El cometa 3I/ATLAS rompe las leyes conocidas de la gravedad y la química cósmica

Alberto Noriega     2 noviembre 2025     5 min.
El cometa 3I/ATLAS rompe las leyes conocidas de la gravedad y la química cósmica

Su acercamiento a la Tierra el 19 de diciembre de 2025 podría revelar si es un fenómeno natural… o algo que desafía las leyes conocidas de la física.

El 1 de julio de 2025, el sistema de detección ATLAS, en Chile, captó un objeto cuya trayectoria no pertenecía al Sistema Solar. Pronto recibió el nombre de 3I/ATLAS, convirtiéndose en el tercer visitante interestelar confirmado después de ‘Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019). Pero, a diferencia de sus predecesores, este cometa parece romper las reglas mismas de la física celeste.

Durante su paso por el perihelio el 29 de octubre, los astrónomos detectaron una aceleración no gravitacional, es decir, un movimiento que no puede explicarse únicamente por la atracción solar. “El objeto experimenta dos componentes de aceleración: una radial, que lo empuja hacia afuera, y otra transversal, que lo desplaza lateralmente. Ninguna puede explicarse completamente mediante la física cometaria estándar”, explicó el astrofísico de Harvard Avi Loeb, conocido por su trabajo en objetos interestelares.

Los datos obtenidos por el Atacama Large Millimeter Array (ALMA) mostraron que 3I/ATLAS se desvió cuatro segundos de arco respecto a su trayectoria prevista, un margen enorme en escalas astronómicas. Además, el cometa sorprendió con un cambio cromático drástico, pasando de un tono rojizo a un azul profundo, un comportamiento inverso al esperado, ya que los cometas tienden a enrojecer al acercarse al Sol.

“Algo en su composición o en la forma en que interactúa con la radiación solar está produciendo efectos que jamás habíamos visto”, comentó Clara Rojas, investigadora del Instituto de Astrofísica de Andalucía.

Química imposible: el misterio del níquel puro

Las anomalías no se limitan a su movimiento. Los telescopios James Webb y Very Large Telescope (VLT) detectaron una emisión de níquel puro sin rastro de hierro, formando un compuesto conocido como tetracarbonilo de níquel (Ni(CO)₄). Hasta ahora, esta sustancia solo se había producido en la Tierra mediante procesos industriales a alta presión y baja temperatura, nunca de forma natural.

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“El hecho de que este compuesto aparezca espontáneamente en un cometa plantea interrogantes profundos sobre su origen”, explicó Loeb. “Si este material se formó en otro sistema estelar, sus condiciones químicas debieron ser completamente distintas a las de nuestro vecindario solar”.

El 3I/ATLAS estaría emitiendo cuatro gramos de níquel por segundo, una cifra inusualmente alta para un cuerpo de su tamaño. Los astrónomos barajan tres hipótesis:

  1. Una reacción térmica exótica provocada por la radiación solar.

  2. Una interacción con rayos cósmicos de alta energía procedentes del espacio interestelar.

  3. O, en la interpretación más radical, un origen no natural, lo que reabriría debates sobre tecnología extraterrestre, un terreno que Loeb no descarta del todo.

De confirmarse que el tetracarbonilo se forma en condiciones naturales, los modelos actuales de química espacial deberían reescribirse desde cero. Pero si no, podría tratarse de una firma tecnológica, una posibilidad que, aunque especulativa, ha capturado la atención del público y de los medios.

Una prueba definitiva en diciembre

La oportunidad de resolver el misterio llegará el 19 de diciembre de 2025, cuando 3I/ATLAS alcance su máxima aproximación a la Tierra, a unos 270 millones de kilómetros. Según los cálculos del equipo internacional que sigue su trayectoria, si la aceleración se debe a procesos naturales, el cometa debería perder cerca del 10% de su masa al liberar una gran columna de gas detectable por telescopios de todo el mundo.

La NASA, la ESA y el Observatorio Europeo Austral han anunciado una campaña coordinada de observación que se extenderá hasta enero de 2026. Instrumentos terrestres y espaciales, como el James Webb, el Hubble y el ALMA, observarán de forma simultánea el comportamiento del cometa. Si no se detecta la esperada emisión de gas, las explicaciones físicas tradicionales —como la sublimación de hielo o la presión de radiación— podrían quedar descartadas.

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“Estamos ante una prueba de fuego para nuestros modelos”, comentó Giovanni Leone, astrofísico de la Universidad de Padua. “Si las leyes actuales no explican lo que vemos, tendremos que ampliar nuestro marco teórico, quizá incluso nuestra definición de lo que es un cometa”.

Un visitante de otro mundo

3I/ATLAS tiene una masa un millón de veces mayor que ‘Oumuamua, y una trayectoria que lo llevará peligrosamente cerca de Venus, Marte y Júpiter antes de abandonar el Sistema Solar. Su estudio podría ofrecer pistas únicas sobre la formación de otros sistemas planetarios y sobre los procesos químicos que dieron origen a la materia orgánica en el universo.

Avi Loeb y su equipo del proyecto Galileo consideran este encuentro una oportunidad irrepetible: “Si su composición y aceleración siguen sin explicación después de diciembre, tendremos que considerar seriamente que este objeto proviene de un entorno físico radicalmente distinto al nuestro”, declaró el científico.

Mientras tanto, los astrónomos se preparan para lo que podría ser una de las observaciones más importantes del siglo. Si 3I/ATLAS confirma su naturaleza interestelar con fenómenos que la física actual no puede explicar, podría obligarnos a replantear los límites mismos de la ciencia moderna.

En palabras de Rojas: “Cada vez que creemos conocer las reglas del cosmos, aparece algo que nos recuerda que el universo todavía guarda secretos mucho más grandes que nuestra imaginación”.

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