El sueño de enfriar la Tierra no bastará para salvar el café, el cacao y el vino, revela nueva investigación

Alberto Noriega     4 noviembre 2025     4 min.
El sueño de enfriar la Tierra no bastará para salvar el café, el cacao y el vino, revela nueva investigación

Un estudio de la Universidad Estatal de Colorado concluye que la inyección de aerosoles estratosféricos (SAI) no podrá proteger los cultivos.

Un estudio publicado este lunes en la revista Environmental Research Letters plantea un golpe contundente a una de las promesas más ambiciosas de la geoingeniería moderna: ni siquiera las tecnologías diseñadas para enfriar el planeta podrían salvar los cultivos más apreciados del mundo del cambio climático.

Los científicos analizaron si la inyección de aerosoles estratosféricos (SAI) —una técnica que consiste en liberar partículas reflectantes en la atmósfera para reducir la radiación solar que llega a la Tierra— podría preservar las condiciones de cultivo ideales para el café, el cacao y el vino entre 2036 y 2045. El experimento, inspirado en los efectos de enfriamiento temporal que producen grandes erupciones volcánicas, buscaba evaluar si una versión controlada de este fenómeno podría proteger los ecosistemas agrícolas más frágiles del planeta.

Sin embargo, los resultados fueron profundamente desalentadores. Aunque el modelo confirmó una reducción general de las temperaturas superficiales, el equilibrio de temperatura, humedad y precipitación necesario para el cultivo de estos productos no se mantuvo. Solo seis de las dieciocho regiones analizadas —incluyendo zonas de Europa Occidental, África Occidental y América del Sur— mostraron alguna mejora estable bajo escenarios de intervención climática.

Reducir la temperatura no basta”, explicó la Dra. Ariel Morrison, coautora del estudio y climatóloga de la Universidad Estatal de Colorado. “El cacao, por ejemplo, es más tolerante al calor que el café o las uvas, pero es extremadamente sensible a las plagas y enfermedades que prosperan bajo la combinación de altas temperaturas y humedad”.

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Un golpe de miles de millones para las economías agrícolas

Más allá del impacto ecológico, el estudio advierte de consecuencias económicas devastadoras. Al vincular la idoneidad climática con datos históricos de exportación, los investigadores estimaron pérdidas potenciales de decenas de miles de millones de dólares en los principales países productores. En Francia, las diferencias entre los mejores y peores escenarios de geoingeniería podrían traducirse en $60.000 millones menos en ingresos vinícolas, mientras que los mercados de café en Brasil y de cacao en Ghana mostrarían oscilaciones igualmente volátiles.

El problema, concluye el estudio, es que la SAI no puede controlar las precipitaciones ni la humedad con precisión regional. Aunque el enfriamiento global es posible, la técnica genera patrones meteorológicos impredecibles que pueden alterar los ciclos agrícolas. “No es solo una cuestión de temperatura, sino de cómo interactúan la lluvia, la evaporación y el suelo”, agregó Morrison. Incluso tras décadas de aplicación hipotética de la técnica, los beneficios no fueron consistentes: en solo ocho de las dieciocho regiones las variaciones de ingresos agrícolas resultaron uniformemente positivas o negativas.

En otras palabras, la geoingeniería no elimina la incertidumbre climática: simplemente la redistribuye. Los países que hoy sufren sequías podrían enfrentar inundaciones, y las regiones templadas podrían ver suelos cada vez más áridos. El estudio advierte que confiar en la manipulación atmosférica para sostener la agricultura sería “una apuesta peligrosa y éticamente cuestionable”.

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Adaptación, no manipulación: el camino que queda

Los autores insisten en que la solución pasa por la adaptación local y la cooperación global, no por una ilusión tecnológica. Inversiones en agricultura resiliente, manejo sostenible del agua, diversificación de cultivos y protección del suelo son, según la investigación, estrategias mucho más seguras y efectivas a largo plazo.

La Dra. Morrison subraya que “las estrategias globales de enfriamiento no pueden sustituir el conocimiento local de los agricultores ni la gestión sostenible de los ecosistemas”. En regiones tropicales como África Occidental, donde el cacao sustenta a millones de familias, depender de soluciones tecnológicas externas podría incluso agravar la vulnerabilidad socioeconómica.

La investigación también se suma a una creciente corriente de escepticismo científico hacia la geoingeniería solar. Estudios recientes han advertido que la inyección de aerosoles estratosféricos podría provocar efectos secundarios graves: alteraciones en los monzones, pérdida de ozono, y desequilibrios en la distribución de lluvias que afectarían la seguridad alimentaria global.

En este contexto, la promesa de “enfriar la Tierra” parece cada vez menos una solución y más un espejismo tecnológico. Mientras tanto, la supervivencia del café, el chocolate y el vino —símbolos de cultura, placer y economía global— dependerá no de un experimento atmosférico, sino de la capacidad humana para adaptarse con inteligencia, equidad y responsabilidad al planeta que realmente tenemos.

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