Una pausa inquietante en el deshielo ártico, pero no por nosotros

Alberto Noriega     24 agosto 2025     4 min.
Una pausa inquietante en el deshielo ártico, pero no por nosotros

El derretimiento del Ártico se desacelera, pero los científicos advierten: es solo una pausa temporal antes de una pérdida de hielo más acelerada.

Un nuevo estudio revela que el deshielo del Ártico se ha ralentizado más de un 55 % desde 2005, pese al continuo calentamiento global. Publicado por investigadores de las universidades de Exeter y Columbia, el trabajo advierte que este respiro se debe a la variabilidad climática natural, no a una mejora real del sistema climático. La comunidad científica subraya que la pérdida de hielo podría reanudarse pronto con más intensidad. Mientras tanto, los niveles de hielo siguen muy por debajo de los observados en la década de 1980.

Un respiro estadístico, no estructural

El hielo marino del Ártico ha estado desapareciendo a una velocidad de solo 0,35 millones de km² por década entre 2005 y 2024, lo que representa una reducción del 55 % al 63 % en la tasa de pérdida a largo plazo, según datos satelitales analizados por la Universidad de Exeter y la Universidad de Columbia. Se trata del período de 20 años con menor tasa de pérdida desde que comenzaron los registros en 1979.

Este frenazo contrasta con el período de mayor declive (1993-2012), donde el hielo desaparecía cuatro a cinco veces más rápido. No obstante, los científicos advierten que esta desaceleración no debe confundirse con una recuperación, ya que se explica en su mayoría por oscilaciones naturales del clima, no por una estabilización causada por la acción humana.

Modelos climáticos ya anticipaban pausas

El investigador principal, Mark England, ahora en UC Irvine, explica que los modelos climáticos CMIP5 y CMIP6 ya habían predicho pausas similares, con aproximadamente una de cada cinco simulaciones mostrando este tipo de “intermisiones”. Según él, el fenómeno es análogo a una pelota que desciende por una colina: aunque pueda rebotar hacia arriba o a los lados, la dirección sigue siendo descendente.

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Expertos del Science Media Centre coinciden en que el hielo marino actual sigue muy por debajo de los niveles de los años 80 y que, sin el calentamiento global inducido por humanos, incluso habría crecido en esta ventana temporal. Esta pausa es, por tanto, una anomalía dentro de una trayectoria descendente mucho más preocupante.

Una calma que puede romperse pronto

Según el estudio, hay un 50 % de probabilidad de que esta desaceleración dure cinco años más, y solo un 25 % de que se prolongue una década completa. Pero cuando se revierta la variabilidad natural que hoy protege parcialmente al Ártico, la pérdida de hielo podría acelerarse de forma notable, superando en 0,6 millones de km² por década el promedio de declive actual.

Este repunte tendría implicaciones dramáticas para el clima global, ya que el hielo marino del Ártico actúa como un refrigerador planetario, reflejando la radiación solar y regulando las corrientes oceánicas. Su pérdida intensifica el calentamiento global, eleva el nivel del mar y altera los patrones meteorológicos en todo el hemisferio norte.

El contexto de un Ártico que no se estabiliza

Los resultados del estudio llegan apenas meses después de que el hielo marino ártico alcanzara su menor extensión invernal jamás registrada en marzo de 2025, con solo 14,33 millones de km². Esto refuerza la idea de que la desaceleración en verano no implica una mejora general del sistema.

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Actualmente, el Ártico se está calentando casi cuatro veces más rápido que el promedio global, una cifra que ha generado inquietud entre climatólogos y organismos internacionales. Las condiciones de hielo en verano han caído un 33 % desde el inicio de los registros satelitales, y con ellas, la estabilidad de uno de los sistemas más sensibles del planeta.

El espejismo blanco

La desaceleración del deshielo en el Ártico funciona como una trampa psicológica: ofrece una falsa sensación de progreso, cuando en realidad es solo una pausa estadística en un colapso mucho más profundo. Este fenómeno puede alimentar el negacionismo climático o justificar políticas más laxas, justo cuando el sistema climático necesita más compromiso que nunca.

El desafío es doble: entender científicamente esta pausa sin trivializarla, y comunicarla con claridad para evitar una peligrosa complacencia colectiva. Porque aunque la “pelota” del Ártico haya rebotado, su trayectoria sigue siendo cuesta abajo. Y el momento en que vuelva a acelerar podría coincidir con el punto en que ya no haya forma de detenerla.

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