Los niveles récord de CO₂ en 2024 comprometen al planeta a un calentamiento prolongado, advierte la ONU
El CO₂ atmosférico alcanzó niveles récord en 2024, superando las 425 partes por millón, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
El año 2024 marcó un punto de inflexión en la historia climática reciente. Según el nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la concentración de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera aumentó más que nunca, alcanzando niveles récord que comprometen al planeta a un calentamiento a largo plazo.
El CO₂, principal gas de efecto invernadero, superó las 425 partes por millón (ppm), lo que representa un 50% más que los niveles preindustriales de 280 ppm. La OMM atribuye este aumento tanto a la actividad humana —quema de combustibles fósiles, deforestación y procesos industriales— como al incremento de emisiones derivadas de incendios forestales. “El calor atrapado por el CO₂ y otros gases de efecto invernadero está acelerando el cambio climático y provocando fenómenos meteorológicos extremos. Reducir las emisiones es esencial no solo para el clima, sino para nuestra seguridad económica y el bienestar de las comunidades”, advirtió Ko Barrett, secretaria general adjunta de la OMM.
Más de la mitad del CO₂ emitido permanece en la atmósfera
Cada año, aproximadamente la mitad del CO₂ emitido permanece en la atmósfera, mientras que el resto es absorbido por los sumideros naturales de carbono, como los océanos y los bosques. Sin embargo, la OMM alerta de que estos sistemas están perdiendo su capacidad de absorción.
Los océanos más cálidos retienen menos gas disuelto, y los bosques, cada vez más secos y expuestos a incendios, liberan parte del carbono que antes almacenaban. “Existe una preocupación creciente de que los sumideros terrestres y oceánicos de CO₂ se estén volviendo menos eficaces, lo que incrementará la cantidad de carbono que permanece en la atmósfera y acelerará aún más el calentamiento global”, señaló Oksana Tarasova, científica principal de la OMM. Este proceso genera un círculo vicioso climático: a mayor temperatura, menor absorción de carbono, y por tanto, más calor retenido.

El aumento de metano y óxido nitroso agrava el problema
Además del CO₂, los niveles de metano (CH₄) y óxido nitroso (N₂O) —los otros dos grandes gases de efecto invernadero— también alcanzaron máximos históricos en 2024.
El metano, pese a representar solo una pequeña fracción de la atmósfera (0,0002%), tiene un poder de calentamiento 80 veces superior al del CO₂ en los primeros 20 años tras su emisión. Su concentración es hoy 166% más alta que antes de la Revolución Industrial, siendo responsable de una cuarta parte del calentamiento global.
Aproximadamente el 60% de las emisiones de metano son de origen humano, principalmente por fugas en la producción y transporte de combustibles fósiles, vertederos, agricultura intensiva y ganadería. El resto proviene de fuentes naturales como humedales, incendios, océanos y permafrost en deshielo.
El óxido nitroso, tercer gas más relevante, está asociado al uso masivo de fertilizantes nitrogenados y estiércol. En 2024, su concentración alcanzó 338 partes por mil millones (ppb), un 25% más que el nivel preindustrial de 270 ppb. Este gas no solo contribuye al calentamiento global, sino que también destruye la capa de ozono.
Una advertencia sobre el futuro del planeta
Los científicos alertan de que los datos de 2024 ponen en riesgo los objetivos del Acuerdo de París, que busca limitar el calentamiento global a 1,5 °C. Con las actuales concentraciones de gases de efecto invernadero, el planeta ya está comprometido a décadas de temperaturas más altas, incluso si las emisiones se reducen de forma drástica en el corto plazo.
El registro histórico del Observatorio de Mauna Loa (Hawái), que mide los niveles de CO₂ desde 1958, muestra una curva ascendente constante. Más del 60% del aumento total ha ocurrido desde 1990, reflejo directo de la expansión económica impulsada por los combustibles fósiles.

La OMM subraya que los gases de efecto invernadero no solo alimentan el cambio climático, sino que también amenazan la estabilidad económica y la salud humana, al exacerbar sequías, incendios, olas de calor y contaminación atmosférica. “Estamos ante una bomba climática de relojería”, advierte Barrett. “Cada molécula de CO₂ que emitimos hoy permanecerá en la atmósfera durante siglos. Las decisiones que tomemos en esta década determinarán el clima del próximo milenio.”
El punto de no retorno de los sumideros naturales
El informe también plantea una inquietud a largo plazo: si los sumideros naturales —bosques y océanos— alcanzan un punto crítico, podrían convertirse en emisores netos de carbono.
Los bosques boreales, cada vez más castigados por incendios y plagas, y los océanos saturados de calor, podrían dejar de ser aliados climáticos. De ocurrir, los científicos advierten que el ritmo del calentamiento se aceleraría de forma irreversible.
Para evitarlo, la ONU pide reducir las emisiones de forma inmediata y profunda, aumentar la protección de ecosistemas naturales y avanzar hacia energías limpias y sistemas agrícolas sostenibles.
Una década decisiva
Los niveles récord de CO₂, metano y óxido nitroso alcanzados en 2024 confirman que la humanidad sigue avanzando en la dirección equivocada. Las políticas actuales son insuficientes para frenar el calentamiento, y el margen para evitar impactos irreversibles se estrecha rápidamente.
Como recuerda el informe, el CO₂ no solo calienta el planeta: lo compromete a largo plazo. La atmósfera que hoy respiramos determinará el clima de las próximas generaciones. “No se trata solo de números en una gráfica”, concluye Tarasova. “Se trata del futuro habitable del planeta Tierra.”
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