La ONU alerta de un vacío legal en el espacio ante el aumento de basura orbital y tensiones militares

Alberto Noriega     11 septiembre 2025     5 min.
La ONU alerta de un vacío legal en el espacio ante el aumento de basura orbital y tensiones militares

La ONU alerta en Ginebra de que la órbita terrestre vive una crisis de regulación: basura espacial, colisiones y militarización sin control.

Expertos y diplomáticos reunidos en Ginebra para la Conferencia sobre Seguridad en el Espacio Exterior de la ONU advirtieron de una crisis sin precedentes en la gobernanza espacial. El Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967, que solo prohíbe armas de destrucción masiva, se considera hoy insuficiente frente a los riesgos de basura orbital, colisiones y militarización. La creciente presencia de actores privados como SpaceX, que controla casi la mitad de los satélites activos, agrava la congestión. La ONU busca un consenso internacional que impida que la órbita terrestre se convierta en un territorio ingobernable.

Un marco legal obsoleto

El marco jurídico internacional vigente, basado en el Tratado del Espacio de 1967, ha quedado rezagado frente a la realidad actual. El documento es considerado “rudimentario”, pues solo prohíbe el despliegue de armas nucleares o de destrucción masiva en órbita, pero no regula el uso de armamento convencional, tecnologías de doble uso ni la actividad comercial masiva.

La investigadora Juliana Süß, del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad, señaló que los vacíos legales son evidentes en un entorno en el que más de 11.000 satélites activos conviven con decenas de miles de fragmentos de desechos. Según el último informe de la Agencia Espacial Europea (ESA), las redes de vigilancia rastrean actualmente 40.000 objetos en órbita, una cifra que multiplica las posibilidades de colisión en altitudes críticas.

En las zonas más congestionadas, la densidad de satélites activos es ya equivalente a la de desechos espaciales, lo que eleva el riesgo de choques accidentales que podrían desencadenar consecuencias en cadena.

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El auge de la militarización orbital

La falta de reglas claras se combina con una creciente escalada militar en el espacio. Desde 2022, Rusia declaró que los satélites comerciales extranjeros pueden ser considerados objetivos legítimos de guerra, lo que abrió un debate sobre la vulnerabilidad de infraestructuras críticas como Starlink en conflictos armados.

Estados Unidos, bajo la administración Trump, clasificó el espacio como un dominio militar independiente y fundó la Fuerza Espacial. El general Stephen Whiting, al frente del Comando Espacial, advirtió recientemente que Moscú planea desplegar armas nucleares en órbita, mientras que China probó en 2021 un misil hipersónico capaz de recorrer 40.000 kilómetros en el espacio y golpear objetivos terrestres.

Estas maniobras subrayan que la seguridad espacial no solo depende de mitigar los desechos, sino también de contener el uso de armas antisatélite y otras tecnologías que difuminan la línea entre usos civiles y militares.

Iniciativas regulatorias en marcha

Ante esta crisis, varios actores han comenzado a plantear respuestas. La Unión Europea propuso en junio de 2025 su Space Act, la primera normativa integral para regular servicios espaciales. La propuesta incluye la obligación de que los operadores de satélites utilicen servicios de evitación de colisiones y presenten planes de eliminación post-misión. Las sanciones por incumplimiento podrían alcanzar hasta el 2% de la facturación global anual de las compañías.

En Estados Unidos, la Casa Blanca ha emitido órdenes ejecutivas para agilizar permisos de lanzamiento y simplificar la regulación comercial, mientras el Congreso debate la Secure Space Act de 2025, que busca impedir que empresas extranjeras consideradas riesgos de seguridad accedan al mercado satelital estadounidense.

Estos movimientos reflejan un intento de llenar el vacío legal internacional con regulaciones nacionales o regionales, aunque los expertos advierten que sin un consenso global, el espacio seguirá siendo un terreno de tensiones y duplicidades.

La crisis de los desechos espaciales

El problema más inmediato es la acumulación de basura espacial. Solo en 2024 se registraron varios eventos de fragmentación que añadieron más de 3.000 nuevos objetos rastreados en un año. Incluso sin más lanzamientos, los científicos advierten que la cantidad de desechos seguirá creciendo por el efecto de síndrome de Kessler, una reacción en cadena en la que cada colisión genera nuevos fragmentos que provocan más colisiones.

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Los modelos de la ESA indican que cada día más de tres satélites o cuerpos de cohetes intactos reentran en la atmósfera, la mayoría de manera no controlada. Sin embargo, aún son pocos los satélites que cumplen con procedimientos de desorbitado seguro tras finalizar su misión.

El riesgo es que ciertas órbitas críticas, como las usadas para comunicaciones o navegación, se vuelvan inhabitables durante generaciones si no se actúa a tiempo.

Un recurso esencial en riesgo

El director del Instituto de Investigación sobre el Desarme de la ONU (UNIDIR), Robin Geiss, lo resumió con contundencia: “El espacio es una parte esencial de la infraestructura que sostiene nuestras vidas y la paz global, pero este dominio compartido está bajo presión creciente”.

La conferencia en Ginebra busca precisamente forjar un consenso internacional que establezca nuevas reglas de uso responsable, desde la gestión de desechos hasta la prohibición de pruebas antisatélite destructivas. El reto es mayúsculo: lograr que Estados con intereses enfrentados acepten límites comunes en un sector cada vez más estratégico.

El riesgo del “salvaje oeste” orbital

La imagen que más se repitió entre los expertos fue la del espacio convertido en un “wild west”: un lugar donde proliferan actores privados, potencias militares y riesgos ambientales sin una ley que los contenga.

De seguir esta tendencia, la órbita terrestre podría pasar en pocas décadas de ser el motor de la conectividad, la observación climática y la investigación científica a convertirse en un entorno inseguro, militarizado e inutilizable.

La conferencia de la ONU representa un intento de recuperar el tiempo perdido. Si logra avances tangibles en gobernanza espacial, marcará el inicio de una nueva era de cooperación internacional. Si fracasa, el futuro del espacio podría quedar en manos de una peligrosa lógica de poder sin reglas.

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