Las emisiones de Shein se disparan un 9,7%: El modelo que contamina el planeta

Alberto Noriega     26 junio 2025     4 min.
Las emisiones de Shein se disparan un 9,7%: El modelo que contamina el planeta

Las emisiones de Shein crecieron un 9,7% en 2024, alcanzando niveles comparables a países enteros. La moda exprés se vuelve insostenible.

Shein, el gigante chino de la moda rápida, ha revelado un aumento alarmante en sus emisiones de carbono en su último informe de sostenibilidad, publicado el pasado viernes. La compañía, con sede en Singapur, registró más de 11 millones de toneladas métricas de CO₂ sólo en su cadena de suministro en 2024. El fenómeno se produce en medio de un creciente escrutinio global sobre el impacto medioambiental de la industria textil, especialmente en mercados como EE. UU. y Europa. El uso intensivo del transporte aéreo, los ciclos de producción ultrarrápidos y la falta de compromisos climáticos convierten a Shein en un símbolo de todo lo que está mal en la moda rápida.

Las cifras que delatan al gigante

Las emisiones totales de Shein aumentaron significativamente en 2024, con un incremento del 9,7% en su cadena de suministro.
El informe anual de sostenibilidad de Shein, publicado el 14 de junio, arroja una cifra que preocupa: 11.201.419 toneladas métricas de CO₂ equivalente tan solo en la fabricación, teñido, ensamblaje y transporte de materiales y productos. A esto se suman 8.519.829 toneladas provenientes de la distribución y devoluciones, lo que representa un crecimiento del 13,7% respecto a 2023.

Buena parte de esta huella está ligada al uso de vuelos para transportar ropa barata a más de 150 países.
Mientras que la mayoría de empresas del sector utilizan buques portacontenedores, Shein apuesta por el transporte aéreo como su principal vía logística. Esta práctica intensifica su huella de carbono, equivalente al uso anual de casi 2 millones de coches a gasolina, según estimaciones de la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU.

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Un imperio que crece sin freno

Con un valor estimado de 30.000 millones de dólares, Shein es uno de los mayores vendedores de ropa del mundo.
Su modelo se basa en lanzar hasta 10.000 productos nuevos al día, con precios que rara vez superan los 10 dólares. Este enfoque ha revolucionado el comercio electrónico, pero a costa de profundos impactos sociales y medioambientales.

Según Yale Climate Connections, una prenda puede pasar del diseño a la venta en solo 10 días.
Esta velocidad permite a Shein dominar redes como TikTok e Instagram, pero también impone una presión brutal sobre recursos naturales, energía, trabajadores y gestión de residuos. Cada paso del proceso —desde el tinte hasta la devolución de pedidos— suma emisiones.

Emisiones comparables a países

Un informe de Stand.earth advierte que Shein podría figurar como el país número 100 en emisiones globales.
En palabras del estudio publicado este mes: “Si SHEIN fuera un país, emitiría tanto como Líbano.” La empresa ha aumentado sus emisiones de Alcance 3 en más del 170% en solo dos años, especialmente en sus proveedores y socios logísticos.

La empresa también ocupa los peores puestos en reducción de emisiones y compromisos sostenibles.
Shein fue clasificada como el minorista más contaminante de la moda rápida. A diferencia de competidores que al menos publican metas net-zero o informes de circularidad, Shein continúa sin presentar estrategias concretas para revertir su tendencia.

El coste ecológico de la moda barata

La industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones globales de CO₂.
Eso es más que el transporte aéreo y marítimo combinados. Además, genera 92 millones de toneladas de residuos textiles cada año, lo que equivale a un camión de ropa incinerada o enterrada cada segundo. Shein, como principal exponente del modelo ultrarrápido, amplifica esta crisis.

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A esto se suma el consumo de agua, la contaminación química y los efectos sociales.
La moda rápida contribuye al agotamiento de acuíferos, al vertido de tintes en ríos y al trabajo precario en talleres mal regulados. En este contexto, el crecimiento de Shein no es un éxito, sino una amenaza estructural para el planeta.

Comprar rápido, contaminar más

El caso Shein refleja la contradicción más profunda de nuestro consumo contemporáneo: el deseo de inmediatez a costa del futuro.
No se trata solo de cuántas emisiones produce, sino de la velocidad con la que todo el sistema está diseñado para descartarse. Una camiseta que cuesta 5 euros y tarda dos días en llegar tiene un coste oculto que no pagamos en la caja: lo paga el clima, lo pagan los océanos, lo pagan generaciones futuras.

La industria de la moda necesita un cambio estructural, pero también lo necesitan los hábitos de los consumidores.
Mientras las instituciones presionan por una mayor transparencia climática y regulaciones más estrictas en comercio electrónico transfronterizo, el verdadero punto de inflexión está en cómo, cuánto y por qué compramos. No basta con reciclar: hay que desacelerar. La historia de Shein no es una anécdota aislada; es un espejo. Y frente a él, ya no podemos mirar hacia otro lado.

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