Combustible de aviación sostenible: oportunidades y desafíos para Hong Kong
Hong Kong apuesta por el combustible de aviación sostenible (SAF) para alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2050.
En su carrera por la neutralidad de carbono antes de 2050, Hong Kong ha puesto la mirada en el combustible de aviación sostenible (SAF, por sus siglas en inglés). Según el Discurso de Política de 2025, la ciudad desarrollará una cadena industrial propia en cooperación con las autoridades de China continental, con objetivos de consumo específicos para 2030 y la creación de una planta de mezcla de SAF en el Aeropuerto Internacional de Hong Kong.
La aviación representa una de las actividades más intensivas en emisiones de carbono. Solo en 2023, el sector liberó 950 megatoneladas de CO₂, el 2,5 % de las emisiones globales. El SAF surge como alternativa al queroseno convencional, ofreciendo una reducción potencial del 80 % en el ciclo de vida del carbono sin alterar la infraestructura actual ni la seguridad operativa de los aviones.
Qué es el SAF y por qué importa
A diferencia del combustible fósil, el SAF se elabora a partir de residuos sólidos urbanos, restos agrícolas, aceites usados y grasas animales. Entre sus procesos más comunes está el Fischer-Tropsch Synthetic Paraffinic Kerosene, que convierte biomasa en gas de síntesis (monóxido de carbono e hidrógeno) mediante gasificación a altas temperaturas. Ese gas se transforma luego en hidrocarburos líquidos, refinados finalmente en combustible de aviación.
La gran ventaja del SAF es que es un “combustible drop-in”: puede mezclarse directamente con el queroseno tradicional sin modificar motores ni depósitos. Dependiendo del origen de la materia prima, puede mezclarse en proporciones del 10 % al 50 %, manteniendo un rendimiento equivalente y reduciendo drásticamente las emisiones.
Para Hong Kong, esto representa una oportunidad estratégica. El territorio se ha comprometido a reducir a la mitad sus emisiones de 2005 para 2035 y alcanzar la neutralidad total en 2050, un objetivo que exige soluciones reales en sectores difíciles de descarbonizar como la aviación.

Beneficios empresariales y reputacionales
Más allá del impacto climático, el SAF ofrece ventajas corporativas. Las aerolíneas que lo adoptan pueden reducir sus emisiones directas (alcance 1), mientras que las empresas usuarias del transporte aéreo disminuyen emisiones indirectas (alcance 3), mejorando su perfil de sostenibilidad y reduciendo riesgos financieros asociados al cambio climático.
En Hong Kong, todas las compañías cotizadas deben informar públicamente sobre sus criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza). Invertir en el desarrollo o uso de SAF no solo contribuye a cumplir estos estándares, sino que fortalece la reputación empresarial y atrae inversión verde.
Obstáculos: costes, suministro y percepción
El entusiasmo por el SAF se enfrenta, sin embargo, a importantes desafíos. Su precio actual es dos o tres veces superior al del combustible convencional, debido a la escasez de materias primas sostenibles y la limitada capacidad de producción.
Además, no todo el SAF es igual de limpio: el uso de cultivos o aceites vírgenes puede provocar deforestación, pérdida de biodiversidad y cambios de uso del suelo, liberando más carbono del que se evita. Garantizar la trazabilidad y sostenibilidad del feedstock es por tanto esencial.
Otro obstáculo es la escala de producción. En 2024, el SAF representaba apenas el 0,3 % del combustible aéreo mundial; para 2025 se espera que suba al 0,7 %, una cifra aún insignificante frente a las necesidades globales. Sin incentivos gubernamentales, subsidios y cooperación internacional, el crecimiento será demasiado lento.
Finalmente, existe un riesgo reputacional: acusaciones de “greenwashing”. Aunque el SAF reduce las emisiones, no es carbono cero. Su combustión sigue liberando CO₂, óxidos de nitrógeno, azufre y partículas. La comunicación responsable será clave para evitar percepciones engañosas y preservar la confianza pública.
Lo que el mundo está haciendo
Mientras Hong Kong define su hoja de ruta, otras regiones ya avanzan con regulaciones claras.
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Reino Unido introdujo en 2025 un mandato de mezcla obligatoria del 2 %, que subirá al 10 % en 2030 y al 22 % en 2040.
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La Unión Europea, con la medida ReFuelEU Aviation, exige una cuota mínima de SAF desde este año, que aumentará progresivamente hasta el 70 % en 2050.
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Brasil, anfitrión de la próxima COP30, lanzó el Compromiso de Belém para Combustibles Sostenibles, con el objetivo de cuadruplicar la producción de SAF para 2035, respaldado por países como India, Italia y Japón.

En todos los casos, las normas excluyen los biocombustibles de cultivos agrícolas para evitar impactos ecológicos, priorizando residuos y subproductos industriales.
Hong Kong: del piloto a la expansión
Aunque aún no hay obligación legal de usar SAF en vuelos que despegan del aeropuerto internacional, Cathay Pacific ha tomado la delantera. En 2022 lanzó el primer gran programa de SAF de Asia, comprometiéndose a que el 10 % de su consumo total sea SAF antes de 2030.
El 21 de octubre de 2025, la aerolínea anunció una inversión conjunta de 70 millones de dólares con Airbus para financiar proyectos de producción de SAF en Asia y otras regiones. Ambas compañías evaluarán propuestas basadas en viabilidad comercial, madurez tecnológica y capacidad de suministro a largo plazo.
La Autoridad Aeroportuaria de Hong Kong (AAHK) también se ha sumado a la iniciativa. Su director de sostenibilidad, Peter Lee, destacó que el SAF será “clave para descarbonizar el sector aéreo y mantener la competitividad del aeropuerto más activo del mundo en carga internacional”.
Solo en 2024, el Aeropuerto Internacional de Hong Kong manejó 5 millones de toneladas de carga y casi 55 millones de pasajeros, lo que subraya la urgencia de implementar soluciones energéticas limpias.
Un futuro aún en construcción
El SAF no es una panacea, pero sí una herramienta crucial en la transición climática del transporte aéreo. Para Hong Kong, su desarrollo puede impulsar innovación, empleo verde y reputación internacional, además de reforzar la cooperación tecnológica con China continental.
Con el tiempo, la creación de una planta local de mezcla y refinado permitirá reducir costes y asegurar el suministro. El reto será escalar sin comprometer los principios ambientales que dieron origen a este combustible.
El horizonte es claro: si Hong Kong quiere liderar la aviación sostenible en Asia, debe invertir hoy en políticas, infraestructuras y alianzas que hagan del SAF una realidad competitiva mañana.
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