglicol (PEG), que neutraliza la toxicidad de la hemoglobina libre, que podría causar daño renal si se inyectara directamente en sangre.

Gracias a un nuevo método de producción mediante amasado rotacional-revolutivo, se ha logrado una eficiencia de encapsulación del 74,2%, frente al 20% de los métodos tradicionales. Esta mejora ha permitido realizar ensayos clínicos en humanos desde 2020, donde se comprobó la seguridad del producto y su comportamiento farmacológico.

Además de como sustituto sanguíneo, esta tecnología está siendo adaptada a otros fines médicos: agentes antioxidantes, antiinflamatorios y antídotos contra venenos, utilizando derivados como carbonyl-HbV y met-HbV. La versatilidad del sistema apunta a un nuevo paradigma en la ingeniería biomédica.

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La sangre del futuro no necesita donantes

La aparición de una sangre artificial universal y estable marca un antes y un después en la historia de la medicina. Ya no hablamos de sustituir la donación humana, sino de superarla en eficacia, seguridad y disponibilidad global. En un mundo afectado por conflictos, catástrofes climáticas y desigualdad sanitaria, esta innovación puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para millones.

Más allá de su aspecto púrpura y su tecnología sofisticada, esta sangre representa algo más profundo: la independencia del cuerpo humano como única fuente de vida. Una emancipación de lo biológico que abre nuevas posibilidades, pero también plantea preguntas éticas sobre el futuro de la biotecnología. ¿Estamos listos para un sistema de salud que no dependa de humanos para salvar humanos? Lo que está claro es que el futuro ya no fluye en rojo.

Más allá de emergencias: usos quirúrgicos y espaciales

Aunque la sangre artificial fue concebida para escenarios críticos como guerras o terremotos, sus aplicaciones potenciales se extienden al quirófano y más allá de la Tierra. En cirugías programadas o trasplantes complejos, contar con sangre universal que no genera rechazo podría simplificar los protocolos preoperatorios y reducir tiempos de preparación, especialmente en pacientes con grupos sanguíneos raros o difíciles de encontrar.

Pero uno de los usos más prometedores surge en la exploración espacial. En misiones a Marte o estaciones orbitales, donde transportar unidades de sangre refrigerada es inviable, esta solución representa una revolución médica interestelar. La posibilidad de llevar sangre estable durante años y usarla sin analizar compatibilidades podría ser la clave para salvar vidas en los confines del espacio. Japón no solo ha creado una sangre sintética: ha creado una herramienta para el futuro de la especie humana.

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