El autobús sin conductor conquista Roland-Garros

El Open de Francia estrena por segundo año robobuses autónomos eléctricos WeRide-Renault, cubriendo una ruta de 2,8 km hasta medianoche.
Durante el Torneo Roland-Garros 2025, WeRide y Renault Group han desplegado por segundo año consecutivo una flota de robobuses eléctricos y autónomos de nivel 4, cubriendo una ruta de 2,8 km entre puntos clave del recinto. Este servicio, disponible hasta medianoche, permite a los asistentes desplazarse de forma sostenible y sin conductor por el entorno del estadio. La iniciativa forma parte de una estrategia más amplia de movilidad autónoma en Europa, liderada por ambas compañías. En plena efervescencia del Grand Slam parisino, la tecnología también se convierte en protagonista.
La nueva movilidad ya tiene público
Los asistentes a Roland-Garros no solo disfrutan del mejor tenis del mundo, también son testigos de uno de los mayores avances en transporte público: vehículos sin conductor, eléctricos y en servicio real. Los robobuses de WeRide, integrados por Renault, recorren un circuito cerrado de 2,8 kilómetros en aproximadamente 12 minutos, conectando cuatro puntos clave del recinto deportivo.
Estos shuttles son 100% eléctricos y no requieren intervención humana durante el trayecto, salvo en caso de emergencia. Operan bajo autonomía de nivel 4, lo que significa que están preparados para detectar fallos y responder de forma autónoma ante imprevistos. En condiciones controladas, como un entorno cerrado de torneo, la tecnología alcanza su máxima eficiencia y seguridad.
Renault y WeRide han extendido el servicio hasta medianoche, ampliando el horario con respecto a 2024, y fortaleciendo su apuesta por un modelo de transporte bajo en carbono. Este experimento en vivo sirve como banco de pruebas para implementar el sistema en otras ciudades europeas en los próximos años.
Una alianza con visión europea
La relación entre Renault y WeRide va mucho más allá del torneo francés. Desde que Alliance Ventures invirtió en WeRide en 2018, la colaboración ha ido creciendo en escala y ambición. Solo en 2025, la alianza logró tres hitos importantes:
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El primer despliegue comercial de robobuses sin conductor en Europa (Drôme, Francia)
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El primer piloto autónomo en España (Barcelona, marzo 2025)
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El anuncio de un sistema completo de transporte autónomo en Châteauroux para 2026
En Drôme, por ejemplo, el recorrido cubre 3,3 km y conecta una estación de tren, zonas industriales y aparcamientos usados por 3.000 empleados. Se trata de casos reales, con usuarios cotidianos, que demuestran que la autonomía ya no es un experimento de laboratorio, sino una solución urbana viable.
Gilles Le Borgne, CTO de Renault, ya adelantó que para 2030 planean una gama completa de shuttles autónomos y bajos en carbono como parte de una transición a un transporte colectivo más limpio, accesible y eficiente.
Nivel 4: autonomía que ya toma decisiones
La diferencia clave entre los niveles 3 y 4 de autonomía es la capacidad de respuesta ante imprevistos sin intervención humana. Un vehículo nivel 3 puede fallar si algo inesperado ocurre; uno de nivel 4 no. Por eso el despliegue en eventos como Roland-Garros es significativo: demuestra que el sistema puede operar en entornos reales, sin conductor y con miles de pasajeros potenciales al día.
Cada robobús incluye un sistema de más de 12 cámaras, múltiples radares y sensores lidar, además de una unidad de procesamiento con una potencia 10 veces mayor que la de vehículos autónomos convencionales. Esto le permite realizar maniobras complejas: giros sin visibilidad, rotondas, U-turns y paradas de emergencia en zonas seguras.
Además, el sistema opera en entornos «geovallados», es decir, con mapas HD ultra detallados y rutas predefinidas, lo cual reduce el riesgo y aumenta la fiabilidad. Se trata de una autonomía acotada pero muy avanzada, ideal para eventos, campus y entornos urbanos intermedios.
París como prólogo de la ciudad autónoma
El regreso del robobús a Roland-Garros no es solo un acto promocional: es una declaración de intenciones. Demuestra que la movilidad sin conductor puede ser funcional, estética y socialmente aceptada. En un evento tan mediático, los fallos no tienen cabida; su éxito sugiere que pronto estas tecnologías estarán presentes en aeropuertos, centros de congresos y barrios periféricos.
La colaboración entre Renault y WeRide traza una hoja de ruta clara: despliegues reales, escalabilidad regional y adaptación a normativas locales. Y lo hacen desde una premisa innegociable: emisiones cero y máxima seguridad. En un mundo donde la lucha climática y la transformación del transporte urbano son urgentes, este tipo de soluciones no son futuristas: son necesarias.
Mientras Novak Djokovic o Iga Świątek deslizan sus raquetas por la pista central, otra revolución —silenciosa, sin emisiones, sin conductor— se abre camino en paralelo. París, una vez más, vuelve a marcar el ritmo de lo que vendrá.
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