Descubren moléculas antienvejecimiento producidas por una bacteria de la sangre humana

Alberto Noriega     27 noviembre 2025     4 min.
Descubren moléculas antienvejecimiento producidas por una bacteria de la sangre humana

Un estudio identifica 12 compuestos producidos por una bacteria de la sangre humana, tres de los cuales muestran efectos antienvejecimiento en células de piel humana. Un potencial nuevo frente para las terapias dermatológicas.

Un equipo de investigadores de Corea del Sur descubrió que Paracoccus sanguinis, una bacteria que habita en la sangre humana, produce moléculas naturales con efectos antienvejecimiento sobre células de la piel. El hallazgo, publicado el 30 de noviembre de 2025 en el Journal of Natural Products, describe 12 metabolitos de indol, seis de ellos nunca documentados antes, tres con efectos claros en la reducción del daño oxidativo y la inflamación celular. El estudio, liderado por científicos de la Universidad Sungkyunkwan y la Universidad Gachon, abre nuevas oportunidades para terapias dermatológicas y de rejuvenecimiento basadas en compuestos microbianos.

Bacterias de la sangre: una frontera científica inesperada

El trabajo parte de una premisa poco explorada: la capacidad metabólica de las bacterias que viven de manera natural en el torrente sanguíneo. Mientras la investigación microbiana ha dedicado décadas al estudio del intestino, la piel o el tracto respiratorio, los microbios sanguíneos han permanecido en gran medida fuera del foco científico. Según Chung Sub Kim, autor principal, “los microbios derivados de la sangre representan un territorio casi desconocido, y su metabolismo podría estar relacionado con procesos fundamentales de envejecimiento y enfermedad”.

Paracoccus sanguinis ya había sido identificada en 2015 como una fuente de compuestos de indol, conocidos por sus propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas y antienvejecimiento. En este caso, el equipo cultivó la bacteria durante tres días y utilizó espectrometría, marcaje isotópico y análisis computacional avanzado para identificar 12 metabolitos, seis completamente nuevos para la literatura científica.

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Moléculas protectoras frente al estrés oxidativo y la degradación del colágeno

El hallazgo clave surge al analizar cómo estos metabolitos actuaban sobre células de piel humana sometidas a estrés oxidativo, una condición que imita el envejecimiento celular causado por especies reactivas de oxígeno. Tres de los compuestos demostraron efectos claros: redujeron los niveles de especies reactivas de oxígeno, suprimieron proteínas inflamatorias como IL-6 e IL-8, e inhibieron la metaloproteinasa-1 de la matriz, una enzima conocida por degradar el colágeno y acelerar el envejecimiento cutáneo.

Entre ellos, el llamado metabolito 11 destacó por su eficacia especialmente alta, posicionándolo como un candidato prometedor para el desarrollo de nuevas terapias tópicas o sistémicas. La investigación mostró además que estos compuestos se producen tanto por vías enzimáticas como no enzimáticas dentro de la bacteria, lo que sugiere una complejidad metabólica mayor de lo esperado.

Un potencial terapéutico que aún requiere más investigación

Aunque los resultados son notablemente prometedores, los investigadores advierten que la ciencia todavía se encuentra en una fase temprana. Todos los ensayos fueron realizados en células de piel cultivadas in vitro, un escenario muy distinto al tejido vivo y a la fisiología humana completa. Aun así, el descubrimiento subraya la posibilidad de que el propio cuerpo humano, a través de microorganismos presentes en su sangre, esté generando compuestos con funciones protectoras que aún desconocemos.

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El estudio también amplía el horizonte del llamado “microbioma sanguíneo”, una línea de investigación emergente que podría redefinir la comprensión de procesos inflamatorios, inmunológicos y de envejecimiento.

El descubrimiento de compuestos antienvejecimiento producidos por una bacteria de la sangre humana abre un capítulo inesperado en la biología del envejecimiento y la dermatología. Hasta ahora, la búsqueda de ingredientes rejuvenecedores se había centrado en plantas, hongos, algoritmos de diseño molecular o microbiomas bien estudiados como el intestinal o el cutáneo. Sin embargo, este estudio sugiere que el torrente sanguíneo, un entorno considerado tradicionalmente inhóspito para la vida microbiana, podría albergar fuentes internas de moléculas bioactivas con un potencial todavía inexplorado.

El hallazgo también invita a reflexionar sobre el papel de los microbios en procesos que van mucho más allá de la salud infecciosa. Si ciertas bacterias sanguíneas producen metabolitos capaces de reducir la inflamación, bloquear el estrés oxidativo y preservar el colágeno, podrían desempeñar funciones reguladoras o protectoras que apenas estamos empezando a comprender. En un momento en que la biología del envejecimiento avanza hacia terapias más precisas y menos invasivas, estos compuestos podrían servir como base para tratamientos más naturales, específicos y biológicamente compatibles.

No obstante, queda un largo camino por recorrer: validar estos efectos en modelos animales, entender sus mecanismos y, eventualmente, comprobar su seguridad en humanos. Pero el mensaje es claro: el antienvejecimiento podría estar mucho más cerca de lo que creíamos, quizá circulando ya dentro de nosotros.

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