Nuevos estándares globales buscan rescatar los créditos de carbono

Alberto Noriega     4 julio 2025     6 min.
Nuevos estándares globales buscan rescatar los créditos de carbono

Nuevos estándares globales para créditos de carbono prometen más credibilidad y transparencia. ¿Podrán evitar el greenwashing y atraer inversiones reales?

En junio de 2025, un nuevo conjunto de estándares internacionales de créditos de carbono fue aprobado por la ONU para dotar de mayor credibilidad al mercado global de emisiones. El mecanismo, llamado PACM, busca que los proyectos realmente reduzcan gases de efecto invernadero, y que esos resultados sean verificables, trazables y justos. A una década del Acuerdo de París, se espera que esto reactive la confianza e impulse financiamiento climático hacia el Sur Global. Pero los desafíos siguen: riesgos de greenwashing, exclusiones polémicas y la pregunta clave de si los mercados pueden realmente acelerar la transición justa.

Una idea brillante que perdió brillo

Hace más de 20 años, el comercio internacional de emisiones se presentó como una herramienta innovadora para cumplir los compromisos climáticos del Acuerdo de París. Países con dificultad para reducir sus emisiones podrían comprar créditos de carbono generados por proyectos como la reforestación. Además de los mercados obligatorios —vinculados a metas nacionales— surgieron los mercados voluntarios, donde empresas adquirían créditos para compensar su huella y declararse “carbono neutro”. En papel, era un ganar-ganar.

En la práctica, la falta de estándares comunes, proyectos creíbles y verificación rigurosa frenó su expansión global. Muchos créditos financiaban iniciativas ya existentes —no adicionales— o carecían de medición transparente y trazabilidad ambiental. Esto alimentó críticas sobre su efectividad real e incluso su legitimidad. A pesar de que existen mercados nacionales activos —como el europeo, el chino o el coreano— el comercio internacional ha permanecido fragmentado y frágil. A diez años del Acuerdo de París, el mecanismo del artículo 6.4 seguía sin funcionar.

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Llega el PACM: ¿la credibilidad que faltaba?

El nuevo Paris Agreement Crediting Mechanism (PACM), impulsado por la ONU, busca precisamente eso: garantizar que cada crédito de carbono represente una tonelada realmente evitada o retirada de CO₂, sin dobles contabilizaciones ni beneficios dudosos. En mayo, se adoptaron dos normas clave: una para definir la línea base de emisiones (lo que hubiera pasado sin el proyecto), y otra para controlar la fuga de emisiones hacia otras zonas. Ambas son esenciales para evitar el sobrecrédito, uno de los males endémicos del sistema.

También se acordó que los beneficios de los proyectos deben repartirse equitativamente entre los países anfitriones y los compradores de créditos, y se activaron programas para fortalecer las capacidades locales. El objetivo: que más países del Sur Global puedan desarrollar proyectos viables y verificables. Para Jean-Marc Champagne, de Seneca Impact Advisors, estas normas pueden desbloquear grandes flujos de financiamiento climático en regiones como el sudeste asiático, que tienen alto potencial en soluciones naturales y restauración costera.

“El mayor obstáculo era la falta de coherencia y transparencia en la verificación”, explicó. “Con estos nuevos estándares, el mercado gana integridad y, por tanto, confianza e inversión”.

¿Más rigurosidad, menos inclusión?

El director de política internacional de IETA, Andrea Bonzanni, afirma que el PACM sube el listón de la integridad ambiental: si un crédito se genera bajo este sistema, debe ser ambicioso, trazable y sin trampas. Sin embargo, reconoce que algunos sectores podrían quedar al margen. Por ejemplo, las actividades agrícolas regenerativas —como la agricultura de carbono o las soluciones basadas en la naturaleza— aún no tienen cabida plena bajo el nuevo sistema.

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Un estudio reciente de la Alianza Europea para la Agricultura Regenerativa estimó que los agricultores del continente podrían mitigar hasta 141 millones de toneladas métricas de CO₂e al año, equivalente al 84 % de las emisiones netas del sector agrícola de la UE. A pesar de este potencial, Climate Farmers, una de las mayores organizaciones del sector, anunció que abandonaba los mercados de carbono. “El sistema actual no está hecho para la agricultura regenerativa”, declaró su cofundador Ivo Degn. La razón: dificultad para demostrar la permanencia y verificabilidad de las reducciones, algo que PACM exige con rigor.

El riesgo verde: ¿compensar o distraer?

Uno de los mayores problemas sigue siendo el greenwashing, sobre todo en los mercados voluntarios, donde empresas compran créditos para limpiar su imagen mientras siguen contaminando. El mes pasado, EnergyAustralia tuvo que llegar a un acuerdo judicial con la ONG Parents for Climate tras ser acusada de promocionar como “carbono neutral” un producto engañoso. Como parte del acuerdo, la empresa reconoció un punto clave: los créditos no eliminan los daños de quemar combustibles fósiles.

Este tipo de casos reflejan una verdad incómoda: no todo crédito es bueno, ni toda compensación es válida. La científica climática Katherine Hayhoe defiende el uso de créditos verificados de forma independiente como una herramienta válida, sobre todo para transferir recursos a comunidades vulnerables que protegen la biodiversidad. “Pueden hacer mucho más que proteger carbono”, escribió. Pero también advierte: deben usarse como complemento, no como sustituto de la reducción directa.

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El crédito no es la solución completa

Para muchos expertos, los créditos de carbono son una pieza del rompecabezas, no el rompecabezas entero. En una publicación reciente, Lisa Sachs, directora del Columbia Center on Sustainable Investment, fue contundente: las actividades como la restauración de ecosistemas o la conservación son “esenciales”, pero “merecen un financiamiento robusto por sí mismas, no como coartada para seguir contaminando”.

Criticó que los mercados estén dominados por una cadena de intermediarios —verificadores, estándares, registradores, plataformas— que absorben capital y desvían recursos de políticas públicas estratégicas. En su visión, la financiación climática debería ser guiada por el sector público, no por lógicas de mercado especulativas. Es decir, los mercados pueden ayudar, pero no deben ser el centro.

Un paso en la dirección correcta

A pesar de los riesgos, los nuevos estándares del PACM representan un paso histórico hacia la transparencia y credibilidad que el mercado de carbono necesita. Bonzanni cree que al elevar la calidad, también se elevarán los precios, lo que puede hacer que los créditos de alto impacto sean más atractivos y sostenibles. Para regiones como el sudeste asiático, África o América Latina, esto puede suponer un nuevo canal de financiación climática justa y efectiva.

Sin embargo, queda por ver si los nuevos mecanismos podrán escapar de las trampas del pasado: la contabilidad doble, la falta de supervisión, y el uso de créditos como licencia para seguir contaminando. Si PACM logra mantenerse riguroso, inclusivo y accesible, puede marcar un antes y un después.

Porque en última instancia, cada tonelada de CO₂ contada debe ser una tonelada de CO₂ evitada o eliminada. Y en un planeta donde cada décima de grado importa, la credibilidad no es un lujo: es una urgencia climática.

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