Canjes de deuda real por naturaleza, un acuerdo con el planeta

Alberto Noriega     5 agosto 2025     5 min.
Canjes de deuda real por naturaleza, un acuerdo con el planeta

Los canjes de deuda por naturaleza permiten que países cambien deuda por proyectos ambientales, liberando recursos para conservación y desarrollo sostenible.

Los canjes de deuda por naturaleza permiten que los países sustituyan parte de su deuda por compromisos de inversión en proyectos ambientales. Desde los salvajes arrecifes de Indonesia hasta los únicos ecosistemas de las Galápagos, acuerdos como el pactado en 2023 entre Ecuador y sus acreedores destinan más de 450 millones de dólares a la conservación. Esta estrategia, respaldada por organismos multilaterales y ONGs, libera capital para combatir la crisis climática y proteger la biodiversidad. Pero también plantea preguntas sobre soberanía, eficacia y estructuras financieras en el futuro.

Una solución financiera con rostro ambiental

En un contexto donde muchas naciones del sur global combinan deuda externa elevada con vulnerabilidad climática, los canjes de deuda por naturaleza emergen como una herramienta dual. El país deudor obtiene alivio económico y libera recursos—los que antes habrían ido al servicio de la deuda—para destinarlos a proyectos de conservación, adaptación o desarrollo sostenible. Por su parte, el país acreedor o la entidad financiera que condona la deuda puede contabilizar dicha operación como parte de su aporte a la acción climática internacional.

El ejemplo más notable es el acuerdo de Ecuador en 2023, que convierte 450 millones de dólares de su deuda en fondos ecológicos para proteger las islas Galápagos durante casi dos décadas. Le siguen acuerdos similares en Cabo Verde, Gabón y Belice, mientras que Indonesia y Estados Unidos alcanzaron en enero de este año un nuevo trato de 35 millones para preservar arrecifes de coral y apoyar a comunidades indígenas. Estas operaciones aprovechan marcos como la Ley de Conservación de Bosques Tropicales y Arrecifes de Coral, abriendo nuevos caminos para abordar desafíos ambientales globales.

Cómo funcionan técnicamente estos intercambios

Las modalidades de estos canjes han evolucionado mucho desde los primeros acuerdos de la década de 1980. En su forma más directa, un país acreedor acepta condonar total o parcialmente el pago de intereses o capital; el país deudor, a cambio, se compromete a invertir ese equivalente en acciones medioambientales.

Pexels Pixabay 271168

A un nivel más sofisticado, se realizan recompras de bonos en el mercado secundario. Aprovechando que estos títulos suelen cotizar por debajo de su valor nominal, el país deudor con apoyo de organismos multilaterales compra su propia deuda a un precio rebajado y reemplaza esa obligación con un bono sostenible. En el caso de Ecuador, esta fórmula incluyó garantías del BID y seguros de riesgo político de la DFC de EE.UU. para reducir costes financieros y abrir paso a financiación más barata.

Este diseño híbrido—combinando préstamos concesionales, garantías bancarias y seguros de riesgo político—hace viable el intercambio por naturaleza a gran escala. Pero también exige reestructurar la deuda, establecer mecanismos de gobernanza transparentes y coordinar con múltiples entidades para que los fondos realmente lleguen a proyectos con impacto real.

Fortalezas y debilidades de un mecanismo híbrido

Los defensores de los canjes de deuda por naturaleza subrayan que estos acuerdos pueden liberar hasta 100.000 millones de dólares en países con alta carga de deuda, según el IIED. Su valor reside en transformar recursos destinados al pago de deuda en beneficios climáticos reales, desde la reforestación hasta la conservación de hábitats críticos, pasando por protección de arrecifes. Estos proyectos tienden a tener impactos sociales positivos, especialmente cuando integran a comunidades locales o indígenas, y refuerzan la resiliencia ante desastres climáticos.

Sin embargo, la eficacia depende de dos factores críticos: la estrategia y participación local y el grado de autonomía del país deudor para definir prioridades ambientalistas. Como advierte Federico Azpiroz, consultor del Observatorio del Financiamiento para el Desarrollo (OFD), el éxito radica en la gobernanza y la corresponsabilidad multilateral. Si la operación es dominada por el acreedor o por instituciones externas, corre el riesgo de implementar políticas mal ajustadas al contexto local.

Pexels Alena Koval 233944 886521

Otro debate relevante es que este mecanismo no resuelve el origen del problema: la deuda estructural de muchos países. Como señala Laura Kelly, del IIED, el sistema financiero internacional necesita reformarse profundamente. Los canjes pueden aliviar, pero no suponen una solución estructural a la crisis de deuda y desigualdad global.

En países como Argentina, ya se estudian canjes a nivel provincial, destinados a energías renovables o infraestructura sostenible, y múltiples ejemplos recientes en Barbados, Bahamas o Seychelles activan recompras apoyadas por el BID o The Nature Conservancy. Pero para que esta herramienta logre un impacto real, requiere transparencia financiera, supervisión comunitaria, presupuesto público y marcos regulatorios estables.

Más allá de la deuda, una alianza con la naturaleza

Los canjes de deuda por naturaleza representan un puente entre la finanza y la conservación, con el potencial de liberar recursos importantes para afrontar la emergencia climática. Sin embargo, son solo una parte de una respuesta global necesaria. Si bien pueden mejorar el perfil de deuda de países pequeños o medianos, en algunos casos, como Argentina, su impacto financiero será limitado.

El verdadero desafío es transformar este enfoque transaccional en una alianza estratégica de largo plazo, donde los países deudores mantengan liderazgo real y las decisiones se tomen localmente, con evaluaciones independientes y participación comunitaria. Sólo así el canje será un instrumento de desarrollo sostenible..

Como herramienta, los canjes verdes tienen potencial, pero para que alcancen su máxima eficacia deben integrarse en una arquitectura de deuda más justa, transparente y climáticamente responsable. Porque los problemas ambientales no se resuelven con condonaciones, sino con sistemas financieros globales que prioricen la vida y el planeta por encima de los acreedores.

Comentarios cerrados