Un nuevo método de Texas Tech promete crear cultivos editados genéticamente en semanas, no meses
Investigadores de Texas Tech han desarrollado un método que evita el cultivo de tejidos tradicional y acelera la creación de cultivos editados.
La ingeniería genética de cultivos podría estar a las puertas de una transformación profunda. Un equipo de investigadores de la Universidad Tecnológica de Texas ha presentado un método que acelera drásticamente la creación de plantas editadas genéticamente al prescindir del cultivo de tejidos, el cuello de botella histórico de la biotecnología vegetal. El estudio, publicado el 6 de noviembre de 2025 en Molecular Plant, demuestra que es posible reprogramar directamente los tejidos lesionados de una planta para que generen nuevos brotes editados, reduciendo tiempos de producción que tradicionalmente requerían entre cuatro meses y un año a un margen de apenas semanas.
El desafío al que apunta este método ha condicionado décadas de investigación. Para crear una planta transgénica se debe regenerar un organismo completo a partir de una sola célula modificada. Esto exige ajustar combinaciones extremadamente precisas de nutrientes, hormonas vegetales y condiciones ambientales en laboratorios especializados. Cultivos como el tomate son relativamente manejables y pueden regenerarse en cuatro meses, pero otros —como el algodón, los frijoles o los pimientos— pueden tardar un año o incluso resultar prácticamente imposibles de editar siguiendo los protocolos convencionales. El costo en tiempo, equipo y personal especializado ha limitado el desarrollo de nuevas variedades adaptadas al cambio climático, la resistencia a plagas o la mejora del rendimiento agrícola.
El nuevo enfoque desarrollado por el equipo de Texas Tech evita estos obstáculos al activar las propias rutas de cicatrización de las plantas. Los investigadores combinaron dos genes clave: WIND1, que inicia la reprogramación de células cercanas a una herida, e IPT, que genera hormonas naturales llamadas citoquininas, esenciales para el desarrollo de nuevos brotes. Estas instrucciones se introducen mediante Agrobacterium, una bacteria que lleva décadas siendo utilizada de forma natural para transferir ADN a células vegetales.

Aplicada a tallos podados, la bacteria desencadena una cascada regenerativa que da lugar a nuevos brotes, algunos de ellos transgénicos o editados genéticamente en una fracción del tiempo habitual. El profesor asociado Gunvant Patil, líder del proyecto, define el avance como un modo de “aprovechar la capacidad regenerativa inherente de la planta para producir, de forma acelerada, brotes editados sin recurrir al lento cultivo de tejidos”.
Resultados sólidos en múltiples cultivos y un posible cambio global en la edición genética
Los resultados obtenidos por el equipo subrayan el potencial del método. En plantas de tabaco, el sistema produjo brotes transgénicos rojos en aproximadamente el 35% de los casos. En tomates, una especie algo más compleja, la tasa fue del 21%. Aunque inicialmente el método falló en soja —una de las especies más conocidas por su dificultad de regeneración— los investigadores ajustaron su estrategia aplicando la bacteria a semillas en germinación. El cambio resultó decisivo: después de apenas 3,5 semanas en cultivo de tejidos y un rápido traslado al suelo, las plantas mostraron una tasa de éxito del 28%, reduciendo drásticamente el periodo tradicional de tres o cuatro meses.
Este avance no solo acelera procesos, sino que rompe una barrera estructural en biotecnología: la dependencia de laboratorios altamente equipados. La creación de plantas editadas ha estado históricamente restringida a instituciones con instalaciones sofisticadas capaces de mantener cultivos de tejidos delicados durante meses, una limitación que ha dejado fuera a muchos programas de investigación en países en desarrollo y a cultivos considerados “difíciles”.

Según Luis Herrera-Estrella, coautor del estudio y director del IGCAST, el sistema abre la puerta a una “democratización de la biotecnología vegetal”, permitiendo que laboratorios con recursos limitados puedan innovar en especies esenciales para la alimentación, la nutrición y la resistencia al cambio climático.
El equipo ya trabaja en adaptar la técnica a cereales, leguminosas como garbanzos y frijoles, y cultivos bioenergéticos clave. El objetivo final es integrar este método con tecnologías de edición genómica como CRISPR, creando un pipeline rápido, accesible y versátil que permita diseñar variedades agrícolas con mayor resiliencia climática, eficiencia hídrica o capacidad nutricional. El proyecto ha recibido apoyo de la Iniciativa de Investigación Universitaria del Gobernador de Texas y del USDA-NIFA, que ven en el sistema una oportunidad para acelerar la innovación agrícola en un contexto global marcado por la inseguridad alimentaria y la degradación del suelo.
Un giro decisivo para el futuro de la mejora genética de cultivos
El nuevo método de Texas Tech no solo soluciona un problema técnico: redefine la escala temporal de la edición genética y reduce drásticamente la barrera de entrada para innovar en agricultura. En un mundo donde la demanda alimentaria aumenta y el cambio climático amenaza cosechas fundamentales, acelerar la creación de nuevas variedades no es un lujo, sino una necesidad estratégica. Si esta técnica demuestra su estabilidad y eficacia en cultivos básicos como el maíz, el trigo o el arroz, podría desencadenar un cambio global en la forma en que se diseñan y desarrollan los cultivos del futuro. La capacidad de generar plantas editadas genéticamente en semanas no solo promete avanzar la investigación, sino también responder a crisis agrícolas con una rapidez que nunca antes había sido posible.
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