Una triple inmunoterapia logra controlar el VIH sin medicación diaria en un ensayo pionero
Un ensayo de UCSF publicado en Nature muestra que una triple inmunoterapia permitió a siete de diez pacientes con VIH mantener el virus controlado.
Un estudio de la Universidad de California en San Francisco, publicado este viernes en Nature, demostró que una inmunoterapia experimental permitió que siete de diez personas con VIH mantuvieran niveles bajos del virus durante meses tras suspender el tratamiento antirretroviral. La investigación, que combina una vacuna terapéutica, anticuerpos ampliamente neutralizantes y un agonista del receptor Toll 9, se llevó a cabo en Estados Unidos dentro de un ensayo de prueba de concepto respaldado por amfAR y los NIH. Los resultados llegan en el Día Mundial del SIDA y plantean por primera vez la posibilidad real de controlar el VIH sin medicación diaria para ciertos pacientes.
Un experimento que rompe la dinámica habitual del rebote viral
El estudio de UCSF marca un antes y un después en la investigación de tratamientos funcionales contra el VIH. Habitualmente, cuando una persona interrumpe la terapia antirretroviral (ART), el virus reaparece en unas dos semanas y se dispara de forma acelerada. Esta dinámica, conocida como rebote viral inmediato, es uno de los principales motivos por los que la medicación diaria sigue siendo indispensable en la vida de 40,8 millones de personas en el mundo.
Pero en este ensayo de prueba de concepto, la historia fue distinta. La triple intervención aplicada por el equipo de UCSF logró que siete de los diez participantes mantuvieran el virus en niveles bajos durante semanas o meses sin medicación. Y en un caso excepcional, una persona no mostró rebote alguno durante más de un año y medio, tal como reportó The Washington Post.
La estrategia consistió en una secuencia específica: primero, una vacuna terapéutica diseñada para potenciar las respuestas de células T; después, la administración de dos anticuerpos ampliamente neutralizantes—10-1074 y VRC07-523LS—combinados con un agonista de TLR-9, una molécula que estimula la respuesta inmune innata. Tras la interrupción de la ART, los anticuerpos se administraron nuevamente para mantener la presión inmunitaria.
Según Steven Deeks, profesor de Medicina en UCSF y coautor principal, “la mayoría tuvo alguna evidencia de control, lo cual creemos que es algo sin precedentes”. Solo tres participantes experimentaron el rebote rápido habitual; el resto mantuvo cargas virales contenidas durante largos periodos, algo nunca antes observado con esta consistencia.
El ensayo, aunque pequeño, se diseñó para responder una pregunta que lleva décadas pendiente: ¿puede entrenarse el sistema inmunológico para controlar el VIH sin medicamentos diarios? Los resultados sugieren que sí, al menos en un subconjunto de pacientes y bajo una combinación terapéutica extremadamente específica.
La publicación en Nature subraya la relevancia del hallazgo: no se trata de una cura, pero sí de la primera demostración sólida de que el control prolongado sin ART es científicamente viable.
Células T “a la espera del objetivo”: cómo la terapia reprogramó la inmunidad
Para entender por qué el tratamiento funcionó, los investigadores analizaron las respuestas inmunológicas de cada participante. La clave estuvo en la capacidad del sistema inmune de reaccionar con fuerza justo en el momento en que el virus reaparecía.
Rachel Rutishauser, profesora asociada en la División de Medicina Experimental de UCSF y coautora principal, lo explica con una imagen memorable: “Es como un gato preparándose para abalanzarse sobre un ratón”. Las células T de los controladores parecían estar “en guardia”, expandiéndose con rapidez cuando detectaban las primeras señales de rebote viral.
Esta expansión temprana y masiva de células T CD8+ activadas se correlacionó directamente con cargas virales más bajas tras el pico inicial de replicación. Es decir: cuanto más rápido se movilizaban estas células, mejor lograban contener el virus sin necesidad de ART.
La mayoría de los participantes había iniciado la terapia antirretroviral poco después de la infección, un factor que preserva la capacidad del sistema inmune para reconocer y responder al VIH. Este dato refuerza una lección importante en la lucha contra la enfermedad: el tratamiento temprano no solo mejora la salud a corto plazo, sino que también preserva la maquinaria inmunitaria necesaria para intervenciones futuras.
El estudio fue posible gracias a una colaboración de 20 millones de dólares entre amfAR y UCSF iniciada en 2015, sumada al apoyo del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas en Estados Unidos. Para Michael Peluso, primer autor del estudio, la lección es clara: “Este no es el final del juego. Pero demuestra que podemos avanzar en un desafío que a menudo enmarcamos como irresoluble”.
Los investigadores resaltan que esta estrategia va más allá de intentos anteriores con solo anticuerpos. Según Science, el enfoque “subió la apuesta”, combinando tres frentes: potenciar la inmunidad, neutralizar el virus y perturbar los reservorios celulares que lo ocultan.
Ahora comienza la siguiente fase: simplificar el régimen, evaluar la durabilidad del efecto y demostrar eficacia en estudios a gran escala. La meta, aunque todavía distante, es ambiciosa: sustituir en ciertos pacientes la terapia diaria por tratamientos espaciados, o incluso anuales.
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