La revolución de la fusión nuclear podría estar más cerca de lo que creemos
Alberto Noriega
15 mayo 2025
5 min.
La fusión nuclear, fuente de energía limpia e inagotable, avanza con hitos históricos. ¿Estamos cerca de replicar el poder del sol?
La comunidad científica internacional ha logrado avances sin precedentes para reproducir la fusión nuclear, el mismo proceso que alimenta al Sol, en la Tierra. Investigadores de centros como el ITER y el NIF han demostrado por primera vez una ganancia neta de energía mediante este proceso, marcando un antes y un después en la carrera por una energía limpia y prácticamente infinita. Los trabajos, que involucran a instituciones europeas, estadounidenses y empresas privadas como la española AVS, buscan resolver los complejos retos técnicos para escalar esta energía a nivel industrial. El desafío ya no es si será posible, sino cuándo estará lista para abastecer al mundo.
Logros recientes que cambian las reglas del juego
En diciembre de 2022, por primera vez, un experimento de fusión generó más energía de la que consumió para iniciarse. El logro tuvo lugar en el Laboratorio Nacional de Ignición (NIF) de Estados Unidos, y ha sido replicado desde entonces. Este hito técnico validó una posibilidad largamente discutida, pero hasta entonces inalcanzable.
El proceso imita el funcionamiento interno del sol: unir núcleos ligeros de hidrógeno, como el deuterio y el tritio, para formar helio, liberando energía en forma de calor. A diferencia de la fisión —el proceso tradicional en las centrales nucleares actuales—, la fusión no genera residuos de larga vida ni riesgo de accidentes catastróficos.
El doctor Erik Fernández, de la Asociación Española de la Industria de la Ciencia (INEUSTAR), lo resume así: “La fusión supone una fuente de energía limpia, segura y casi ilimitada”. Pero también advierte que aún quedan importantes barreras tecnológicas por superar.
Una carrera científica global con miles de millones en juego
ITER, el mayor experimento de fusión del mundo, reúne a 35 países y aspira a producir 500 megavatios de energía con solo 50 megavatios de entrada. Con una inversión que ya supera los 22.000 millones de dólares, el proyecto busca demostrar la viabilidad industrial de la fusión magnética.
Robert Arnoux, portavoz del ITER, es claro: “La fusión es probablemente el desafío más complejo que la humanidad ha enfrentado, desde lo físico hasta lo industrial”. No se trata solo de generar la energía, sino de contenerla: para alcanzar el estado de plasma —materia ultraenergética donde ocurre la fusión— se requiere calentar los átomos a más de 100 millones de grados y mantenerlos confinados con potentes campos magnéticos.
Empresas como la española AVS han encontrado en este terreno una nueva frontera tecnológica. José Miguel Carmona, su responsable de fusión, explica que “la experiencia en condiciones extremas del espacio” les ha dado ventaja para diseñar componentes que resistan el entorno hostil de un reactor de fusión. “Estamos viviendo un momento fascinante, donde startups, laboratorios y gobiernos convergen hacia un mismo objetivo”, añade.
Inteligencia artificial y supercomputación para controlar el plasma
Uno de los grandes avances recientes es la aplicación de inteligencia artificial para anticipar inestabilidades en el plasma. Gracias a modelos predictivos entrenados con IA, los científicos pueden detectar en milisegundos variaciones críticas de temperatura, presión o densidad que podrían hacer fallar el reactor.
“Podemos predecir y evitar problemas antes de que ocurran, ajustando en tiempo real los parámetros del reactor”, explica Arnoux. Este control milimétrico es fundamental para mantener la estabilidad del proceso y acercarse a una producción energética continua.
Además, la supercomputación permite simular reacciones a escalas antes imposibles, acelerando años de experimentación en solo semanas. Este poder de cálculo es clave para reducir los tiempos de desarrollo y optimizar el diseño de futuras plantas de fusión.
Más capital privado, más velocidad: la nueva era de la fusión
A medida que la tecnología madura, nuevos actores privados están invirtiendo en el sector, acelerando su desarrollo. Startups en Reino Unido, Canadá y EE. UU. —como First Light Fusion o TAE Technologies— ya han captado cientos de millones para desarrollar reactores más compactos, escalables y con menor coste operativo.
El Dr. Carmona señala un cambio de paradigma: “Las grandes infraestructuras como ITER siguen su curso, pero el ecosistema se amplía con empresas que intentan demostrar tecnologías alternativas subidas a hombros de gigantes”.
Este impulso financiero y tecnológico ha reducido las previsiones más pesimistas. Aunque aún se calcula que pasarán décadas hasta que la fusión alimente hogares y ciudades, los expertos creen que los primeros reactores comerciales podrían llegar en la década de 2040.
La energía que podría redibujar el mapa geopolítico
Si la fusión se consolida, su impacto será comparable al de la revolución industrial o la invención de internet. Permitirá generar energía sin emisiones, sin residuos tóxicos, sin dependencia de recursos fósiles limitados y con un suministro constante.
Esto no solo transformará el modelo energético mundial, sino que podría redistribuir el poder geopolítico, alejando la dependencia de combustibles fósiles de regiones inestables. Los países que dominen la fusión podrían liderar el nuevo orden energético.
Como concluye el Dr. Fernández: “La fusión es una promesa cierta. No es una cuestión de fe, sino de tiempo, talento y cooperación internacional”. Y quizás por primera vez en la historia, el horizonte no parece inalcanzable.