Las ballenas hablan con vocales: nuevo hallazgo revela paralelos con el lenguaje humano
Un estudio revela que los cachalotes producen vocales y diptongos similares al habla humana.
Un equipo internacional de lingüistas y biólogos marinos ha identificado vocales y diptongos en los patrones acústicos de los cachalotes, según un estudio publicado este jueves en Open Mind. La investigación, liderada por Gašper Beguš desde la Universidad de California, Berkeley, analiza más de mil grabaciones tomadas en Dominica para revelar estructuras fonéticas comparables al habla humana. Las grabaciones fueron obtenidas por Project CETI, una iniciativa dedicada a descifrar el lenguaje de los cetáceos. El hallazgo podría transformar nuestra comprensión de por qué y cómo se comunican estos animales, señalando un sistema vocal mucho más complejo de lo imaginado.
Vocales ocultas en los chasquidos
El análisis acústico revela que los cachalotes producen dos patrones fonéticos discretos, bautizados como a-coda e i-coda, que funcionan de manera muy similar a las vocales humanas. Estos patrones aparecen dentro de los codas —secuencias de chasquidos que las ballenas emiten para comunicarse— y se intercambian en “conversaciones” estructuradas entre individuos. La presencia sistemática de estas vocales sugiere que los cachalotes manejan un repertorio articulatorio sorprendentemente controlado.
Los investigadores también identificaron patrones diptongales, transiciones suaves entre frecuencias que recuerdan a diptongos del inglés como los de “boy” o “coin”. Este comportamiento acústico, típico del habla humana, hasta ahora nunca se había atribuido a los cetáceos. En términos fonéticos, implica un grado de manipulación del sonido que requiere precisión anatómica y cognitiva. La complejidad de estas transiciones indica que los cachalotes podrían codificar matices adicionales de significado, más allá de lo que los humanos detectan a simple escucha.

Una clave temporal que lo cambia todo
El hallazgo fue posible gracias a una intuición inesperada: la escala temporal de la comunicación. Mientras las vocales humanas surgen de vibraciones rápidas en los pliegues vocales, los codas de los cachalotes se generan lentamente mediante labios fónicos, estructuras situadas en la cavidad nasal. Beguš y su equipo se dieron cuenta de que, al eliminar los silencios entre los chasquidos y acelerar las grabaciones, emergían patrones acústicos estructurados comparables a vocales. Esta aproximación se inspiró en estudios con elefantes que demostraron que algunas especies no interactúan en la misma escala temporal que los humanos, un sesgo que estaba distorsionando la interpretación de los sonidos de las ballenas.
En palabras del propio Beguš para National Geographic: “En la superficie, sus chasquidos no se parecen en nada a las vocales, pero eso se debe a que sus chasquidos son lentos y las vocales son rápidas”. Este cambio de perspectiva permitió aplicar modelos de aprendizaje automático para analizar más de 1.000 grabaciones recopiladas por Shane Gero, Director de Biología de Project CETI. Los algoritmos —entrenados para detectar patrones fonéticos— localizaron vocalizaciones que habían pasado desapercibidas durante décadas.
El alfabeto fonético del cachalote
El estudio se suma a una serie de avances recientes. En 2024, un trabajo publicado en Nature Communications por el MIT y Project CETI demostró que los cachalotes poseen un repertorio acústico mucho más amplio de lo estimado: de 21 codas conocidas se pasó a más de 156 tipos, descritos como un auténtico “alfabeto fonético del cachalote” basado en variaciones de ritmo, tempo, rubato y ornamentación. Esto implica que los cachalotes no solo combinan sonidos, sino que los modulan con una sutileza comparable a los lenguajes humanos.
El nuevo hallazgo añade una dimensión adicional: no solo existe un abanico de codas, sino que cada una podría llevar capas de información gracias a sus propiedades vocálicas internas. David Gruber, fundador del Proyecto CETI, lo resume así: “Esto introduce otra capa de complejidad y matices en sus vocalizaciones de la que no éramos conscientes anteriormente”.

Sorprendentemente, la anatomía de los cachalotes lo permite. Los labios fónicos y los sacos de aire funcionan como una suerte de aparato vocal alternativo que permite manipular el sonido a voluntad, similar —en función, no en forma— a cómo los humanos modulamos vocales y consonantes. Esa capacidad de control espectral apunta a la posibilidad de que los codas no sean simples marcas sociales, sino unidades lingüísticas cargadas de información.
El significado aún es un misterio
A pesar de la riqueza fonética, los científicos insisten en la prudencia. El equipo no ha intentado asignar significados concretos a los codas: no sabemos aún qué dicen las ballenas, aunque cada día entendemos mejor cómo lo dicen. Traducir un lenguaje desconocido requiere correlacionar vocalizaciones, interacciones sociales y comportamientos observables.
Para avanzar, Project CETI combina grabaciones acústicas de alta resolución, sensores de movimiento y algoritmos capaces de detectar patrones repetidos que podrían equivaler a palabras, frases o categorías semánticas. El objetivo es monumental: crear el primer diccionario biológico entre especies.
Los investigadores recalcan que entender el contenido de sus mensajes exigirá muchos más datos, especialmente contextuales: quién vocaliza, a quién, cuándo, a qué distancia, en qué situación social y con qué respuesta. Aun así, este estudio marca un hito al demostrar que el “material fonético” ya está ahí.
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