Los lobos extintos vuelven a aullar y la IA ya está intentando descifrar su lenguaje

Colossal Labs publicará este año los primeros aullidos grabados de lobos terribles recreados genéticamente, analizados con IA para entender su “lenguaje”.
Colossal Labs, la empresa de biotecnología que busca traer especies extintas al presente, ha anunciado que publicará este año las primeras grabaciones reales del aullido del lobo terrible, una especie desaparecida hace más de 10.000 años. El proyecto, liderado por el fundador Ben Lamm, utiliza inteligencia artificial para analizar los patrones acústicos de estos animales recreados mediante ingeniería genética, entre ellos los jóvenes Romulus, Remus y Khaleesi. Las grabaciones forman parte de un ambicioso esfuerzo por descifrar un nuevo lenguaje animal a través del análisis de tono, inflexión y estructura vocal. Los lobos residen en un santuario secreto en Estados Unidos y están siendo monitoreados con herramientas punteras de bioacústica y vigilancia.
IA para entender el aullido del pasado
No se trata solo de grabar sonidos, sino de interpretar un posible lenguaje perdido. El proyecto bioacústico de Colossal Labs combina micrófonos de alta sensibilidad, visión computacional y modelos de deep learning auto-supervisados para mapear los aullidos de lobos terribles como eventos acústicos complejos.
Los algoritmos desarrollados por la compañía logran identificar vocalizaciones individuales, coros grupales y establecer métricas clave como la identidad del grupo o la jerarquía del paquete. Con más de un 92% de precisión en entornos ruidosos, los modelos permiten estudiar la estructura fonética de cada aullido y distinguir modulaciones únicas de cada ejemplar. Ben Lamm lo define como “el inicio de una nueva disciplina: la lingüística del lobo”.
La iniciativa no se limita a animales recreados. Colossal colabora también con Yellowstone Forever para aplicar estas tecnologías en la conservación de lobos salvajes. Con dispositivos GrizCam —cámaras-trampa con grabación acústica— instalados en el ecosistema de Yellowstone, el sistema recopila datos en tiempo real. Esta tecnología ya permite estimar la composición de manadas salvajes sin necesidad de rastreo físico, abriendo la puerta a su uso en múltiples hábitats en conflicto con poblaciones humanas.
Romulus, Remus y el regreso de Khaleesi
Los protagonistas de esta historia nacieron en laboratorio, pero su comportamiento es salvajemente auténtico. Romulus y Remus, los primeros lobos terribles nacidos tras su de-extinción, llegaron al mundo el 1 de octubre de 2024. Khaleesi, la primera hembra, nació el 31 de enero de 2025. Todos presentan un pelaje blanco brillante, resultado de modificaciones genéticas aún no revisadas por pares, inspiradas en teorías paleogenéticas sobre su posible coloración original.
Desde las dos semanas comenzaron a aullar, mostrar conductas de acecho y evitar el contacto humano. A los seis meses, Romulus mide casi 1,20 metros y pesa 80 kilos, con potencial de alcanzar 150 al madurar. Remus, más cauteloso al principio, ha desarrollado una personalidad exploradora y dominante, mientras que Khaleesi avanza en etapas más tempranas de desarrollo.
Estos animales no son mascotas ni prototipos domesticables. Son tratados como auténticos lobos salvajes: están protegidos por vallas de 3 metros, drones de vigilancia y cámaras activas las 24 horas. Su santuario permanece en secreto para garantizar su seguridad y la integridad del proyecto, que combina biotecnología, etología y conservación avanzada.
¿Una lengua animal por descifrar?
Colossal no solo está intentando revivir una especie: está tratando de descifrar su idioma, entender cómo comunican emoción, alerta, afecto o territorio. La pregunta científica más ambiciosa no es si los lobos aúllan, sino qué intentan decir cuando lo hacen, y si esos mensajes pueden categorizarse como una forma primitiva de lenguaje.
Los avances en inteligencia artificial permiten estudiar el tono, la duración, la frecuencia armónica y la variación entre individuos. Es posible que, con suficientes datos, se pueda construir una gramática básica de intenciones animales. ¿Puede una máquina traducir el miedo o la lealtad de un lobo? ¿Puede una red neuronal predecir cuándo está llamando a su manada?
Este trabajo podría tener aplicaciones no solo para especies recreadas, sino para todas aquellas en peligro cuya comunicación aún no comprendemos. Si conseguimos leer las señales de una especie extinta, ¿cuántos conflictos con especies vivas podríamos evitar simplemente aprendiendo a escuchar?
El aullido como código: futuro y dilema
El proyecto de Colossal plantea un escenario fascinante: una IA que traduce emociones animales, una humanidad que revive especies extintas y una ciencia que se atreve a descifrar lo que antes solo era instinto. En ese cruce entre lo imposible y lo ético, aparecen nuevas preguntas: ¿hasta dónde llega nuestra capacidad de manipular lo biológico? ¿Estamos resucitando especies o inventando nuevas?
La idea de que un lobo prehistórico pueda comunicarse con su manada gracias a un micrófono, una red neuronal y una base de datos parece salida de la ciencia ficción, pero es ya una realidad técnica. El reto será no solo comprender lo que aúllan, sino decidir qué hacer con ese conocimiento. Porque si entendemos lo que dicen, ya no podremos ignorarlo. Y entonces, quizá, sea nuestra especie la que deba aprender un nuevo lenguaje. Uno más salvaje, más antiguo, y quizás más honesto.
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