Descubren en Devon el fósil de árbol de 377 millones de años, posiblemente el más antiguo del mundo

Alberto Noriega     5 septiembre 2025     5 min.
Descubren en Devon el fósil de árbol de 377 millones de años, posiblemente el más antiguo del mundo

Un fósil de árbol de 377 millones de años hallado en Devon podría ser el más antiguo del mundo y cambia la visión del paisaje del Devónico.

Un equipo internacional de científicos ha presentado en el Museo de Torquay el fósil de un árbol de 377 millones de años, descubierto en la costa de Saltern Cove, en el geoparque de la Riviera Inglesa de la UNESCO. Se trata de restos de un primitivo lycópsido, un árbol que apenas alcanzaba cuatro metros de altura pero que representa la primera evidencia de vegetación en islas volcánicas durante el Devónico. El hallazgo, liderado por el geólogo Kevin Page, requirió casi un año de extracción y conservación antes de su exhibición pública el 6 de septiembre. La pieza no solo tiene un valor local, sino que reescribe la historia de cómo las plantas comenzaron a colonizar la Tierra.

Una ventana al Devónico

El fósil está compuesto por fragmentos de raíces y corteza preservadas, datados en aproximadamente 377 millones de años. Según los expertos, pertenece a los lycópsidos, plantas ancestrales que recuerdan a palmeras en miniatura y que fueron precursoras de los grandes árboles que más tarde formarían parte de los bosques carboníferos.

Hasta ahora, las rocas devónicas de Devon solo habían mostrado evidencia de antiguos mares. Con este hallazgo, los científicos obtienen la primera prueba de que la zona fue en realidad un archipiélago de islas volcánicas cubiertas de vegetación, algo que cambia radicalmente la visión que se tenía del paisaje en esa época.

La coordinadora del geoparque, Melanie Border, lo expresó con entusiasmo: “Hasta la fecha nuestras rocas del Devónico solo ofrecían evidencias de un entorno marino, pero ahora sabemos que había islas volcánicas y árboles también”.

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El hallazgo y su importancia global

El fósil fue descubierto por Kevin Page, presidente de ProGEO y académico de la Universidad de Exeter, durante un reconocimiento rutinario de sitios protegidos para Natural England. La sorpresa fue inmediata: no se trataba de restos marinos, sino de la evidencia directa de un árbol que vivió en un entorno terrestre insular.

Page calificó el hallazgo como “posiblemente el primer registro de una isla desierta del Devónico con árboles, un descubrimiento verdaderamente extraordinario”. Su importancia es mundial: proporciona la primera prueba concreta de que las plantas ya habían colonizado ambientes volcánicos aislados, ampliando el rango de hábitats en los que podían prosperar durante la transición de la vida del mar a la tierra firme.

El hallazgo despierta preguntas fascinantes sobre cómo estos primeros bosques influyeron en el clima, la erosión y la formación de suelos, factores clave en la transformación del planeta.

Una extracción contrarreloj

La recuperación del fósil fue una tarea compleja que requirió la colaboración de universidades y autoridades ambientales. Investigadores de Exeter, Plymouth, Cardiff y Lille (Francia) se unieron a Natural England y a especialistas en seguridad para evitar que las tormentas invernales destruyeran la pieza.

El procedimiento, realizado en un acantilado de un Sitio de Interés Científico Especial, implicó el uso de cabrestantes y equipos profesionales de geología, bajo la supervisión de la empresa Hi-Line. Todo se llevó a cabo con estrictas medidas de seguridad y los permisos necesarios de la UNESCO, ya que el geoparque está protegido como patrimonio global.

El fósil fue trasladado al Museo de Torquay, donde pasó meses de preparación académica y conservación antes de abrirse al público. Para Alexandra Hemming, ejecutiva del museo, cuidar de la pieza fue “un privilegio absoluto” y aseguró que “representa el objeto más significativo de nuestras colecciones de este periodo, que dio nombre al propio condado de Devon”.

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Reescribiendo la geografía del pasado

El Devónico, hace entre 419 y 359 millones de años, fue una era de transición en la que la vida vegetal comenzó a colonizar la superficie terrestre de forma masiva. La aparición de los primeros bosques cambió la composición de la atmósfera, aumentando el oxígeno y reduciendo el CO₂, lo que preparó el terreno para futuras formas de vida.

Hasta ahora, la narrativa científica situaba las primeras formaciones boscosas en áreas continentales amplias. Este fósil demuestra que incluso islas volcánicas aisladas pudieron sostener ecosistemas forestales primitivos, lo que abre nuevas líneas de investigación sobre cómo se expandieron las plantas por el planeta.

Además, refuerza la idea de que la vegetación jugó un papel clave en la configuración climática y geológica de la Tierra, contribuyendo a la estabilización del suelo y al inicio de procesos de formación de carbón que millones de años después serían recursos energéticos para la humanidad.

Cuando los árboles conquistaron las islas

El fósil de Saltern Cove es más que un objeto de museo: es un testimonio de la conquista terrestre de las plantas, un registro silencioso de cómo los primeros árboles desafiaron un entorno volcánico y lograron prosperar.

Este hallazgo recuerda que la historia de la vida en la Tierra no es lineal ni uniforme, sino una sucesión de adaptaciones sorprendentes. Que un pequeño árbol de cuatro metros haya quedado petrificado durante casi 400 millones de años para contarnos hoy su historia es, en sí mismo, un hito de la paleontología.

El descubrimiento en Devon confirma que todavía quedan piezas cruciales del pasado por revelar y que cada fósil puede cambiar la manera en que entendemos la relación entre la vida, la geografía y el clima en la historia del planeta. Y quizá lo más inspirador es pensar que el árbol más antiguo del mundo haya aparecido no en un remoto desierto fósil, sino en los acantilados de la costa inglesa, recordándonos que la ciencia aún tiene sorpresas guardadas en lugares inesperados.

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