Científicos descubren un “interruptor inmune” capaz de transformar tumores fríos en calientes

Alberto Noriega     20 octubre 2025     5 min.
Científicos descubren un “interruptor inmune” capaz de transformar tumores fríos en calientes

El hallazgo, publicado en Nature Immunology, abre una nueva era en la lucha contra el cáncer.

Una de las grandes frustraciones en oncología es la existencia de los llamados “tumores fríos”: cánceres que el sistema inmunitario no logra reconocer como una amenaza. Estas masas malignas permanecen invisibles ante las defensas naturales del cuerpo, lo que las hace resistentes a tratamientos como la inmunoterapia o los inhibidores de puntos de control.

Ahora, un equipo de investigadores del Hospital Infantil Johns Hopkins All Children’s ha encontrado una forma de cambiar las reglas del juego. Su estudio, publicado el 17 de octubre en la revista Nature Immunology, demuestra que activar simultáneamente dos vías inmunológicas clave puede “encender” estos tumores fríos, transformándolos en “tumores calientes”, es decir, visibles y atacables por el sistema inmune.

El reto no es solo atacar el tumor, sino lograr que el sistema inmune lo reconozca y lo recuerde”, explicó el doctor Masanobu Komatsu, líder del estudio. “Si conseguimos reprogramar el entorno tumoral, el propio cuerpo puede convertirse en su mejor tratamiento”.

Activar dos interruptores a la vez

El descubrimiento se basa en estimular dos proteínas fundamentales en la respuesta inmune: la STING (Stimulator of Interferon Genes) y el receptor de linfotoxina beta (LTβR). Cada una cumple un papel distinto, pero complementario:

  • STING actúa como una alarma celular, detectando ADN extraño —como el de virus o células cancerosas— y desencadenando una respuesta inflamatoria inmediata.

  • LTβR, por su parte, regula la formación de estructuras linfáticas organizadas que permiten coordinar la respuesta inmune a largo plazo.

El equipo de Komatsu descubrió que cuando ambas rutas se activan de forma simultánea, se produce un efecto sinérgico: las células T asesinas —encargadas de destruir las células tumorales— invaden el tumor masivamente, mientras el entorno se transforma en un campo de batalla inmunológico perfectamente organizado.

“Es como construir un cuartel general dentro del tumor”, explicó Komatsu. “Los linfocitos T y B cooperan dentro de estas estructuras recién formadas, generando tanto ataque inmediato como memoria inmunológica duradera”.

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La formación de “nodos inmunes” dentro del cáncer

El proceso no solo elimina células tumorales, sino que reorganiza el propio microambiente del cáncer. Los investigadores observaron cómo, tras la activación dual, nuevos vasos sanguíneos se formaban alrededor de la masa tumoral, permitiendo el acceso de un mayor número de células inmunes.

Allí se desarrollaron estructuras linfáticas terciarias (TLSs, por sus siglas en inglés), pequeños centros de mando inmunológicos similares a los ganglios linfáticos, pero formados dentro del propio tumor.

En estas estructuras, las células B producían anticuerpos específicos contra el cáncer y generaban células de memoria, capaces de reconocer el tumor si volvía a aparecer. “Estas TLSs son verdaderos laboratorios de defensa dentro del tumor”, detalló Komatsu. “Permiten que el sistema inmunitario aprenda y actúe a largo plazo”.

Resultados prometedores en ratones

El equipo probó el enfoque en modelos murinos de cáncer de páncreas, mama y músculo, tres de los tipos más resistentes a la inmunoterapia convencional. Los resultados fueron notables:

  • En el cáncer de páncreas, el tamaño de los tumores se redujo a la mitad.

  • En los tumores de mama y músculo, el crecimiento se ralentizó significativamente.

  • Lo más impresionante: al extraer quirúrgicamente los tumores tratados y luego reintroducir células cancerosas, la mayoría de los ratones rechazaron el nuevo crecimiento.

En otras palabras, habían desarrollado inmunidad duradera contra el cáncer.

“Esto demuestra que al construir la infraestructura inmune adecuada dentro del tumor, podemos potenciar las defensas del paciente contra el crecimiento, la recaída y la metástasis”, señaló Komatsu.

El hallazgo sugiere que el enfoque podría reforzar tratamientos existentes como la quimioterapia o los inhibidores de puntos de control, al convertir tumores que antes no respondían en objetivos sensibles al ataque inmunitario.

Una nueva frontera para la inmunoterapia

La inmunoterapia ha transformado la oncología en la última década, pero su éxito depende de un factor clave: que el tumor sea visible para el sistema inmune. Hasta ahora, muchos pacientes con tumores fríos —como los de páncreas o próstata— no se beneficiaban de estas terapias.

Este nuevo método podría ampliar el alcance de la inmunoterapia a millones de pacientes. Al convertir los tumores fríos en calientes, no solo se mejora la respuesta, sino que se genera una defensa adaptativa de largo plazo.

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La investigación, financiada por el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU., el Departamento de Defensa y el Departamento de Salud de Florida, ha despertado gran interés en la comunidad científica. Los investigadores ya están preparando ensayos clínicos en pacientes adultos y pediátricos para evaluar la seguridad y eficacia del tratamiento.

Del laboratorio a la clínica

Los próximos pasos del equipo de Komatsu consisten en desentrañar los mecanismos moleculares exactos detrás de esta reprogramación inmune y determinar cómo combinarla con tratamientos ya aprobados.

El objetivo final es desarrollar una terapia personalizada, capaz de “encender” tumores de distintos orígenes mediante una inyección o un vector viral que active las rutas STING y LTβR dentro del tejido canceroso.

“Si conseguimos replicar en humanos lo que vimos en ratones, estaríamos ante una revolución en la inmunoterapia del cáncer”, afirmó Komatsu. “Nuestro cuerpo tiene el potencial de curarse a sí mismo, solo hay que mostrarle dónde atacar”.

Una esperanza para los tumores invisibles

Este descubrimiento ofrece un rayo de esperanza para pacientes con tumores sólidos difíciles de tratar, como el de páncreas, el de ovario o ciertos sarcomas, donde las terapias convencionales tienen una eficacia limitada.

Convertir un tumor frío en caliente significa transformar la invisibilidad en vulnerabilidad, y la pasividad en acción.

“Estamos viendo cómo el cáncer, que antes se escondía del sistema inmunitario, puede convertirse en su propio delator”, resumió Komatsu. “Es como si hubiéramos encontrado el interruptor que le dice al cuerpo: ‘ahí está el enemigo’”.

Si los resultados se confirman en humanos, esta estrategia podría marcar un antes y un después en la medicina oncológica, demostrando que el futuro de la lucha contra el cáncer pasa no solo por destruir las células tumorales, sino por enseñar al cuerpo a no olvidar nunca su rostro.

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