Innovación e inversión en la transición energética: Perspectivas para 2024

Alberto Noriega     24 enero 2024     5 min.
Innovación e inversión en la transición energética: Perspectivas para 2024

Descubre cómo la combinación de innovación e inversión está impulsando la transición hacia una energía más sostenible y qué significa esto.

La transición energética, un pilar fundamental para alcanzar un futuro más sostenible, depende en gran medida de la sinergia entre la innovación y la inversión. Con la convergencia de tecnología, capital y políticas en apoyo de la generación de energías renovables y la optimización de sistemas basada en datos, el panorama global de las energías renovables prevé un crecimiento de más del 60% para 2026 en comparación con los niveles de 2020.

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La transición energética en 2024 se enfrenta a un panorama complejo y desafiante, marcado por avances significativos y obstáculos persistentes. Según BloombergNEF, el año pasado cerró con un tono positivo para la transición global de la energía, destacando acuerdos clave alcanzados en la COP28. Estos incluyen el objetivo de triplicar la energía renovable para 2030, transitar hacia la eliminación de los combustibles fósiles, y acelerar la mejora en la eficiencia energética y la reducción de emisiones de metano. Para 2030, se prevé una flota global instalada de 10.5 teravatios de energías renovables, casi el triple de la capacidad de 2022, lo cual es esencial para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas a mediados de siglo.

El transporte de cero emisiones también está avanzando. Las ventas de vehículos eléctricos en 2023 aumentaron un 33% respecto al año anterior, y se espera que para 2026, representen casi un tercio de las ventas globales de automóviles. Además, los precios de los módulos fotovoltaicos solares y las baterías de iones de litio han disminuido, ofreciendo un acceso más económico a las tecnologías limpias. Estos desarrollos positivos se producen después de dos años de crisis energética, interrupciones en la cadena de suministro, y volatilidad macroeconómica y geopolítica.

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Por otro lado, según S&P Global Market Intelligence, la transición energética ha avanzado durante la última década, pero ha enfrentado desafíos macroeconómicos y geopolíticos desde 2022. En 2024, los participantes del mercado energético y minero enfrentarán vientos en contra, ya que las tasas de interés elevadas y el lento crecimiento económico afectarán las decisiones de inversión. Las empresas de energía y servicios públicos también se enfrentan a desafíos a corto plazo para el despliegue de infraestructura energética renovable y tradicional. Las complejas vías regulatorias y la inflación persistente están presionando la economía de varios proyectos, especialmente los de energía eólica marina.

En resumen, la transición energética en 2024 representa un equilibrio entre avances significativos y desafíos continuos. A pesar de los logros en el aumento de la capacidad de energías renovables y el crecimiento en la adopción de vehículos eléctricos, las condiciones macroeconómicas y los desafíos regulatorios y de infraestructura siguen siendo obstáculos importantes. La cooperación entre los sectores de energía, minería, y los gobiernos será crucial para superar estos desafíos y avanzar hacia un futuro energético más sostenible.

La transición energética en 2024: Desafíos y perspectivas

A medida que nos adentramos en 2024, la transición energética global enfrenta desafíos significativos, pero también oportunidades prometedoras. El año 2023 cerró con un tono positivo para la transición energética global, marcado por acuerdos clave en la COP28, que incluyen el objetivo de triplicar la energía renovable para 2030, la transición hacia la eliminación de los combustibles fósiles y la aceleración de la eficiencia energética y la reducción de emisiones de metano. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas para 2050.

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El informe de Womble Bond Dickinson sobre la Perspectiva de la Transición Energética para 2024 indica una nueva fase en el viaje multigeneracional hacia el Net Zero. A pesar de que un 56% de los encuestados están profundizando su enfoque en su estrategia de transición, también hay una creciente conciencia sobre el impacto económico y de costos. Los resultados sugieren una comprensión creciente de la escala de la modernización de la red existente y de la nueva infraestructura necesaria para apoyar la generación de recursos renovables. El papel crítico del apoyo gubernamental ha cobrado una nueva prominencia.

Aunque se ha logrado un progreso significativo, como el aumento en las ventas de vehículos eléctricos y la disminución de los precios de los módulos fotovoltaicos solares y las baterías de iones de litio, persisten desafíos importantes. Las complejas vías regulatorias y la inflación continúan presionando la economía de varios proyectos de energía renovable, particularmente la energía eólica marina. Además, algunas compañías energéticas están moderando sus compromisos anteriores de cero emisiones netas, reflejando un enfoque creciente en la seguridad energética y una señal de que los combustibles fósiles seguirán siendo parte de nuestra mezcla energética durante algún tiempo.

En conclusión, la transición energética en 2024 representa un equilibrio entre avances significativos y desafíos continuos. La cooperación entre los sectores de energía, minería, y los gobiernos será crucial para superar estos desafíos y avanzar hacia un futuro energético más sostenible. La participación de las principales compañías petroleras en la cumbre climática de la ONU COP28, aunque criticada por muchos, aporta pragmatismo a la transformación energética global. La industria de los combustibles fósiles puede desempeñar un papel crucial en el logro de los objetivos del Acuerdo de París, pero la transición requerirá un enfoque que equilibre la seguridad energética con la urgencia de reducir las emisiones globales.

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