La gran promesa del reciclaje nuclear: ¿realidad científica o espejismo costoso?

Alberto Noriega     8 diciembre 2025     5 min.
La gran promesa del reciclaje nuclear: ¿realidad científica o espejismo costoso?

El reciclaje de residuos nucleares promete reducir desechos y generar energía, pero sigue siendo caro, complejo y lleno de riesgos.

El debate sobre qué hacer con los residuos nucleares vuelve al centro de la discusión global mientras expertos revisan si su reciclaje es viable. Países con grandes programas atómicos estudian tecnologías que permitan extraer energía de combustible gastado, una propuesta presentada como solución climática. La pregunta, planteada por científicos, reguladores y la industria, es si esta opción es realmente segura, rentable y escalable. La discusión se intensifica ahora que varios gobiernos buscan reducir emisiones sin incrementar la dependencia de combustibles fósiles.

Un legado de accidentes que marca la percepción pública

El peso histórico del sector nuclear explica parte de la resistencia actual. Tres Mile Island (1979), Chernóbil (1986) y Fukushima (2011) dejaron heridas profundas en la memoria colectiva y transformaron la energía nuclear en un asunto socialmente sensible. Estos eventos, aunque infrecuentes, demostraron que un solo fallo puede tener consecuencias duraderas para el medio ambiente y para las comunidades.
Esa sombra sigue condicionando cada debate sobre la expansión nuclear.

A pesar de ello, la energía nuclear continúa siendo uno de los pilares del suministro eléctrico de varios países. En los años 90 llegó a generar el 17% de la electricidad global, una cifra que hoy se ha reducido al 9% por falta de inversión, altos costes y desconfianza pública. Sin embargo, en un escenario de urgencia climática, muchos gobiernos contemplan su retorno como una estrategia para abandonar los combustibles fósiles.
El reto, sin embargo, sigue siendo el mismo: qué hacer con los residuos radiactivos que duran miles de años.

Qué es el residuo nuclear y por qué es tan difícil gestionarlo

El ciclo nuclear parte de un proceso simple: la fisión del uranio-235, que al dividirse libera calor, neutrones y productos de fisión altamente radiactivos. Pero a medida que el combustible se agota, la acumulación de estos fragmentos impide que la reacción sea eficiente y obliga a reemplazar las barras, que se convierten en residuos.

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Científicamente, el residuo nuclear no es homogéneo. El 97% del volumen generado por la industria corresponde a residuos de baja o media actividad, como guantes, herramientas o componentes ligeramente contaminados. Estos residuos se compactan o incineran y se almacenan en instalaciones superficiales.

El problema real está en el residuo de alta actividad (HLW), que aunque supone una fracción mínima del volumen —por ejemplo, solo el 0,2% en Francia tras el reprocesado— contiene casi toda la radiactividad. Este material permanece caliente durante décadas y debe ser enfriado en piscinas profundas antes de pasar a contenedores blindados. Su tratamiento requiere vigilancia de siglos y, a largo plazo, almacenamiento geológico profundo en formaciones rocosas estables. Actualmente, solo Finlandia y Suecia han avanzado hacia instalaciones definitivas.

La mayoría de países opta por un modelo “once-through”: utilizar el combustible una vez, almacenarlo y planificar su confinamiento. Estados Unidos, por ejemplo, abandonó planes de reprocesamiento debido al riesgo de proliferación nuclear, la dificultad técnica y el coste.Es un sistema seguro, pero no reduce el volumen ni el potencial energético desaprovechado.

El reciclaje nuclear: promesa técnica o ilusión costosa

La idea del reciclaje nuclear, también llamado reprocesamiento, parte de una realidad sorprendente: incluso después de su uso, el combustible gastado conserva entre el 95% y el 96% de su uranio original, y aproximadamente un 1% de plutonio que puede reutilizarse. Esto significa que la mayor parte del potencial energético permanece intacta.

El proceso consiste en disolver las barras gastadas en ácido nítrico para separar uranio y plutonio, que pueden transformarse en combustible MOX (óxidos mixtos). Este ciclo permitiría extraer más energía y reducir ligeramente la cantidad de residuos.
Pero los inconvenientes son notorios: costes altísimos, complejidad operativa, infraestructuras extremadamente blindadas y riesgos de desvío de plutonio para armas.

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Por ello, solo Francia, Rusia y parcialmente Japón han desarrollado reprocesamiento comercial a gran escala. La mayoría del mundo lo considera demasiado caro y poco eficiente frente al ciclo abierto. Un informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) subraya que, incluso con las técnicas modernas, el residuo final continúa siendo radiactivo durante miles de años y requiere igualmente almacenamiento geológico. El reciclaje no elimina el problema: solo lo reorganiza.

Los nuevos reactores y la idea del “ciclo cerrado”

El auge de los reactores de cuarta generación, en desarrollo en Europa, EEUU y China, ha reactivado el debate. Estos diseños —como los reactores rápidos o los de sales fundidas— prometen utilizar el plutonio y el uranio residual de forma más eficiente, reduciendo hasta en un 80-90% la vida radiactiva de ciertos residuos.
Sin embargo, se trata de tecnologías prototípicas, aún muy lejos de una operación comercial masiva.

El desarrollo de un “ciclo cerrado”, donde prácticamente todo el combustible se reutiliza, implicaría inversiones multimillonarias, coordinación internacional y salvaguardas extremadamente estrictas. La cuestión es si los países están dispuestos a asumir ese coste cuando las energías renovables siguen abaratándose y expandiéndose.
La economía —no la ciencia— puede ser la verdadera barrera.

El contexto climático empuja a reconsiderar opciones

El incremento de emisiones globales y los compromisos climáticos hacen que algunos gobiernos vuelvan a mirar el reciclaje nuclear como parte de una estrategia de seguridad energética. Francia defiende su modelo de reprocesamiento para mantener bajos sus niveles de CO₂, mientras China explora instalaciones propias. Aun así, los estudios concluyen que ninguna estrategia de reciclaje elimina la necesidad de repositorios profundos.

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