Europa Occidental vive su primavera más árida desde 1979
Alberto Noriega
3 julio 2025
4 min.
Mayo fue el segundo más cálido registrado globalmente. El noroeste de Europa vivió una sequía extrema con mínimos históricos de humedad y lluvias.
El mes de mayo de 2025 fue el segundo más cálido jamás registrado, según datos del programa Copernicus de la Unión Europea. La temperatura media global fue de 15,79 °C, superando en 1,4 °C los niveles preindustriales, con el noroeste de Europa sufriendo una de sus sequías más extremas desde que hay registros. El informe se publicó el 11 de junio y advierte de riesgos cada vez mayores si se sigue superando el umbral crítico de 1,5 °C de calentamiento. A medida que los sistemas climáticos se desestabilizan, la amenaza de puntos de no retorno se vuelve más real que nunca.
Mayo más cálido, planeta más seco
Según Copernicus, el mes de mayo de 2025 registró una temperatura media de 15,79 °C, solo 0,12 °C por debajo del récord de mayo de 2024. Aun así, fue 0,53 °C más cálido que la media 1991-2020 y 1,40 °C por encima de los niveles preindustriales (1850-1900). Esto significa que por primera vez desde agosto de 2024, el planeta volvió a cruzar el umbral simbólico de 1,5 °C que la comunidad internacional había prometido no superar. Este límite no es simbólico, sino estructural: más allá de él, aumentan los riesgos de colapsos en sistemas vitales como los océanos, el hielo polar, los bosques tropicales o el ciclo del agua.
Carlo Buontempo, director de Copernicus Climate Change Service (C3S), advirtió que no se trata de una anomalía puntual, sino de una señal de alerta. “Este respiro es solo eso: un respiro. La tendencia sigue siendo alarmante”, declaró. Con un planeta que ya se ha calentado 1,3 °C desde la Revolución Industrial, las Naciones Unidas prevén que el mundo se dirige hacia un aumento de 3,1 °C si no se toman medidas drásticas. De hecho, según el grupo de investigación Berkley Earth, aunque la probabilidad de que 2025 sea el año más caluroso ha bajado al 8 %, hay un 50 % de probabilidad de que sea el segundo más cálido.
Sequía sin precedentes en Europa
Pero el calor no fue el único fenómeno notable de mayo: el noroeste de Europa sufrió una sequía excepcional. Según el boletín climático mensual de Copernicus, la humedad del suelo y las precipitaciones fueron las más bajas desde al menos 1979 en esa región. La primavera cerró con el menor caudal fluvial desde que se llevan registros en 1992, afectando a ríos clave para la agricultura, la industria y el consumo humano. Este déficit hídrico no fue exclusivo de Europa: también se registraron condiciones secas en Norteamérica occidental, Sudamérica extratropical, el Cuerno de África, Asia central, China y el sur de Australia.
Las sequías tienen consecuencias estructurales: disminuyen los rendimientos agrícolas, aumentan los incendios forestales, y deterioran la calidad del agua. Además, contribuyen al aumento de precios de alimentos básicos y a la migración climática. En las ciudades, los efectos son cada vez más visibles. Un estudio de WaterAid concluyó que 44 % de los centros urbanos más poblados del mundo se están volviendo más secos, entre ellos Madrid, Barcelona, París y Berlín. Europa, históricamente considerada una zona templada y húmeda, se enfrenta ahora a una aridificación creciente.
El umbral de 1,5 °C ya no es seguro
Lo que antes se entendía como “límites de seguridad” para el calentamiento global, como el 1,5 °C acordado en París en 2015, ya no garantizan la estabilidad climática. Al cruzar ese umbral por segunda vez en menos de un año, el planeta da señales claras de que los efectos no están a décadas de distancia, sino que ya se están manifestando. La conexión entre un clima más cálido y la intensificación de sequías, incendios, olas de calor o tormentas es directa y está bien documentada por la ciencia. Lo que preocupa ahora es la frecuencia y la simultaneidad de estos fenómenos extremos.
Los científicos alertan de la posible activación de puntos de inflexión climáticos, como el colapso de la corriente del Atlántico o el deshielo irreversible de Groenlandia. Estos eventos, una vez activados, no pueden revertirse en escalas humanas de tiempo. Por eso, cada décima de grado cuenta. La sequía de Europa occidental y el calor de mayo no son accidentes, sino las consecuencias lógicas de un sistema climático que está siendo empujado fuera de equilibrio. Y mientras los informes científicos se acumulan, las acciones concretas siguen siendo insuficientes frente a la magnitud del desafío.