Canadá arde donde nunca antes: el mapa del fuego ha cambiado

El fuego se traslada del oeste a las praderas y el Atlántico: Canadá vive su segunda peor temporada de incendios, alimentada por el cambio climático.
En 2025, Canadá enfrenta su segunda peor temporada de incendios registrada, pero esta vez el desastre no viene del oeste. Saskatchewan, Manitoba y el Atlántico concentran más del 60% del área quemada, transformando por completo la respuesta nacional. Miles han sido evacuados, provincias como Nueva Escocia y Terranova prohíben acampar o usar vehículos fuera de carretera, mientras los expertos advierten que este patrón se volverá permanente. En un país donde el fuego era estacional y localizado, la crisis climática ha convertido todo el territorio en zona de riesgo.
Una nueva geografía del fuego
Más de 7,5 millones de hectáreas han ardido en Canadá en 2025, superando ampliamente el promedio de la última década. Lo alarmante no es solo la cifra, sino el desplazamiento del epicentro: por primera vez, las provincias de las praderas y el Atlántico concentran el grueso de los incendios.
Saskatchewan y Manitoba han sido las más afectadas, acumulando más del 60% del área quemada en todo el país. Al mismo tiempo, regiones como Terranova y Labrador lidian con fuegos fuera de control sin precedentes. Para frenar la propagación, el gobierno local ha prohibido temporalmente el uso de vehículos todoterreno en zonas boscosas, mientras que en Nueva Escocia se ha vetado acampar, pescar y caminar en áreas forestales.
“Las condiciones son extremadamente secas y no hay lluvia a la vista”, declaró el primer ministro de Nueva Escocia, Tim Houston. “Solo nos queda rezar”. Su provincia, donde casi todos los incendios son provocados por humanos, enfrenta fuegos cerca de Halifax, la capital.
Donde nunca había ardido
Los incendios han llegado a zonas como Kawartha Lakes, a apenas 160 kilómetros de Toronto, conocidas por su turismo veraniego. Estos focos reflejan lo que los expertos consideran la nueva realidad climática del país: incendios potenciales en cualquier lugar y en cualquier momento.
Paul Kovacs, director del Institute for Catastrophic Loss Reduction, afirma que este año se han destruido más edificios que en 2023, el anterior récord histórico. “Este problema ya no es del oeste. Es nacional. Y va a repetirse”. Kovacs lamenta que muchas personas en zonas propensas al fuego aún no han adaptado sus hogares para resistir incendios, lo que amplifica los daños.
“La superficie quemada no volverá a los niveles de hace 25 años”, advierte. “Necesitamos un cambio de mentalidad urgente, porque esto va a seguir ocurriendo”.
El fuego como síntoma de otra cosa
Jen Baron, investigadora de la Universidad de Columbia Británica, sostiene que el desplazamiento de los incendios al centro y este del país evidencia el alcance de la crisis climática. “Aunque haya años con lluvias, el clima general es más cálido y seco que antes”, afirma. “Ya no hay lugares exentos de riesgo”.
El gobierno federal ha destinado millones de dólares para estudiar cómo adaptarse, reconociendo que el fuego ha dejado de ser una excepción geográfica. Para Baron, esta nueva normalidad exige cuestionar no solo las respuestas de emergencia, sino también el legado de décadas de gestión forestal basada en la explotación.
“Los incendios son procesos ecológicos naturales, pero se han vuelto casi imposibles de manejar por el cambio climático”, dice. En este contexto, también subraya la necesidad de aprender de las prácticas indígenas de cuidado y convivencia con el bosque, olvidadas por el modelo extractivo dominante.
Europa también arde
Lo que ocurre en Canadá no es un fenómeno aislado. Este verano, España, Portugal, Grecia, Bulgaria, Montenegro y Albania viven una de sus peores temporadas de incendios en dos décadas. En Galicia, el presidente Pedro Sánchez propuso un “pacto nacional” contra la emergencia climática tras la muerte de tres personas y más de 115.000 hectáreas quemadas.
En Portugal, el área arrasada es 17 veces mayor que en 2024, con 139.000 hectáreas afectadas. La fuerza de incendios de la UE ha tenido que asistir a varios países donde los recursos nacionales ya no dan abasto. “El clima no está de nuestro lado”, admitió Sánchez.
Tierra seca, decisiones urgentes
La investigadora Jen Baron cree que lo más peligroso no es solo la cantidad de incendios, sino la imprevisibilidad del patrón. “Ya no hay un gran año de incendios cada 15 años. Ahora, cada año será grande en alguna región del país”, advierte.
Lo que está en juego ya no es solo la pérdida de bosques, sino también la estructura de nuestras ciudades, la seguridad de las comunidades rurales y la viabilidad de ciertas formas de vida. Si el fuego se convierte en rutina, la adaptación no puede seguir siendo reactiva.
El caso canadiense, con su territorio inmenso y su densidad forestal, es una advertencia global: ningún lugar está fuera del alcance. El fuego, como el clima, se ha vuelto impredecible, transversal y urgente. La próxima chispa puede encenderse en cualquier parte. La pregunta ya no es si ocurrirá, sino cuándo.
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