El histórico saneamiento del Sena pone fin a un siglo de prohibición para nadar en sus aguas

Alberto Noriega     23 septiembre 2025     4 min.
El histórico saneamiento del Sena pone fin a un siglo de prohibición para nadar en sus aguas

Tras cien años de contaminación, París reabre su río más emblemático al baño gracias a una inversión de 1.400 millones de euros que lo convirtió en un símbolo olímpico y climático.

El 5 de julio de 2025, París celebró un momento histórico: el fin de la prohibición de nadar en el río Sena, vigente desde 1923 por sus altos niveles de contaminación. Tras un siglo de aguas cargadas de bacterias fecales, residuos industriales y vertidos urbanos, la capital francesa logró restaurar la salud del río gracias a un plan de saneamiento de 1.400 millones de euros ejecutado con vistas a los Juegos Olímpicos de 2024.

Lo que comenzó como un ambicioso reto olímpico terminó siendo un proyecto de resiliencia urbana: devolver a los parisinos y turistas el derecho a bañarse en uno de los paisajes más icónicos del mundo, bajo la sombra de la Torre Eiffel o junto a la catedral de Notre Dame.

De vertedero a destino olímpico

Durante décadas, el Sena fue un ejemplo de degradación ambiental. En los años 70, el 60% de las aguas residuales de París se vertían sin tratar, y la biodiversidad se redujo a apenas tres especies de peces. El antiguo sistema de alcantarillado, diseñado por el barón Haussmann en el siglo XIX, colapsaba con cada lluvia intensa, enviando aguas negras directamente al río.

El giro llegó con las presiones del calendario olímpico. Se construyó un enorme tanque subterráneo de retención para evitar desbordamientos de aguas fecales y se modernizaron las plantas de tratamiento de toda la región. El esfuerzo dio frutos: en 2023, los análisis mostraban que el Sena era apto para el baño siete de cada diez días.

Pexels Pixabay 161853

El legado fue inmediato: de tres especies de peces se pasó a 32 y los triatletas olímpicos nadaron en sus aguas, un hecho impensable hace solo una década.

Tres playas urbanas en el corazón de París

Hoy, los bañistas disfrutan de tres zonas delimitadas: una frente a la Torre Eiffel, otra cerca de Notre Dame y una tercera en el este de la ciudad. Con capacidad para 1.000 personas al día de manera gratuita, el Sena se ha convertido en la nueva playa urbana de los parisinos.

El entusiasmo no se limita a los locales. “No todos los días puedes decir que nadaste en el Sena, rodeado de algunos de los monumentos más famosos del planeta”, contó el turista belga Tiné Leandro. Para muchos, nadar en estas aguas simboliza tanto un logro ambiental como un acto cultural.

Un legado político y climático

La reapertura del Sena fue uno de los últimos grandes proyectos de la alcaldesa Anne Hidalgo, que también transformó las riberas del río en paseos peatonales y plantó 130.000 árboles en la ciudad. Según Airparif, la capital redujo en un 50-55% sus contaminantes atmosféricos desde 2005, mientras los límites de velocidad bajaron la siniestralidad vial y el ruido urbano.

Pexels Pierre Blache 651604 3009663

El proyecto, sin embargo, no se limita al orgullo local. Coincidiendo con una ola de calor récord en Francia, Hidalgo enmarcó la reapertura como una estrategia de adaptación al cambio climático: ofrecer refugios frescos en plena ciudad para mitigar los impactos de futuros veranos cada vez más extremos.

Desafíos y dudas

No todos comparten el entusiasmo. Antes de los Juegos de 2024, el Sena reprobó varios test de calidad del agua, y circularon reportes de atletas enfermos tras competir. En redes sociales, algunos usuarios ironizaron sobre “cadáveres y reliquias de guerra” en el fondo del río.

Los expertos piden cautela: “El progreso es real, pero mantener el Sena limpio requerirá financiación estable y presión ciudadana para reforzar la legislación contra la contaminación”, advirtió el hidrólogo Matthew Heberger.

Aun con dudas y cierres puntuales tras episodios de lluvia, más de 40.000 personas se han bañado en el Sena desde julio. Lo que hace un siglo era un río muerto y prohibido, hoy es un ejemplo global de cómo la inversión pública, la ciencia y la presión ciudadana pueden devolver la vida a un ecosistema degradado. El Sena vuelve a ser, literalmente, un río vivo en el corazón de París: romántico, útil y resiliente frente al futuro climático.

Comentarios cerrados