Nueva evidencia sugiere que las células madre podrían frenar mecanismos clave del Alzheimer
Longeveron presenta datos de Fase 2 que muestran que su terapia con células madre redujo la inflamación cerebral en pacientes con Alzheimer leve.
La biotecnológica Longeveron presentó el 1 de diciembre de 2025 nuevos resultados de su ensayo Fase 2 CLEAR MIND que muestran que su terapia experimental con células madre laromestrocel reduce significativamente la inflamación cerebral en personas con enfermedad de Alzheimer leve. Los hallazgos, revelados durante la conferencia Clinical Trials on Alzheimer’s Disease celebrada en San Diego, indican mejoras medibles en múltiples regiones cerebrales a las 39 semanas de tratamiento. El avance se produce en un momento en que el campo busca alternativas más allá de los anticuerpos antiamiloide recientemente aprobados.
Un nuevo enfoque que apunta a la neuroinflamación, no solo al amiloide
El Alzheimer ha estado dominado en los últimos años por terapias dirigidas a eliminar los depósitos de amiloide, como lecanemab y donanemab, consideradas hitos pero objeto de debates sobre riesgos, costes y alcance. La apuesta de Longeveron se centra en un mecanismo distinto: la neuroinflamación, un proceso que contribuye a la pérdida de neuronas y la progresión clínica de la enfermedad.
Los datos presentados en San Diego ofrecen una señal clara. Pacientes tratados con laromestrocel, una terapia basada en células madre mesenquimales, mostraron reducciones estadísticamente significativas en agua libre, un biomarcador de resonancia magnética que refleja la inflamación cerebral. La mejora fue especialmente notable en el hipocampo, región clave para la memoria y una de las primeras afectadas en el Alzheimer.
En el grupo de dosis alta, la reducción alcanzó un valor p=0.004, mientras que la dosis intermedia llegó a p=0.037, ambos con ocho pacientes por cohorte. La compañía señaló que estas mejoras se correlacionaron con un mejor mantenimiento del volumen hipocampal y con tendencias favorables en variables clínicas.
La amplitud del efecto también es relevante: 13 de las 14 regiones examinadas mostraron reducción de inflamación a las 39 semanas. Además del hipocampo, las cortezas temporal, occipital y parietal ofrecieron señales estadísticamente significativas, sugiriendo un impacto que va más allá de una única región.
Joshua Hare, cofundador y presidente ejecutivo de Longeveron, afirmó que “laromestrocel ofrece el potencial de abordar la patología subyacente del Alzheimer”, destacando el carácter multifuncional de las células madre, capaces de modular respuestas inflamatorias, secretar factores neuroprotectores y regular el microentorno cerebral.
El ensayo CLEAR MIND ha seguido generando atención desde que una publicación en Nature Medicine en marzo de 2025 reportara que la terapia redujo la atrofia cerebral total en un 48,4% y la pérdida de volumen hipocampal en un 61,9% en comparación con placebo. Los nuevos datos refuerzan esa línea de evidencia, posicionando la terapia como una de las candidatas más prometedoras fuera del paradigma antiamiloide.
Laromestrocel ha recibido designaciones regulatorias clave en EE.UU., incluida Terapia Avanzada de Medicina Regenerativa y Fast Track para Alzheimer leve, lo que podría acelerar futuras fases del desarrollo clínico.
Resultados alentadores, pero con necesidad de cautela por el tamaño muestral
Aunque las señales son prometedoras, los propios investigadores recalcaron la necesidad de interpretar los resultados con prudencia. Las cohortes del ensayo eran pequeñas: ocho pacientes en cada uno de los grupos de tratamiento y once en el grupo placebo. Con tamaños tan reducidos, la significación estadística no siempre se traduce automáticamente en significación clínica robusta.
Además, los científicos señalaron que todavía no existe una definición consensuada de lo que constituye una diferencia clínicamente significativa en agua libre, el biomarcador utilizado como indicador de neuroinflamación. Aunque su uso en investigación es creciente, aún carece de estándares firmes en contextos regulatorios o clínicos.
Aun así, los datos comparativos son reveladores. Mientras los pacientes del grupo placebo mostraron aumentos progresivos en agua libre, compatibles con la evolución habitual del Alzheimer, quienes recibieron laromestrocel exhibieron una notable estabilización. La terapia parece frenar el deterioro, algo especialmente valioso en una enfermedad caracterizada por su avance inexorable.
Laromestrocel se basa en células madre mesenquimales derivadas de médula ósea de donantes jóvenes, conocidas por su capacidad inmunomoduladora y antiinflamatoria. Su uso en enfermedad de Alzheimer se ha investigado durante más de una década, pero CLEAR MIND es el ensayo más exhaustivo que ha demostrado efectos simultáneos en imagen, estructura y función.
La publicación previa en Nature Medicine proporcionó un hito importante al mostrar que el tratamiento ralentizaba tanto la atrofia global como la pérdida de volumen hipocampal, dos de los predictores más firmes de deterioro cognitivo. Los nuevos datos consoliden esa narrativa mostrando que la reducción en neuroinflamación está directamente correlacionada con una mejor preservación de la estructura cerebral.
Este enfoque encaja con una tendencia creciente en investigación: atacar los mecanismos subyacentes del Alzheimer, no solo los depósitos visibles. La inflamación, la disfunción mitocondrial y los cambios en la microglía son ahora objetivos tan relevantes como el amiloide o la tau. En este contexto, la terapia de Longeveron podría convertirse en una pieza clave en un futuro modelo de tratamientos combinados.
Aun así, los expertos insisten en que el siguiente paso será fundamental: un ensayo Fase 3 amplio, multicéntrico y con cientos de participantes, que determine si las mejoras en imagen se traducen en beneficios cognitivos claros, sostenidos y clínicamente significativos.
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