Qué son las tierras raras y por qué son esenciales para la transición energética

Alberto Noriega     20 octubre 2025     5 min.
Qué son las tierras raras y por qué son esenciales para la transición energética

Durante casi 30 años, la mina a cielo abierto de Berkeley, en Montana (EE. UU.), extrajo cobre. Cuando cerró en 1982, dejó atrás un enorme lago tóxico con más de 190.000 millones de litros de agua ácida. Décadas después, lo que parecía un desastre ambiental se ha convertido en una oportunidad inesperada: en el fondo de ese lago se esconden minerales capaces de producir hasta 50 toneladas de tierras raras al año.

Nadie habría vuelto a mirar con interés ese tajo olvidado si no fuera por esos elementos. Hoy, las llamadas tierras raras son uno de los recursos más codiciados del planeta. Están en el centro de la transición energética, la fabricación de dispositivos electrónicos y la competencia geopolítica por el control de las materias primas del futuro.

No son tierras… ni tan raras

Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos metálicos, conocidos colectivamente por su comportamiento similar. Incluyen los 15 lantánidos —del lantano al lutecio— más el escandio y el itrio. Aunque hoy resultan esenciales, durante mucho tiempo fueron una curiosidad química sin aplicaciones prácticas.

El nombre es, en realidad, un anacronismo. En los siglos XVIII y XIX, los científicos solo conocían estos elementos a través de sus óxidos, llamados entonces “tierras”. Y el adjetivo “rara” no se refería a su escasez —de hecho, no son poco comunes en la corteza terrestre—, sino a la dificultad que presentaban para ser aisladas con las técnicas de la época.

El término raras procede de las enormes dificultades históricas que encontraron los químicos para aislar estos elementos”, explica Adrián Bogeat, profesor de Química Inorgánica en la Universidad de Salamanca. “Aquellos desafíos técnicos y el desarrollo incipiente de la química llevaron a pensar que eran muy poco abundantes, de ahí su nombre”.

Pexels Zetong Li 880728 13332942

Diecisiete metales estratégicos

Pese a su denominación engañosa, las tierras raras se han convertido en materiales críticos para la economía moderna. Desde 2011, figuran en la lista de materias primas esenciales de la Comisión Europea, por su papel en industrias clave y su limitada disponibilidad.

Reúnen propiedades químicas, magnéticas y ópticas únicas derivadas de la configuración de sus electrones”, detalla Bogeat. “Esa combinación las convierte en insustituibles para muchas tecnologías: desde la iluminación LED hasta las energías renovables”.

El problema no es su existencia, sino su concentración desigual en el planeta. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, las reservas mundiales superan los 90 millones de toneladas, pero casi la mitad está en China, seguida de Brasil (21 millones), India (7), Australia (6) y Rusia (4). Además, China controla alrededor del 90 % de la producción global y ha comenzado a limitar sus exportaciones, lo que ha generado inquietud en Europa y Norteamérica.

“Buscar nuevos yacimientos es una opción, pero lleva tiempo: pueden pasar hasta 30 años desde el hallazgo hasta el inicio de la explotación”, advierte Bogeat. “Por eso, el reciclaje y la llamada minería urbana —recuperar estos elementos de productos electrónicos en desuso— son la vía más sostenible. Hoy, las tasas de reciclado apenas alcanzan el 1 %”.

Los pilares invisibles de la transición energética

Aunque se empleen en pequeñas cantidades, las tierras raras están presentes en casi todas las tecnologías que sustentan la descarbonización y la vida cotidiana moderna.

Energías renovables

Los aerogeneradores contienen potentes imanes de neodimio-hierro-boro, reforzados con praseodimio y disprosio, que permiten turbinas más compactas y eficientes. En los paneles solares, elementos como el europio o el terbio mejoran la absorción del silicio y aumentan la conversión de luz en electricidad, haciendo posible fabricar módulos más ligeros y flexibles.

Movilidad eléctrica

Los vehículos eléctricos dependen también del neodimio y del disprosio para sus motores, lo que reduce peso y aumenta rendimiento térmico. En las baterías recargables, el lantano, el cerio y el praseodimio estabilizan los cátodos, prolongando la vida útil de los acumuladores tanto de automóviles como de dispositivos móviles.

Pexels Enginakyurt 34313546

Eficiencia y electrónica

En iluminación, tierras como el itrio, el europio y el terbio se usan para crear la luz blanca de los LED y de las lámparas fluorescentes de bajo consumo. El cerio, por su parte, es fundamental en los convertidores catalíticos que reducen emisiones en vehículos y refinerías, y en la producción de combustibles limpios.

Más allá de la energía, estos metales están presentes en teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles, discos duros, televisores, auriculares y equipos médicos. Incluso se utilizan en agentes de contraste para resonancias magnéticas, en piedras de mechero y en las tintas antifalsificación de los billetes de euro.

Las tierras raras son la base silenciosa de la economía digital y verde”, resume Bogeat. “Son pequeñas en volumen, pero enormes en impacto”.

Un recurso clave… y una dependencia crítica

El dominio de China sobre la extracción y el refinado de tierras raras ha convertido a estos elementos en una herramienta geopolítica. En 2010, el país ya restringió sus exportaciones durante una disputa con Japón, disparando los precios y recordando al mundo que la seguridad energética y tecnológica también pasa por los minerales.

Europa y Estados Unidos tratan de reducir su dependencia con nuevas minas —como la de Mountain Pass, en California, o la de Kiruna, en Suecia— y programas de reciclaje industrial. Sin embargo, el refinado sigue concentrado en Asia, lo que plantea riesgos ambientales y económicos.

Paradójicamente, la explotación de las tierras raras requiere grandes cantidades de agua y reactivos químicos, generando residuos radiactivos si no se manejan adecuadamente. Por eso, aunque sean esenciales para las energías limpias, su extracción puede ser ambientalmente sucia.

En este contexto, proyectos como el del tajo de Berkeley buscan dar un giro sostenible: recuperar estos metales de antiguos pasivos mineros, reduciendo el impacto y aprovechando recursos ya extraídos.

Comentarios cerrados