La inversión global en renovables crece un 10% en 2025 pese al retroceso de Trump

La inversión en renovables alcanzó 386.000 millones de dólares en el primer semestre de 2025, un 10% más, pese a los retrocesos climáticos de Trump.
La inversión mundial en energías renovables alcanzó un récord de 386.000 millones de dólares en el primer semestre de 2025, un 10% más que en 2024, según el informe de Zero Carbon Analytics. El dato confirma que el sector mantiene un crecimiento sólido a pesar de los retrocesos impulsados por la administración de Donald Trump en EE. UU., que ha desmantelado programas climáticos y cancelado proyectos de bajas emisiones. A escala global, la inversión energética total rondará los 3,3 billones de dólares este año, de los cuales más de 2,2 billones se destinarán a tecnologías limpias, frente a 1 billón en fósiles. El informe coincide con otro estudio que muestra cómo grandes empresas y estados norteamericanos mantienen sus metas de neutralidad climática, incluso frente a la política federal hostil.
Renovables en ascenso pese a la desaceleración
El crecimiento del 10% registrado en 2025 supone una ligera moderación respecto a los aumentos del 12% en 2024 y del 17% en 2023, pero los analistas destacan que la tendencia se mantiene estable y resistente. “Esto muestra la fortaleza subyacente del sector”, señaló Joanne Bentley-McKune, investigadora del grupo.
La inversión en energía eólica terrestre y marina fue la gran protagonista del semestre, con un alza de un 25% hasta los 126.000 millones de libras, especialmente impulsada por proyectos en China y Europa, líderes en capacidad instalada. A ello se suman los 470.000 millones en financiación futura anunciados desde enero, de los cuales tres cuartas partes se destinan a redes eléctricas y transmisión: un punto clave, ya que la obsolescencia de infraestructuras ha sido un cuello de botella para la expansión renovable.
El mensaje es claro: pese a las tensiones políticas en EE. UU., la transición energética sigue avanzando, y las renovables se consolidan como pilar estratégico en la lucha contra el cambio climático y en la competitividad económica global.
Empresas y estados, contrapeso a la Casa Blanca
El desmantelamiento de programas climáticos por parte de Trump —incluida la salida del Acuerdo de París— no ha detenido a las empresas ni a los estados norteamericanos. El informe del Net Zero Tracker revela que 304 grandes compañías estadounidenses tienen ya objetivos de neutralidad climática, frente a 279 en 2024. Estas empresas representan dos tercios de los ingresos corporativos de EE. UU., unos 12 billones de dólares a escala global.
Además, 19 estados se mantienen firmes en sus compromisos de reducción de emisiones, alineados con la UE, China y otras regiones donde la política climática marca la competitividad. “La idea de una recesión del net zero está sobredimensionada. Más empresas están pasando de marcar casillas a recortes reales de emisiones”, explicó John Lang, autor principal del informe.
Este contrapeso subnacional y corporativo refuerza la resiliencia del sector, en un escenario en el que el mercado internacional y los compromisos regulatorios en otras regiones empujan a las empresas estadounidenses a no quedarse atrás en la carrera tecnológica y económica verde.
Entre aspiraciones y acción real
Aunque las cifras de inversión son históricas, los expertos advierten que la velocidad no es suficiente para cumplir los objetivos climáticos. Persisten importantes brechas entre los compromisos anunciados y las medidas implementadas, tanto en gobiernos como en corporaciones.
Para Thomas Hale, profesor de políticas públicas en Oxford, el reto va más allá de la política: “Las empresas estadounidenses saben que deben mantener el ritmo de la UE y China, donde la política climática moldea cada vez más la competitividad. El net zero ya no es solo un debate político, sino una carrera por asegurar los mercados, la inversión y los empleos del futuro”.
La conclusión de los informes es clara: la transición energética avanza más rápido de lo que algunos líderes políticos quisieran admitir, impulsada por la lógica de mercado, las presiones sociales y la urgencia climática. El mundo se mueve hacia un futuro bajo en carbono, aunque la distancia entre la retórica y la acción siga siendo el mayor desafío.
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