La supercomputadora que predice tsunamis en 0,2 segundos

Alberto Noriega     19 agosto 2025     5 min.
La supercomputadora que predice tsunamis en 0,2 segundos

El Capitan predice tsunamis en 0,2 segundos con precisión extrema, revolucionando la alerta temprana para salvar vidas en zonas costeras.

Científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore han presentado un sistema revolucionario que predice tsunamis en apenas 0,2 segundos, gracias a la supercomputadora más rápida del mundo, El Capitan. El avance, finalista del Premio Gordon Bell 2025, permite generar alertas en tiempo real para comunidades costeras ante terremotos. El sistema precalcula miles de escenarios basados en física real, ofreciendo predicciones 10.000 millones de veces más rápidas que los modelos actuales. La innovación llega en un momento crítico, con zonas como la costa del Pacífico estadounidense bajo alto riesgo de megaterremotos.

Tsunamis en tiempo real: una carrera contra los minutos

El nuevo sistema de predicción funciona en apenas 0,2 segundos, una cifra que rompe por completo las limitaciones temporales de los actuales modelos de alerta. Las primeras olas de un tsunami, especialmente en zonas como la Subducción de Cascadia, pueden alcanzar la costa en apenas 10 minutos. Hasta ahora, los sistemas solo ofrecían dos opciones: modelos rápidos pero inexactos o simulaciones precisas que tardaban horas.

El equipo del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore ha demostrado que esa dicotomía ya no es necesaria. Su sistema se basa en una biblioteca masiva de simulaciones físicas de tsunamis precalculadas usando 43.500 unidades de procesamiento AMD y un modelo que conecta el movimiento sísmico del lecho marino con el comportamiento de las olas. En tiempo real, los datos de sensores submarinos se combinan con esa biblioteca para ofrecer una predicción física completa con incertidumbre cuantificada en décimas de segundo.

Esta capacidad representa una aceleración de más de 10.000 millones de veces respecto a los métodos tradicionales, lo que implica que las alertas ya no llegarán tarde o con información errónea. Y eso, en un escenario donde los segundos importan más que nunca, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

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Una colaboración monumental para un gemelo digital oceánico

El sistema ha sido descrito por sus creadores como el primer “gemelo digital” de tsunamis capaz de operar en tiempo real. Se trata de una creación colectiva entre el LLNL, el Instituto Oden de la Universidad de Texas en Austin y el Instituto Scripps de Oceanografía de UC San Diego. Lo impulsa El Capitan, la supercomputadora que alcanza 2,79 trillones de cálculos por segundo, un monstruo de silicio diseñado originalmente para simulaciones nucleares.

La base matemática del sistema se encuentra en MFEM, una biblioteca de elementos finitos de código abierto. Con ella se ejecutó la simulación más grande jamás registrada, que manejó 55,5 billones de grados de libertad. Esto permite no solo predecir el impacto de un tsunami con un detalle sin precedentes, sino también cuantificar la incertidumbre en el cálculo, algo fundamental para la toma de decisiones bajo presión.

“Este es un verdadero cambio de paradigma. Por primera vez, un modelo físico completo puede usarse lo suficientemente rápido como para ser útil en una situación real”, declaró Omar Ghattas, investigador principal del proyecto. Se trata de una simbiosis perfecta entre hardware extremo y modelos estadísticos avanzados, con aplicaciones que van mucho más allá del océano.

Más allá del mar: incendios, clima espacial y el futuro de la predicción

El enfoque no se limita al océano. La arquitectura de predicción basada en inversión bayesiana podría utilizarse para seguimiento de incendios forestales, dispersión de contaminantes subterráneos e incluso predicción del clima espacial, áreas donde la velocidad y la precisión son igual de críticas.

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Además, su implementación no requiere disponer de una supercomputadora in situ. Una vez generada la biblioteca de escenarios, los pronósticos pueden ejecutarse en sistemas mucho más pequeños, lo que abre la puerta a su integración en centros de monitoreo regionales a lo largo de costas vulnerables. A medida que las redes de sensores submarinos se expanden, su efectividad aumentará.

El contexto también es alarmante. Tras el terremoto de magnitud 8,8 en Kamchatka en julio de 2025, que activó alertas en todo el Pacífico, el interés por fortalecer los sistemas de alerta ha crecido. Las investigaciones indican que la zona de Cascadia tiene una probabilidad del 15% de sufrir un megaterremoto en los próximos 50 años, y nuevos estudios sugieren que los efectos de subsidencia podrían agravar aún más los impactos del tsunami resultante.

¿Y si el futuro llega antes de la ola?

La tragedia de un tsunami no reside solo en la fuerza del agua, sino en el silencio previo, en la falta de aviso, en el tiempo que se escapa. Este nuevo sistema, más que una herramienta tecnológica, es una promesa de segundos robados a la catástrofe. Con él, podríamos dejar de depender de simulacros y pasar a una respuesta real, rápida y científica.

Lo más notable es que esta innovación no depende únicamente del músculo computacional de El Capitan. Su capacidad de precálculo permite que el modelo sea escalable y replicable en contextos más modestos, donde su impacto puede ser aún más significativo.

En un mundo donde los riesgos naturales aumentan y el clima extremo se intensifica, este avance es un recordatorio de lo que la ciencia puede lograr cuando se orienta a proteger vidas. Porque si podemos predecir el futuro antes de que llegue a la orilla, quizá también podamos diseñar un presente más resiliente.

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