Astrónomos presencian una muerte estelar sin precedentes

Alberto Noriega     22 agosto 2025     3 min.
Astrónomos presencian una muerte estelar sin precedentes

Una supernova inédita muestra por primera vez el núcleo químico expuesto de una estrella masiva, desafiando modelos clásicos de evolución estelar.

Un equipo internacional de astrónomos ha identificado una supernova completamente nueva, SN 2021yfj, a 2.200 millones de años luz, cuyo estallido reveló elementos internos nunca antes observados. El hallazgo, publicado en Nature, muestra por primera vez una estrella “despojada hasta el hueso”, sin capas externas de hidrógeno ni helio, y dominada por silicio, azufre y argón. Paralelamente, otro estudio logró seguir durante 130 años la transformación de una estrella moribunda en la nebulosa IC418. Juntos, estos descubrimientos reescriben lo que sabemos sobre cómo mueren las estrellas y cómo se forman los ingredientes de la vida.

Una muerte estelar sin precedentes

En un hallazgo sin precedentes, la supernova SN 2021yfj ha revelado una estrella cuya estructura interna quedó completamente expuesta al morir, mostrando capas de silicio, azufre y argón, elementos normalmente ocultos bajo kilómetros de materia estelar. Este evento, a 2.200 millones de años luz, rompe con el patrón habitual de las supernovas, que suelen conservar restos de hidrógeno y helio.

El astrofísico Steve Schulze, de la Universidad Northwestern, asegura que «algo muy violento debió ocurrir para desnudar la estrella hasta ese nivel». La teoría más aceptada es que se trata de un episodio extremo de inestabilidad de pares, donde el núcleo estelar alcanza temperaturas y densidades tan intensas que reenciende la fusión nuclear y expulsa violentamente las capas exteriores. El evento fue detectado con el Zwicky Transient Facility en 2021, pero su análisis detallado ha sacudido las bases de la evolución estelar.

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Un siglo de transformación estelar

De forma paralela, un segundo hito astronómico se ha alcanzado al documentar la evolución de una estrella moribunda durante 130 años completos, un lapso nunca antes observado. La estrella en cuestión se encuentra en el corazón de la nebulosa IC418, conocida como «el espirógrafo», a 4.000 años luz de la Tierra.

Estudiando registros astronómicos que datan de 1893, los científicos comprobaron que la temperatura de la estrella ha aumentado más de 3.000°C, una media de 1.000°C cada cuatro décadas. Este calentamiento ha hecho que la característica luz verde de la nebulosa, causada por átomos de oxígeno excitados, sea ahora 2,5 veces más brillante que durante la época victoriana. El astrofísico Albert Zijlstra, de la Universidad de Manchester, lo resume así: “el pasado muestra que los cielos no son tan inmutables como creíamos”.

Reescribiendo los modelos de muerte estelar

Ambos estudios están obligando a los científicos a repensar las bases de la evolución estelar. La supernova despojada sugiere rutas hasta ahora ignoradas para el final de las estrellas masivas, abriendo la puerta a nuevas clasificaciones de fenómenos extremos. Adam Miller, también de Northwestern, señala que el descubrimiento sugiere «más caminos exóticos hacia la muerte estelar de los que habíamos contemplado».

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En paralelo, los cambios observados en la nebulosa IC418 contradicen modelos teóricos que predicen una evolución más rápida, especialmente en la etapa de calentamiento final. Este retraso podría implicar que muchas estrellas que antes se creía no generaban carbono en cantidades significativas sí lo hacen, lo que modificaría nuestra comprensión sobre la abundancia de elementos esenciales en el universo.

De las entrañas de las estrellas, a la vida

Más allá de lo técnico, estos hallazgos nos recuerdan una verdad esencial: los elementos que componen nuestros cuerpos, la Tierra y la vida misma fueron forjados en cataclismos como estos. El silicio de nuestros microchips, el azufre en nuestras células o el oxígeno que respiramos se originaron en explosiones estelares que diseminaron sus restos por el cosmos.

La supernova SN 2021yfj ha permitido observar, por primera vez, el núcleo desnudo de una estrella moribunda, como si viéramos sus huesos brillando en el vacío. Y la lenta transformación de IC418 nos enseña que incluso en el aparente silencio del cielo, el cambio nunca se detiene. En la muerte de estas gigantes se esconde el origen de nuestra existencia. ¿Qué más secretos celestes esperan ser descubiertos?

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