Comprar online sin disparar las emisiones: Así puede ser más sostenible la logística urbana
La última milla concentra el mayor impacto ambiental del comercio online. Flotas eléctricas, lockers y consumo responsable marcan la diferencia.
Las compras online recorren a menudo miles de kilómetros antes de llegar al domicilio del consumidor. Desde fábricas en Asia hasta centros logísticos y reparto urbano, la llamada “última milla” se ha convertido en el punto más visible —y crítico— del impacto ambiental del comercio electrónico, donde operadores como SEUR están aplicando nuevas estrategias para reducir emisiones y mejorar la eficiencia.
De la fábrica a la ciudad: un viaje global
Antes de que un paquete llegue a la puerta de casa, suele atravesar una compleja cadena logística. “Normalmente salen de la empresa donde se han fabricado, muchas veces en países asiáticos, y viajan en contenedor por barco o avión”, explica Itxaso Larrañaga, experta en sostenibilidad logística. Una vez en el país de destino, comienza el trayecto terrestre: camiones hacia centros de clasificación, redistribución y envío a las naves de reparto urbano.
Es en ese último tramo —del almacén al punto de entrega— donde se concentra el mayor desafío. La última milla es la más corta, pero también la más intensiva en emisiones por paquete, debido al tráfico urbano, las paradas frecuentes y los intentos fallidos de entrega.
Flotas limpias y energía renovable
La reducción de emisiones es el gran reto del sector logístico. Para afrontarlo, las empresas están apostando por flotas más sostenibles, especialmente en entornos urbanos. Bicicletas de reparto, motos eléctricas y furgonetas cero emisiones permiten electrificar la última milla, mientras que en el transporte de larga distancia se exploran alternativas como el HVO, un biocombustible que reduce las emisiones frente al diésel convencional.
El objetivo a medio plazo es claro: camiones 100% eléctricos, acompañados de infraestructuras de recarga propias. En paralelo, los centros logísticos avanzan en eficiencia energética, incorporando paneles solares en sus cubiertas para alimentar sistemas de clasificación, refrigeración de envíos sensibles y puntos de carga para vehículos eléctricos.
Entregar bien a la primera
Una de las claves más eficaces para reducir la huella de carbono es entregar el paquete en el primer intento. Cada reparto fallido implica repetir el recorrido, duplicando emisiones. Para evitarlo, las empresas optimizan rutas según zonas y fechas acordadas, y avisan previamente al cliente.
Además, se impulsa la entrega en puntos de conveniencia —farmacias, fruterías, kioscos— y en taquillas inteligentes o lockers, disponibles las 24 horas. Estas soluciones no solo reducen kilómetros recorridos, sino que concentran entregas, disminuyendo el impacto ambiental y reforzando la economía local.
El papel del consumidor
La sostenibilidad del comercio online no depende solo de las empresas. El consumidor tiene un papel clave:
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Evitar compras impulsivas y agrupar pedidos.
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Reducir devoluciones leyendo bien descripciones y reseñas.
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Elegir puntos de recogida cuando sea posible.
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Permanecer en casa el día de la entrega.
Según datos del sector, cada paquete genera unos 0,7 kg de CO₂. Agrupar compras puede reducir las emisiones por pedido en torno a un 1,5%, un pequeño gesto que escala cuando millones de envíos están en juego.
Embalaje: menos plástico, más responsabilidad
El embalaje también cuenta. Desde el sector logístico se insiste en que el plástico de un solo uso debería desaparecer del comercio online. El cartón y el papel reciclables son la opción preferente, siempre que protejan adecuadamente el producto para evitar daños y devoluciones, que multiplican el impacto ambiental.
La última milla como termómetro del consumo responsable
La última milla se ha convertido en el espejo más visible del impacto ambiental del comercio digital. Es donde confluyen decisiones empresariales —flotas, rutas, energía— y hábitos de consumo —urgencia, devoluciones, tipo de entrega—.
La buena noticia es que las soluciones ya existen: electrificación, puntos de recogida, eficiencia energética y planificación inteligente. Pero su eficacia depende de un equilibrio entre innovación logística y consumo consciente.
Comprar online no tiene por qué ser incompatible con la sostenibilidad. La clave está en entender que cada clic activa una cadena de transporte real, con costes ambientales medibles. Reducirlos no exige renunciar a la comodidad, sino repensar cómo, cuándo y dónde recibimos nuestros paquetes.
En un mundo cada vez más digital, la última milla no es solo un reto logístico: es una prueba de madurez ambiental para empresas y consumidores.
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