El primer buque que captura carbono en alta mar y convierte sus emisiones en cemento
Alberto Noriega
22 julio 2025
4 min.
Un barco de carga europeo convierte el CO₂ de sus gases de escape en piedra caliza útil para cemento, marcando un hito en la descarbonización marítima.
El buque de carga UBC Cork se ha convertido en el primero del mundo en capturar el CO₂ de sus emisiones de escape y transformarlo en piedra caliza para cemento. El sistema, desarrollado por la startup Seabound, ya opera comercialmente entre puertos europeos con una eficiencia del 95%. El CO₂ capturado se utiliza como insumo en la planta de Heidelberg Materials en Noruega, cerrando un ciclo circular entre transporte y construcción. Este avance abre una nueva vía para la descarbonización del transporte marítimo, responsable de cerca del 3% de las emisiones globales.
De humo a hormigón
El carguero UBC Cork, de 5.700 toneladas, es el primer buque comercial en capturar sus emisiones y convertirlas en piedra caliza directamente a bordo. Equipado con un sistema de captura de carbono por ciclo de calcio, el barco redirige los gases de escape de sus motores diésel hacia contenedores cargados con hidróxido de calcio, que reacciona químicamente con el CO₂ para formar carbonato de calcio—el principal componente de la piedra caliza.
Este sistema modular, desarrollado por Seabound en colaboración con el Grupo Hartmann y Heidelberg Materials, alcanza hasta un 95% de eficiencia en la captura y permite almacenar la piedra caliza a bordo hasta que se descargue en puerto. La piedra resultante se utiliza en la producción de cemento con emisiones netas cero, iniciando un ciclo de reaprovechamiento de carbono que convierte un contaminante en material de construcción sostenible.
Una solución integrada al puerto
La piedra caliza capturada se descarga en Brevik, Noruega, donde Heidelberg Materials opera la primera planta de cemento con captura de carbono industrial a gran escala. En este enclave estratégico, las emisiones del buque no solo se eliminan del ciclo atmosférico, sino que regresan al mercado como insumo útil y rentable.
“La idea es cerrar el círculo entre transporte y construcción”, explicó Alisha Fredriksson, CEO de Seabound. Brevik está emergiendo como un hub europeo para tecnologías CCS (captura y almacenamiento de carbono), y este proyecto es su primer ejemplo flotante. En lugar de gestionar residuos industriales en tierra, la solución viaja a bordo del mismo barco que los genera.
Incentivos económicos para limpiar el mar
El sector naviero representa aproximadamente el 3% de las emisiones globales de CO₂, pero ahora enfrenta presiones regulatorias crecientes. En abril, la Organización Marítima Internacional introdujo un precio global del carbono que puede alcanzar los 380 dólares por tonelada, un factor clave que empuja a la industria hacia tecnologías de mitigación.
Según Lars Erik Marcussen, de Heidelberg Materials Northern Europe, el transporte de cemento es particularmente contaminante: “Este sistema nos permite reducir emisiones de Alcance 3 y reutilizar ese carbono capturado en nuestra propia cadena de producción”. En términos económicos, la tecnología no solo responde a una exigencia ambiental, sino que convierte una penalización futura en un activo circular.
Tecnología validada por gigantes del mar
Antes del UBC Cork, Seabound ya había demostrado la eficacia de su sistema en pruebas piloto con gigantes del sector como Hapag-Lloyd y Lomar Shipping, logrando hasta un 80% de eficiencia en buques portacontenedores. La versión instalada en el buque de cemento, sin embargo, mejoró esa cifra al 95%, validando su operatividad en rutas comerciales reales.
La startup británica tiene ahora un objetivo ambicioso: capturar 100 millones de toneladas de CO₂ al año para 2040, lo que supondría eliminar el 10% de las emisiones del transporte marítimo mundial. Este avance fue posible gracias al respaldo del programa Eurostars de la Unión Europea, en el marco de Horizonte Europa, lo que garantiza su proyección internacional y escalabilidad tecnológica.
El barco que cambia las reglas del juego
Este proyecto no solo captura carbono: reformula el papel del transporte marítimo en la cadena de valor ambiental. En lugar de emitir, recolecta. En vez de contaminar, construye. El UBC Cork inaugura una nueva generación de embarcaciones que integran sus residuos en procesos productivos sin necesidad de instalaciones portuarias especializadas ni infraestructuras adicionales en tierra.
Estamos ante una muestra concreta de cómo el sector puede adaptarse y liderar en sostenibilidad sin sacrificar operatividad ni rentabilidad. Si esta tecnología se adopta a gran escala, los barcos podrían convertirse en plataformas móviles de captura y reciclaje de CO₂, redefiniendo su huella en los océanos del mundo.
El futuro del transporte marítimo puede navegar por rutas más limpias. Y quizás, como el UBC Cork, dejar tras de sí una estela de piedra, no de carbono.