Tormenta solar golpea al cometa interestelar atlas en un choque cósmico inédito

Alberto Noriega     24 septiembre 2025     5 min.
Tormenta solar golpea al cometa interestelar atlas en un choque cósmico inédito

Una tormenta solar impactó al cometa interestelar 3I/ATLAS, ofreciendo a los astrónomos una oportunidad única de estudio.

Un fenómeno cósmico sin precedentes se registró este 24 y 25 de septiembre, cuando una eyección de masa coronal del Sol impactó directamente al cometa interestelar 3I/ATLAS. Se trata apenas del tercer objeto interestelar confirmado que visita nuestro sistema solar, tras ‘Oumuamua en 2017 y Borisov en 2019. El evento, pronosticado por el modelo ENLIL de la NASA, abre una ventana científica irrepetible para comprender cómo interactúa el clima espacial con un cuerpo procedente de más allá del vecindario solar. Descubierto en julio de 2025 en Chile, el cometa posee un núcleo de hasta 5,6 kilómetros y un peso estimado en 33.000 millones de toneladas, lo que lo convierte en un gigante alienígena que ahora se enfrenta al poder de nuestra estrella.

Una tormenta contra un viajero interestelar

El cometa 3I/ATLAS fue identificado por el telescopio ATLAS en Chile apenas hace unos meses, y desde entonces ha intrigado a la comunidad científica. El impacto de la eyección de masa coronal (CME) —una erupción de plasma solar de gran velocidad— marca la primera vez que este tipo de fenómenos afecta a un visitante de origen interestelar.

En el pasado, episodios similares ya habían sido observados en cometas de nuestro sistema, como cuando la misión STEREO A de la NASA en 2007 registró la “decapitación” de la cola del cometa Encke tras un golpe solar. Pero el choque con 3I/ATLAS es mucho más singular, pues ofrece un laboratorio natural para estudiar cómo responden materiales formados en otro sistema estelar al embate del viento solar.

Los científicos esperan que la CME pueda romper o desviar temporalmente la cola del cometa, aunque estos daños no suelen ser permanentes. Las colas cometarias se regeneran rápidamente gracias a la sublimación de hielo, y en cuestión de minutos suelen reconstruirse. Lo relevante, según astrónomos consultados, es que podremos medir la reacción de un objeto con química alienígena bajo condiciones extremas del clima espacial.

Pexels Pixabay 87611

Química extraña y un cometa diferente

Las observaciones del Telescopio Espacial James Webb ya habían revelado que 3I/ATLAS posee una composición anómala: una proporción de dióxido de carbono a agua de 8 a 1, la más alta jamás registrada en un cometa y seis desviaciones estándar por encima de lo normal. Esta química tan peculiar sugiere que el objeto ha viajado durante miles de millones de años en el espacio interestelar, expuesto a la radiación cósmica y adquiriendo características únicas.

Además, los astrónomos detectaron un fenómeno aún más extraño: una cola invertida que apunta hacia el Sol en lugar de alejarse de él. Esta rareza se explica por la sublimación desigual en la superficie solarmente iluminada y por la predominancia de partículas de polvo grandes, resistentes a la presión de la radiación solar. A su vez, el tono rojizo de su superficie lo asemeja a los asteroides tipo D, cuerpos oscuros y primitivos que también muestran signos de evolución bajo radiación intensa.

Estos datos consolidan la idea de que 3I/ATLAS no solo es un visitante cósmico curioso, sino un archivo natural de condiciones físicas y químicas ajenas a nuestro sistema solar. El choque con la tormenta solar, por lo tanto, representa una oportunidad irrepetible para poner a prueba teorías sobre la materia interestelar.

Una ventana que se cierra pronto

El entusiasmo científico está acompañado de un sentido de urgencia. El cometa se dirige hacia su conjunción solar, es decir, el período en que quedará oculto tras el Sol desde la perspectiva terrestre. Entre octubre y noviembre de 2025 será imposible observarlo desde la Tierra, justo cuando atraviese la fase crítica de su viaje.

Su perihelio, o acercamiento máximo al Sol, ocurrirá el 29 de octubre de 2025, cuando pase a apenas 1,36 unidades astronómicas, dentro de la órbita de Marte. Por esta razón, las sondas en órbita marciana podrían convertirse en la mejor herramienta de observación, ya que tendrán un ángulo privilegiado mientras el cometa se oculta para los telescopios terrestres.

Pexels Pixabay 41951

Posteriormente, en diciembre de 2025, 3I/ATLAS alcanzará su máxima aproximación a la Tierra, a 170 millones de millas, antes de emprender su trayecto definitivo hacia el exterior del sistema solar. Para entonces, el contacto con la CME ya habrá quedado atrás, pero las huellas de la interacción podrían seguir siendo visibles en la morfología y actividad del cometa.

Lo que significa este choque cósmico

El encuentro entre la tormenta solar y 3I/ATLAS no es solo un espectáculo astronómico. Representa un punto de inflexión en nuestra capacidad de estudiar objetos interestelares en tiempo real, bajo condiciones dinámicas y extremas. Cada fragmento de información obtenido ayudará a descifrar cómo se forman y evolucionan los cometas en otros sistemas planetarios y cómo responden al entorno de una estrella como la nuestra.

El hecho de que apenas sea el tercer visitante interestelar detectado en la historia moderna subraya la magnitud del evento. A diferencia de ‘Oumuamua, cuyo paso fugaz dejó más preguntas que respuestas, y de Borisov, que apenas pudo ser observado durante unos meses, 3I/ATLAS se presenta como un laboratorio único que, por primera vez, combina química anómala, comportamiento peculiar y un choque directo con nuestro Sol.

En un momento en que la exploración espacial busca extenderse más allá del sistema solar, este evento recuerda que los mensajeros del espacio profundo a veces llegan a nosotros. El Sol, con su furia de plasma, nos ha regalado un experimento natural irrepetible. Lo que aprendamos de él podría reescribir no solo nuestra comprensión de los cometas, sino también de la materia que flota entre las estrellas.

Comentarios cerrados