The Line: La futurista megaciudad de Arabia Saudita toma forma entre espejos, desierto y polémicas laborales

La construcción de The Line, la megaciudad futurista de Arabia Saudita, avanza con 100,000 trabajadores y un diseño espejado de 170 kilómetros y cero emisiones.
La futurista megaciudad The Line en Arabia Saudita ha iniciado sus obras a gran escala, con 100,000 trabajadores excavando día y noche a lo largo de su recorrido. El proyecto promete una ciudad de 170 kilómetros de largo sin automóviles, cero emisiones y una arquitectura espejada sin precedentes en el mundo.
Hidden Marina: la primera pieza de una ciudad sin precedentes
La primera fase de The Line ya está tomando forma con la Hidden Marina, un segmento de 2,5 kilómetros de longitud y 500 metros de altura. Esta zona inicial será una ciudad vertical autosuficiente diseñada para albergar a 200,000 residentes, con más de 80,000 viviendas y 9,000 habitaciones de hotel. El exterior espejado, combinado con infraestructura comercial, educativa y sanitaria, busca crear un entorno de vida denso, eficiente y visualmente impresionante.
El costo estimado para esta primera fase es de 140 mil millones de dólares, reflejando la ambición desmesurada del proyecto. La Hidden Marina incorpora una marina artificial capaz de recibir cruceros, conectada mediante un túnel subterráneo, y contará con sistemas de gestión de energía y vigilancia urbana impulsados por inteligencia artificial. Se espera que los primeros residentes puedan mudarse a partir de 2030, marcando el inicio de un modelo urbano sin precedentes.
Comparado con cualquier otra megaconstrucción anterior, The Line pretende redefinir el urbanismo contemporáneo. Más de 21 millones de metros cuadrados de construcción en solo tres módulos superan de forma abrumadora la escala de iconos como el Burj Khalifa, resaltando la voluntad saudí de liderar el futuro urbano global.
Espejos, desierto y una fuerza laboral masiva
El rasgo visual más impactante de The Line será su fachada de espejo que se extenderá a lo largo de 170 kilómetros, reflejando desiertos, montañas y costas. Con una altura de 500 metros y un ancho de 200 metros, los dos muros paralelos crearán un corredor urbano cerrado, único en la historia de la arquitectura mundial. Para lograr esta proeza, se han tenido que diseñar estructuras que compensen incluso la curvatura de la Tierra.
Detrás de esta hazaña, más de 100,000 trabajadores ya operan las 24 horas en la excavación y preparación del terreno, una de las movilizaciones de mano de obra más grandes desde la construcción de megaproyectos históricos. Se espera que esta fuerza laboral alcance los 200,000 operarios en 2025, a medida que el ritmo de construcción se acelere en el desierto saudí.
No obstante, el proyecto enfrenta críticas internacionales por las condiciones laborales. Informes y documentales recientes denuncian jornadas de 16 horas, traslados extenuantes y, más gravemente, alegaciones de hasta 21,000 muertes de trabajadores migrantes vinculadas a la construcción del Saudi Vision 2030. Mientras las autoridades saudíes califican estas acusaciones de «desinformación», la sombra de las polémicas laborales se cierne sobre el megaproyecto.
Con todo, Arabia Saudita sigue adelante con su visión: crear una ciudad vertical sin automóviles ni emisiones de carbono, impulsada por tecnologías avanzadas y diseñada para atraer inversiones y redefinir la vida urbana del futuro. The Line no solo busca ser un proyecto arquitectónico; pretende ser una declaración geopolítica sobre el rol de Arabia Saudita en el siglo XXI.
Entre la utopía futurista y la polémica del presente
The Line promete ser una obra maestra de innovación urbana: una ciudad lineal autosuficiente, energéticamente neutra y visualmente impactante. Sin embargo, su construcción también refleja las tensiones y contradicciones de un mundo que lucha entre la modernidad extrema y las persistentes desigualdades laborales.
La promesa de una vida sin coches, con acceso inmediato a naturaleza y servicios, es poderosa y atractiva. Pero mientras las imágenes de rascacielos espejados dominan las redes sociales, las denuncias sobre las condiciones de los trabajadores plantean interrogantes fundamentales sobre los costos humanos de esta ambición.
En última instancia, The Line es tanto un laboratorio urbano como un espejo de las prioridades globales actuales. ¿Será recordada como el comienzo de una nueva era de ciudades sostenibles, o como una advertencia sobre los peligros de anteponer la grandiosidad a la equidad? La historia, como siempre, la escribirán quienes vivan allí… y quienes construyan sus cimientos.
The Line y el futuro del urbanismo sostenible
Más allá de su impacto local, The Line tiene el potencial de redefinir las tendencias globales en planificación urbana y sostenibilidad. Su propuesta de alta densidad vertical, movilidad peatonal total y energía 100% renovable anticipa un modelo de ciudad postindustrial adaptado a los desafíos del cambio climático.
Tradicionalmente, el crecimiento urbano ha seguido un patrón de expansión horizontal: ciudades que se extienden cada vez más, consumiendo terreno, agua y energía en cantidades insostenibles. The Line rompe radicalmente con ese modelo, apostando por una compacidad extrema que permite reducir la huella ecológica y maximizar la eficiencia de los recursos.
Su planteamiento también cuestiona la lógica de la movilidad urbana basada en vehículos privados. Al eliminar la necesidad de coches, la ciudad prioriza el transporte público ultrarrápido y los desplazamientos peatonales, abriendo un nuevo paradigma donde la movilidad se integra de forma invisible en la vida diaria.
Desde un punto de vista medioambiental, la idea de encapsular nueve millones de personas en una huella lineal de apenas 34 km² de superficie construida podría inspirar futuros proyectos en regiones afectadas por la escasez de tierras fértiles, desertificación o presión demográfica extrema. Modelos derivados de The Line podrían surgir en lugares como India, África del Norte o América Latina, adaptados a diferentes contextos climáticos y sociales.
Imágenes: NEOM
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