El conflicto de Volkswagen revela la crisis en las fábricas de automóviles en Europa
Volkswagen enfrenta tensiones con sindicatos sobre el futuro de sus fábricas en Alemania, revelando un problema más amplio en la industria automotriz europea.
Volkswagen ha iniciado conversaciones con sus sindicatos para abordar el creciente problema de las fábricas infrautilizadas en Alemania. La presión para fabricar vehículos eléctricos en plantas de alto costo ha generado fricciones entre la dirección y los trabajadores. Mientras tanto, un análisis de Reuters muestra que el problema de la baja utilización de las plantas no es exclusivo de Volkswagen, afectando a otros fabricantes como Renault y Stellantis. Con el descenso de las ventas de vehículos en Europa y el aumento de la competencia china, Volkswagen se enfrenta a decisiones difíciles sobre posibles cierres de fábricas y reducción de costos.
Fábricas a media capacidad: un problema de toda Europa
El problema que enfrenta Volkswagen con sus fábricas infrautilizadas en Alemania no es un caso aislado. Según datos de GlobalData, la capacidad media de las plantas automotrices en Europa ha caído al 60% en 2023, en comparación con el 70% en 2019. Para ser rentables, las fábricas necesitan operar al menos al 70% de su capacidad, y lo ideal es alcanzar entre el 80% y el 90%, lo que les permite margen para ajustes de producción y mantenimiento. Sin embargo, en las naciones de altos costos, como Alemania y Francia, la utilización media ha descendido a solo el 54%. Esto contrasta fuertemente con los países de menor costo, como la República Checa y Eslovaquia, donde las plantas operan al 79%.
Este desequilibrio pone de manifiesto una tendencia cada vez más marcada en la industria: la división entre Europa oriental y occidental. Mientras que las plantas en Europa del este siguen siendo altamente productivas y eficientes, las ubicadas en el oeste, particularmente en Alemania, se ven cada vez más desfasadas debido a los elevados costos laborales y una demanda que no está respondiendo a las expectativas, especialmente en el sector de los vehículos eléctricos. Esto supone una presión significativa para los fabricantes de automóviles, que deben encontrar formas de reducir costos o enfrentarse a la posibilidad de cerrar plantas que no están generando suficientes ingresos.
El dilema de los vehículos eléctricos y los costos
En el caso de Volkswagen, la situación es particularmente delicada. A pesar de las enormes inversiones para fabricar vehículos eléctricos (EV) en Alemania, los resultados no han sido los esperados. Las ventas de EV han caído un 44% en Europa en 2024, y Alemania ha visto un desplome aún mayor, con una caída del 69% en las ventas de coches eléctricos. Esto ha hecho que las fábricas alemanas, donde se producen la mayoría de los EV de Volkswagen, sean un «cáliz envenenado», como lo describe Justin Cox, director de producción global en GlobalData. A pesar de los elevados costos laborales, que alcanzan los 59 euros por hora en Alemania, comparados con solo 21 euros en la República Checa, Volkswagen se ha visto obligado a fabricar sus EV en estas instalaciones de alto costo, que además están muy por debajo de su capacidad.
El reto para Volkswagen no es solo fabricar EV de alta calidad, sino hacerlo a un precio que sea atractivo para los consumidores. El modelo más asequible de la marca, el ID.3, tiene un precio de más de 36,000 euros, muy por encima de los modelos eléctricos más económicos de sus rivales, como el Fiat 500e o el Citroen e-C3 de Stellantis, que se venden a precios más accesibles. Esto ha provocado críticas por parte de los sindicatos, que acusan a la dirección de no ofrecer vehículos eléctricos que el consumidor promedio pueda permitirse, lo que ha ralentizado la demanda y, en consecuencia, afectado a la utilización de las fábricas.
Presiones sindicales y políticas
El conflicto laboral en Volkswagen ha puesto de relieve las tensiones entre los sindicatos y la dirección de la empresa. Los sindicatos, que tienen una fuerte representación en el consejo supervisor de Volkswagen, exigen soluciones para evitar el cierre de fábricas en Alemania. La planta de Osnabrück, por ejemplo, está operando apenas al 30% de su capacidad, fabricando modelos que dejarán de producirse en 2026 sin un plan claro sobre qué producirá a continuación.
Los sindicatos también critican la falta de visión en cuanto a la producción de vehículos asequibles, que podría revitalizar la demanda y aumentar la utilización de las plantas. Bajo los acuerdos laborales actuales, los trabajadores continúan recibiendo su salario completo incluso si las plantas no están operativas, lo que añade más presión sobre la empresa para encontrar una solución que evite una «muerte lenta», como lo describió Stephan Soldanski, representante sindical en Osnabrück.
Mirando al este: el futuro de la producción automotriz europea
Con una demanda de vehículos eléctricos que no ha despegado como se esperaba y una competencia creciente de fabricantes chinos como BYD y Chery, que están entrando en Europa a través de mercados de bajo costo como Hungría y Polonia, la industria automotriz europea se enfrenta a una encrucijada. Expertos del sector predicen que esta división entre Europa oriental y occidental seguirá creciendo, con las fábricas de Europa occidental centradas en la producción de coches de lujo o premium, cuyos márgenes de ganancia pueden cubrir los altos costos operativos.
Stellantis ya ha comenzado a trasladar parte de su producción de vehículos eléctricos a mercados de menor costo. La empresa producirá su Citroen e-C3, un modelo eléctrico asequible, en Eslovaquia, lo que refleja un cambio hacia países donde los costos laborales son más competitivos. Volkswagen podría verse obligada a seguir esta estrategia si quiere mantener su competitividad en el mercado global, ya que los consumidores, presionados por la inflación y las altas tasas de interés, están buscando alternativas más económicas.
El reto para Volkswagen y otros fabricantes europeos es equilibrar los costos laborales y la producción de vehículos que sean accesibles para los consumidores, todo mientras enfrentan la creciente competencia de fabricantes extranjeros y la presión de cumplir con objetivos de sostenibilidad. Las decisiones que tomen en los próximos años serán cruciales para definir el futuro de la producción automotriz en Europa.
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