Fracaso lunar de ispace: así fue el impacto según la NASA

Alberto Noriega     9 julio 2025     4 min.
Fracaso lunar de ispace: así fue el impacto según la NASA

El Orbitador Lunar de la NASA identifica el sitio donde el módulo japonés Resilience se estrelló en Mare Frigoris, en el norte de la Luna.

La NASA ha localizado el sitio exacto donde se estrelló el módulo lunar japonés Resilience, gracias a imágenes del Orbitador de Reconocimiento Lunar. El impacto ocurrió en Mare Frigoris, una región volcánica en el extremo norte de la Luna, a solo 2,4 kilómetros del punto previsto de aterrizaje. El módulo, desarrollado por la empresa ispace, perdió contacto a tan solo 192 metros de altura, provocando el segundo fracaso consecutivo de la compañía en misiones lunares. Las imágenes revelan una mancha oscura y un halo brillante de regolito desplazado, testigos silenciosos del siniestro.

Un cráter nuevo en el «Mar del Frío»

Las cámaras del Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO) detectaron una perturbación en la superficie de Mare Frigoris, una extensa llanura volcánica formada hace más de 3.500 millones de años. La zona del impacto fue identificada como una mancha oscura acompañada de un halo de regolito levantado, resultado del choque violento del módulo. El sitio, ubicado a unos 60.5° de latitud norte y 4.6° de longitud oeste, fue elegido cuidadosamente por ispace para mantener conexión directa con la Tierra durante el descenso.

No es la primera vez que ispace apunta a esta región: su misión anterior, Hakuto-R M1, también falló en un intento de aterrizaje lunar cercano en 2023. En esta ocasión, el módulo Resilience descendía hacia la superficie con éxito hasta que, a las 4:17 a.m. JST del 5 de junio de 2025, se perdió la comunicación. El error se debió a un fallo en el telémetro láser que impidió calcular correctamente la altitud, provocando una caída sin freno.

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El ojo que todo lo documenta

El LRO es el gran notario de los impactos lunares. Desde su lanzamiento en 2009, ha generado más de 480 terabytes de datos y ha registrado con precisión choques de diversas misiones, como Chandrayaan-2 (India) y Luna-25 (Rusia). Para encontrar estos puntos de impacto, los científicos comparan imágenes nuevas con registros previos, detectando cambios sutiles en el terreno. En el caso de Resilience, la nave dejó una firma visual clara: una zona oscura excavada en el regolito y un halo brillante que se extiende hacia fuera, causado por partículas expulsadas a baja altitud.

Este tipo de análisis no solo permite documentar los fracasos, sino también entender mejor la mecánica de los aterrizajes lunares, la composición del terreno y las condiciones que enfrentan futuras misiones. El impacto de Resilience fue localizado a solo 1,5 millas de su punto de destino original, un detalle que subraya la precisión pero también los riesgos técnicos de este tipo de operaciones.

Tecnología prometedora, margen de error estrecho

Resilience transportaba a bordo varios instrumentos importantes, entre ellos el microrover europeo Tenacious, de 5 kg, que debía recolectar muestras de regolito y realizar la primera transferencia comercial de material lunar a la NASA. Otra carga notable era una pieza artística: la «Moonhouse», una réplica a escala de una casa sueca tradicional creada por el artista Mikael Genberg. Ambos artefactos fueron destruidos en el impacto.

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El módulo falló a segundos del contacto, cuando los sistemas de navegación detectaron una altitud errónea de “0 metros”, señal de que el descenso controlado no se había producido. El error recuerda al de Hakuto-R M1, cuya altitud fue malinterpretada por el software tras sobrevolar un cráter. La repetición de fallos evidencia los desafíos persistentes para las misiones privadas, incluso en proyectos técnicamente avanzados.

El costo de soñar con la Luna

Con dos fracasos consecutivos, ispace enfrenta una encrucijada. Su ambición de convertirse en líder del transporte lunar comercial se ha visto golpeada por errores técnicos en fases críticas. Las pérdidas no son solo económicas, sino también simbólicas y científicas, al dejar en la Luna un rastro de lo que pudo haber sido: un rover que nunca rodó y una casa que nunca alzó sus paredes.

La Luna como espejo de la ambición humana

El cráter de Resilience en Mare Frigoris es más que un fallo técnico: es un testimonio visible de los límites que aún enfrentan las misiones privadas en el espacio profundo. Cada intento fallido es también una curva de aprendizaje, una huella que amplía nuestra comprensión de lo que significa operar más allá de la atmósfera. Mientras la NASA observa desde la órbita y los científicos analizan cada píxel de regolito desplazado, queda claro que explorar la Luna sigue siendo una empresa cargada de riesgo, precisión quirúrgica y enorme humildad tecnológica.

Aun así, la carrera continúa. Lo que hoy es una mancha oscura sobre un mar antiguo podría ser, en el futuro, una marca de inicio para las nuevas generaciones de exploradores. Porque incluso los errores, cuando se miran desde la distancia adecuada, brillan como señales de avance.

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