Un fósil de 1916 revela una nueva especie marina: El “delfín jurásico”

Un fósil hallado en 1916 revela una nueva especie de ictiosaurio en Canadá, el más completo del Jurásico Temprano en Norteamérica.
Un fósil descubierto hace más de un siglo en el río Elk de Columbia Británica ha sido identificado como una nueva especie de ictiosaurio del Jurásico Temprano. El estudio, publicado hoy en Paludicola, describe por primera vez al Fernatator prenticei, un reptil marino con apariencia de delfín y 190 millones de años de antigüedad. El espécimen es el más completo de su época hallado en América del Norte, y fue analizado por un equipo internacional liderado por la paleontóloga Judy Massare. El hallazgo cambia lo que sabíamos sobre los mares jurásicos en Canadá.
Fernatator, el delfín jurásico canadiense
Más de un siglo después de su hallazgo, un fósil olvidado se ha convertido en una de las piezas más importantes del registro marino jurásico de América del Norte. El Fernatator prenticei, nombrado así en honor a su descubridor T. Prentice y a la Formación Fernie donde fue hallado, representa un nuevo género y especie de ictiosaurio del Jurásico Temprano.
El fósil fue encontrado en 1916 mientras Prentice pescaba en el río Elk, pero permaneció sin ser clasificado formalmente hasta ahora. El equipo liderado por Judy Massare, del SUNY College en Brockport, analizó el esqueleto parcial y concluyó que pertenece a un tipo de reptil marino completamente nuevo. Con 190 millones de años de antigüedad, es el ejemplar de ictiosaurio más completo del Jurásico Temprano hallado en América del Norte.
Los ictiosaurios eran depredadores marinos que dominaban los océanos durante más de 150 millones de años. Con forma hidrodinámica y aletas caudales que se movían lateralmente, estos reptiles marinos recordaban a los delfines modernos en apariencia, aunque no en parentesco. Su adaptación al medio acuático es uno de los ejemplos más notables de evolución convergente en el registro fósil.
El hallazgo es doblemente relevante por su ubicación: la Columbia Británica no es tradicionalmente un punto caliente para ictiosaurios jurásicos. En contraste con las miles de piezas halladas en Europa (Reino Unido y Alemania), los registros de esta etapa en Norteamérica son muy escasos. Este nuevo espécimen no solo amplía el mapa paleogeográfico, sino que también ofrece claves sobre la diversidad de estos animales en los mares primitivos del hemisferio occidental.
Dos especies, un mismo océano perdido
La publicación del Fernatator llega apenas semanas después de otro anuncio paleontológico: el descubrimiento del plesiosaurio Traskasaura sandrae en la isla de Vancouver, también en Columbia Británica. Este reptil marino del Cretácico Tardío fue hallado por Mike Trask y su hija Heather en 1988, aunque no fue descrito oficialmente hasta mayo de 2023, convirtiéndose en el fósil emblemático de la provincia.
Los dos descubrimientos, separados por 105 millones de años, demuestran la riqueza y continuidad del registro fósil marino de la región. Mientras el Traskasaura vivió durante un mundo en plena expansión continental, el Fernatator habitó océanos más primitivos donde comenzaban a desarrollarse nuevas formas de vida marina tras la extinción del Triásico.
Además del valor científico, estos fósiles ilustran el papel fundamental de los hallazgos ciudadanos y museos locales. Tanto el esqueleto del Fernatator como el del Traskasaura fueron estudiados y conservados en el Museo Real de la Columbia Británica, donde jóvenes investigadores han podido contribuir directamente al conocimiento paleontológico global.
El museo alberga otros fragmentos de ictiosaurios encontrados en el norte de la isla de Vancouver y en el lago Williston, pero nunca se había hallado un ejemplar tan completo y bien preservado del Jurásico. Según los autores del estudio, este nuevo hallazgo “reescribe parte de la historia evolutiva temprana de los ictiosaurios norteamericanos”.
El valor de los fósiles olvidados
Este descubrimiento también revela la importancia de revisar colecciones antiguas con nuevas tecnologías y perspectivas. Durante décadas, el fósil permaneció almacenado sin un análisis completo, hasta que el interés de un equipo internacional y el acceso a técnicas modernas permitió su reidentificación.
A menudo, las colecciones de museo albergan tesoros inadvertidos que solo requieren una mirada renovada para transformarse en descubrimientos científicos de alto impacto. La historia del Fernatator prenticei es una prueba viviente—o fósil—de ello.
Los océanos que aún nos hablan
El Fernatator prenticei no es solo un nuevo nombre en el árbol evolutivo. Es una ventana a un mundo sumergido y remoto, donde criaturas que ya no existen dominaban mares que hoy forman parte del oeste de Canadá. Que un fósil olvidado durante más de un siglo emerja ahora como clave paleontológica es, en sí mismo, una lección de humildad científica.
En un momento en que la exploración del espacio y la inteligencia artificial acaparan la narrativa del futuro, este hallazgo recuerda que el pasado profundo aún tiene preguntas sin responder. Que el Jurásico canadiense esté menos documentado no lo hace menos rico; simplemente, aún no ha sido completamente escuchado.
Tal vez la historia de Fernatator no esté solo en los sedimentos, sino en la mirada paciente de quienes vuelven a revisar lo que otros ya dieron por visto. Porque a veces, el fósil más valioso no es el que se excava hoy, sino el que lleva un siglo esperando ser entendido.
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