Olas invisibles están acelerando el deshielo de Groenlandia

Alberto Noriega     14 agosto 2025     4 min.
Olas invisibles están acelerando el deshielo de Groenlandia

Un nuevo estudio revela que olas submarinas invisibles generadas por icebergs están acelerando la pérdida de hielo en Groenlandia.

Científicos de la Universidad de Washington y ETH Zúrich han descubierto que olas submarinas ocultas generadas por el desprendimiento de icebergs están acelerando el deshielo de Groenlandia. El hallazgo fue posible gracias a un cable de fibra óptica instalado en un fiordo del sur de la isla, que captó por primera vez cómo estas olas internas llevan agua más cálida al frente de los glaciares. El fenómeno, documentado en la revista Nature, revela una nueva mecánica de erosión glaciar invisible desde la superficie. El descubrimiento llega en un momento crítico: Groenlandia pierde cada año cientos de gigatoneladas de hielo, elevando el nivel del mar en todo el planeta.

Un efecto dominó oculto bajo el océano

Las imágenes más impactantes del deshielo suelen mostrarnos icebergs desprendiéndose y cayendo al mar con estrépito, pero lo que ocurre después, bajo la superficie, es aún más alarmante. Según un estudio publicado en Nature, cada caída genera olas submarinas tan altas como rascacielos, capaces de alterar la estructura térmica del fiordo durante horas.

Estas ondas internas —invisibles desde la superficie— viajan entre capas de agua de distinta densidad, mezclando aguas cálidas del Atlántico con el frente glaciar. En lugar de permitir que una capa de agua fría actúe como escudo térmico, las olas provocan un «efecto batido» que erosiona el hielo constantemente desde su base.

Utilizando una tecnología revolucionaria conocida como Detección Acústica Distribuida (DAS), el equipo liderado por Dominik Gräff logró capturar esta dinámica con un cable de fibra óptica de 10 kilómetros tendido en el fondo del fiordo Eqalorutsit Kangilliit Sermiat. Según el coautor Brad Lipovsky, esta herramienta permitió «ver lo que nunca podríamos haber registrado con sensores tradicionales».

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Groenlandia pierde más hielo de lo que se estimaba

El descubrimiento añade una capa de urgencia a un fenómeno ya catastrófico. Groenlandia pierde aproximadamente 270 gigatoneladas de hielo por año, una cantidad suficiente como para elevar el nivel global del mar en 0,8 milímetros anuales. Solo el glaciar Eqalorutsit Kangilliit Sermiat libera 3,6 kilómetros cúbicos de hielo al año, casi el triple del glaciar del Ródano en Suiza.

Pero eso no es todo: un análisis de datos satelitales desde 1985 hasta 2022 reveló que el desprendimiento ha provocado una pérdida de masa glaciar un 20% mayor de lo que se creía. En total, más de 1.000 gigatoneladas de hielo no se contabilizaron en los cálculos previos. De 207 glaciares evaluados, 179 muestran retrocesos importantes.

Este ajuste no es trivial. Cada milímetro cuenta en la batalla contra el cambio climático, y la subestimación del impacto del desprendimiento implica que los modelos actuales están siendo demasiado optimistas. Según los autores, el fenómeno de las olas submarinas no ha sido incluido hasta ahora en los modelos de predicción del nivel del mar.

Riesgos para todo el sistema climático

El deshielo de Groenlandia no solo amenaza costas lejanas: podría alterar el equilibrio mismo del sistema climático terrestre. Andreas Vieli, coautor del estudio, advierte que las olas internas provocadas por los icebergs están desgastando la base de los glaciares, debilitándolos y haciendo que se desprendan aún más rápido. El proceso se retroalimenta, acelerando el colapso de las capas de hielo.

En el peor de los escenarios, si toda la capa de hielo de Groenlandia se derritiera, el nivel del mar subiría unos 7 metros, anegando ciudades costeras en todo el planeta. Además, el vertido masivo de agua dulce al Atlántico Norte podría debilitar la Corriente del Golfo, lo que traería efectos devastadores para el clima en Europa, alterando patrones de lluvia, estaciones y temperaturas.

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«Nuestro sistema terrestre depende, al menos en parte, de estas capas de hielo», afirma Gräff. «Es un sistema frágil que podría colapsar si las temperaturas suben demasiado». La fibra óptica submarina se convierte así en una herramienta esencial para el monitoreo temprano de estos procesos invisibles pero letales.

Lo que no veíamos está derritiendo el planeta

Este descubrimiento tiene una carga poética y aterradora: la verdadera amenaza no es lo que vemos caer del glaciar, sino lo que sucede en silencio bajo el agua. Esas olas invisibles, silenciosas, pero poderosas, están comiéndose el hielo de abajo hacia arriba, como si el planeta se deshiciera desde el interior.

Más allá del hallazgo técnico, el estudio nos obliga a revisar nuestra comprensión del deshielo polar y su impacto en el mundo. Ya no basta con contar icebergs; debemos observar el océano en toda su profundidad y complejidad. La tecnología de fibra óptica abre una nueva frontera: una en la que cada centímetro cúbico de agua en movimiento cuenta para proteger el futuro climático del planeta.

La advertencia está clara. El hielo no espera, y las olas que no vemos son las que más rápido nos arrastran.

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