El ahorro en gasolina impulsa el coche eléctrico en España

El 34% de los españoles elige el coche eléctrico por ahorro en combustible, más que por ecología o zonas de bajas emisiones.
El coche eléctrico gana terreno en la mente de los consumidores, pero no por razones ecológicas. Según un estudio de Sigma Dos para Faconauto, el 34,2% de los españoles prioriza el ahorro en combustible al considerar un vehículo electrificado, superando a la conciencia medioambiental y la necesidad de circular por zonas de bajas emisiones. En un mercado aún dominado por los coches de gasolina, la balanza empieza a inclinarse hacia una movilidad más eficiente, con el precio, la autonomía y la información como claves para acelerar el cambio.
El bolsillo manda sobre la conciencia
La motivación principal para dar el salto al coche eléctrico no es el planeta, sino el bolsillo. Así lo revela el estudio elaborado por Sigma Dos para Faconauto, que sitúa el ahorro en combustible como la razón más poderosa para cambiar de coche, con un 34,2% de las respuestas. Le siguen, a bastante distancia, la conciencia medioambiental (22,9%) y la necesidad de adaptarse a las zonas de bajas emisiones (16,9%), cada vez más extendidas en ciudades como Madrid o Barcelona.
Este giro en las prioridades marca un posible punto de inflexión en el proceso de electrificación. Como explica José Ignacio Moya, director general de Faconauto, “estamos asistiendo a un cambio de mentalidad. El ahorro se impone como el argumento principal y eso puede acelerar el proceso”. Lo que antes era una opción futurista o de nicho, hoy comienza a vislumbrarse como una posibilidad real para muchas familias. La transición ya no se define por convicción, sino por cálculo.
Según los datos, un 31,9% de los encuestados elegiría hoy un coche eléctrico puro o híbrido enchufable, superando al 20,8% que optaría por un diésel. La gasolina sigue liderando, con un 36,4%, pero la tendencia muestra una progresiva erosión del motor térmico. El interés por lo eléctrico crece de forma sostenida, impulsado no solo por el precio del combustible, sino por una oferta cada vez más amplia y visible en el mercado.
Las barreras aún frenan la electrificación
Aunque las intenciones avanzan, persisten resistencias claras. El precio de adquisición, con un 19,2%, se sitúa como el principal obstáculo para la compra de un coche eléctrico. Le siguen la autonomía limitada (18,3%) y la incertidumbre tecnológica (14,4%), que refleja el temor a comprar hoy una tecnología que mañana quede obsoleta. También pesan la falta de infraestructura de recarga (8,9%), las dificultades para instalar un punto en casa (8,5%) y la escasez de información clara (6,5%).
Estas cifras revelan un patrón dual: mientras la percepción del coche eléctrico mejora, aún no se han resuelto del todo los frenos estructurales que impiden su adopción masiva. Moya es tajante en este sentido: “Sabemos qué impulsa la decisión de compra y también qué la frena. Si el ahorro es el motor, hay que generar un entorno que lo refuerce”.
Esa transición necesita una infraestructura sólida. Más puntos de carga, ayudas públicas ágiles y una estrategia clara de comunicación. También hace falta combatir la idea de que el coche eléctrico es solo una opción para élites tecnológicas o urbanitas convencidos. Para que el cambio sea real, debe parecer sencillo, fiable y rentable. El reto ya no es tecnológico, es social.
El papel clave del concesionario
En este nuevo ecosistema de movilidad, los concesionarios se colocan en el centro de la acción. Lejos de ser simples intermediarios, se han convertido en agentes esenciales en la decisión de compra. Según el informe, son ellos quienes resuelven dudas, comparan tecnologías, gestionan ayudas y transmiten confianza. En palabras de Moya, “tenemos que reforzar su papel como canal vertebrador de la movilidad del futuro”.
Esta afirmación cobra especial peso si se tiene en cuenta que el estudio, con 5.000 encuestados, es el mayor realizado hasta ahora en España sobre hábitos de compra en concesionarios. El trabajo de campo abarca todos los perfiles sociodemográficos y regiones del país, lo que permite obtener una radiografía nítida del mercado: un consumidor informado pero todavía escéptico, que busca certezas antes que revoluciones.
Faconauto representa a 2.143 concesionarios oficiales de turismos, vehículos industriales y maquinaria agrícola. Con más de 5.300 puntos de venta, estas empresas generan 163.000 empleos directos y una facturación de 48.000 millones de euros anuales, lo que supone el 3% del PIB español. Su influencia en la transformación del sector es evidente, y también lo es la necesidad de traducir el interés en ventas concretas.
De la intención al cambio real
El estudio sugiere que hemos cruzado una línea simbólica. “Hemos pasado de la curiosidad a un interés real, y de ahí a una intención de compra cada vez más sólida”, resume Moya. Pero la intención por sí sola no basta. Hace falta convertir el ahorro percibido en una ventaja tangible. Esto implica mejorar las condiciones de financiación, como ya hacen entidades como BBVA con su Préstamo Coche Ecológico, y aumentar la visibilidad de la oferta electrificada en los concesionarios.
La electrificación del parque automovilístico español es un desafío colectivo. No depende solo del consumidor, ni solo de las marcas, ni solo del Estado. Depende de que todos los actores —desde los gobiernos hasta los talleres— comprendan que lo que está en juego no es solo un cambio de tecnología, sino una nueva cultura de movilidad.
A medida que el precio del combustible sigue siendo una preocupación constante, el coche eléctrico ya no se plantea como una apuesta futurista, sino como una alternativa económica con beneficios inmediatos. Si el ahorro es el nuevo argumento de peso, toca convertirlo en política pública, en estrategia comercial, en infraestructura tangible. El coche eléctrico ha dejado de ser una opción lejana. El camino está claro. Solo falta ponerlo en marcha.
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