Australia convierte recoger basura en deporte con el Spogomi japonés

Australia celebra su primer clasificatorio al Mundial de Spogomi, el deporte japonés que convierte recoger basura en un juego competitivo.
En Manly Beach, Sídney, casi un centenar de personas se enfrentaron al clasificatorio australiano del Mundial de Spogomi, un deporte nacido en Japón que transforma la recogida de basura en competición. Bajo reglas estrictas y con árbitros que sacan tarjetas como en el fútbol, los equipos lucharon durante una hora para acumular puntos limpiando calles y playas. El premio: representar al país en Tokio contra una veintena de naciones en la Spogomi World Cup 2025. Lo que parece un evento lúdico es en realidad un poderoso ejercicio de concienciación ambiental que cada año gana más adeptos.
Basura convertida en puntos
La dinámica es clara: 60 minutos para recoger desechos dentro de un área delimitada, y luego 20 minutos extra para clasificarlos en bolsas codificadas por colores. Cada tipo de basura vale una puntuación distinta, pero hay objetos prohibidos —como carritos, extintores o neumáticos— que restan 100 puntos.
Los jueces vigilan el cumplimiento: no se puede correr, no se puede alejar más de diez metros del equipo y un error puede costar una tarjeta roja y la eliminación inmediata. Lo que parece una actividad de barrio se convierte en una competición electrizante: equipos con nombres como Trash Talkers o Crystal Clean se mueven con rapidez quirúrgica, conscientes de que cada colilla puede marcar la diferencia.
Un invento japonés que cruza fronteras
El spogomi fue creado en Japón en 2008 por Kenichi Mamitsuka, bajo el lema “Trash pickup is a sport!” (“¡Recoger basura es un deporte!”). Desde entonces se ha expandido a casi 50 regiones japonesas y, en 2023, celebró su primer Mundial con retransmisiones televisivas y presencia ministerial.
En Australia, el pionero es Jason Partington, quien llevó al equipo nacional a Tokio en esa primera edición. “Fue como estar en los Juegos Olímpicos”, recuerda, convencido de que la práctica “solo va a crecer”. La edición de este año reunió a 30 equipos de tres personas que, además de competir, sacaron cientos de kilos de basura de las calles de Manly.
Conciencia ambiental con adrenalina
Detrás del espectáculo se esconde un mensaje urgente: el 80% de los residuos que acaban en el océano provienen de tierra firme. Partington subraya que cada participante que deja de ignorar un envoltorio en la acera y decide recogerlo contribuye a frenar la marea de contaminación.
Los datos avalan el impacto: durante el clasificatorio australiano se retiraron cientos de kilos de basura en apenas unas horas. Colillas, botellas y plásticos salieron de alcantarillas, playas y parques, mientras turistas y curiosos aplaudían a los competidores.
El juego detrás del juego
El ambiente es tan competitivo como relajado. Familias, grupos de amigos y hasta desconocidos formaron equipos con nombres irónicos como Rot and Roll o Spaghettios. Algunos llegaron sin estrategia, otros diseñaron planes para barrer zonas clave como paradas de autobús o calles cercanas a bares.
Aunque los ganadores —el equipo Crystal Clean con 2.119 puntos— celebraron con un cheque simbólico, todos los participantes compartieron la misma sensación: haber hecho una buena acción con espíritu deportivo. Para muchos, lo importante no fue la puntuación, sino la transformación en la mirada: al terminar, varios confesaban que ya no podían caminar por la calle sin detectar basura.
Un deporte con futuro global
El spogomi ha demostrado ser más que una curiosidad cultural. Con un mercado deportivo y ambiental en auge, tiene potencial para expandirse a más países y convertirse en un evento internacional de concienciación ecológica. En Japón, muchos jugadores compiten disfrazados de personajes de anime y manga, uniendo cultura pop con activismo ambiental.
En Australia, la apuesta parece clara: el clasificatorio de 2025 ha confirmado que hay público, entusiasmo y voluntad de repetir. Si la tendencia se consolida, el spogomi podría convertirse en un nuevo deporte urbano global, con beneficios tangibles para las ciudades y los océanos.
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