Copenhague expande su ‘ola verde’ ciclista y revoluciona la movilidad urbana

Alberto Noriega     3 octubre 2025     4 min.
Copenhague expande su ‘ola verde’ ciclista y revoluciona la movilidad urbana

Copenhague expande su red de “olas verdes” para ciclistas, sincronizando semáforos y apostando por la movilidad sostenible en 2025.

En Copenhague, pedalear sin detenerse es cada vez más fácil. La ciudad danesa, referente mundial del ciclismo urbano, ha aprobado un paquete de 602 millones de coronas danesas (70,5 millones de libras) para ampliar su sistema de “olas verdes”, que sincroniza semáforos para que los ciclistas a 20 km/h encuentren solo luces verdes en hora punta. Este modelo, que comenzó en 2009, se extenderá ahora a 15 nuevas rutas, acompañado de inversiones en puentes, alumbrado y medición del flujo ciclista. El objetivo es claro: consolidar a Copenhague como capital europea de la bicicleta y reducir aún más la dependencia del coche.

Una ciudad diseñada para ciclistas

El sistema de “olas verdes” busca dar prioridad a las bicicletas frente a los coches. En avenidas como Nørrebrogade, donde nació el proyecto, quienes pedalean al ritmo adecuado evitan las interrupciones de los semáforos. “Es la mejor sensación, sobre todo cuando tienes prisa”, explica el actor Samuel Traum.

Copenhague no siempre fue un paraíso ciclista. Tras la Segunda Guerra Mundial, el coche dominó sus calles, hasta que en los años 70 una serie de protestas masivas impulsó a la ciudad a invertir en una vasta red de carriles bici. Hoy, los resultados son medibles: si todas las ciudades tuvieran la misma densidad ciclista, las emisiones de CO₂ de los vehículos privados caerían un 6%, según un estudio de junio.

La nueva inversión no solo ampliará la red de semáforos sincronizados, sino que también financiará la construcción del puente ciclista más largo del país y la mejora de la iluminación nocturna, con el objetivo de hacer los trayectos más seguros y fluidos.

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El reto de la saturación ciclista

El éxito del modelo ha traído un nuevo desafío: el exceso de bicicletas en hora punta. “A veces está tan lleno que no llegas al siguiente semáforo en verde”, reconoce Pia, una ciclista habitual. Las autoridades admiten que la congestión de las vías ciclistas en el centro dificulta aprovechar la “ola verde” en su totalidad.

La ciudad ha instalado 19 “barómetros ciclistas” para medir la velocidad real de los usuarios y ajustar los semáforos al ritmo de los grandes grupos. “Queremos que pedalear se sienta natural, sin interrupciones”, afirmó Line Barfod, alcaldesa de Tecnología y Medioambiente, que ella misma acude en bici cada día al ayuntamiento.

Otros expertos advierten que el éxito de la bici plantea dilemas urbanísticos más profundos. “Estamos en un punto en que hay que elegir entre coches y bicicletas”, sostiene Lars, un analista de 33 años. La guerra cultural ya no está en los semáforos, sino en el espacio físico que cada modo de transporte ocupa en la ciudad.

Innovación urbana y competencia europea

Copenhague compite directamente con Ámsterdam por el título de capital ciclista de Europa, mientras París y Londres intentan recortar distancias. En la clasificación de movilidad infantil, la ciudad danesa sigue rezagada en la aplicación de zonas de 30 km/h, aunque ha comenzado a ampliar su red.

La estrategia local se complementa con las superautopistas ciclistas que conectan el centro con la periferia, ofreciendo una alternativa real a quienes llegan desde fuera. El nuevo paquete incluye la construcción de tramos que evitarán cruces con coches y semáforos, una medida que, según el experto alemán Gernot Sieg, es “aún más eficaz que las olas verdes”.

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El modelo inspira a otras ciudades: en Holanda, sistemas como los de Enschede permiten a los semáforos detectar ciclistas en tiempo real y priorizarlos. La ambición de Copenhague es liderar estas innovaciones en Europa, demostrando que la movilidad sostenible puede ser tan eficiente como atractiva.

Un cambio que va más allá de la bici

Las olas verdes son más que un truco tecnológico: forman parte de una estrategia de salud pública y climática. El tráfico rodado mata a 20.000 personas cada año en la UE, y el auge de los coches grandes amenaza los avances en seguridad vial. A esto se suman las partículas tóxicas de combustibles y neumáticos, que contaminan el aire urbano.

La apuesta por la bicicleta no solo busca reducir emisiones, sino también cambiar la forma en que se habita la ciudad. Para Leena Ylä-Mononen, directora de la Agencia Europea de Medio Ambiente, vivir en Copenhague muestra que el cambio cultural es posible. “Tardé cinco meses en atreverme a meterme en el flujo, pero es la forma más cómoda de moverse”, afirma.

En este contexto, los 70,5 millones de libras recién aprobados son una inversión en algo más profundo: un futuro urbano en el que moverse sea sinónimo de salud, eficiencia y sostenibilidad. Copenhague no solo sincroniza semáforos, sincroniza expectativas sobre cómo deben ser las ciudades del mañana.

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