UNESCO amplía su red global: 26 nuevas reservas de biosfera para proteger la biodiversidad

Alberto Noriega     10 octubre 2025     5 min.
UNESCO amplía su red global: 26 nuevas reservas de biosfera para proteger la biodiversidad

La UNESCO anunció este sábado la designación de 26 nuevas reservas de la biosfera en 21 países, lo que marca la mayor expansión del programa en dos décadas. El anuncio se realizó en el marco del 5º Congreso Mundial de Reservas de la Biosfera en Hangzhou, China, y eleva a 785 el total de sitios protegidos distribuidos en 142 países.

Entre las designaciones más destacadas se encuentra la de São Tomé y Príncipe, que se convierte en el primer país entero reconocido como reserva de la biosfera. El pequeño archipiélago africano, de 1.130 kilómetros cuadrados, alberga picos volcánicos, bosques lluviosos y tierras agrícolas que forman parte del sistema forestal del Congo.

Seis países recibieron por primera vez este estatus de protección: Angola, Djibouti, Guinea Ecuatorial, Islandia, Omán y Tayikistán. En India, la Cold Desert Biosphere Reserve, situada en Himachal Pradesh, fue incluida como la decimotercera del país, abarcando 7.770 kilómetros cuadrados de ecosistemas de alta montaña donde habitan leopardos de las nieves y unas 12.000 personas dedicadas al pastoreo tradicional.

Otro hito es la incorporación de Raja Ampat en Indonesia, un archipiélago marino que forma parte del Triángulo de Coral, considerado el mayor centro de biodiversidad marina del planeta. Con más de 75% de las especies de coral del mundo y 1.320 especies de peces de arrecife, además de cinco especies de tortugas marinas en peligro, Raja Ampat se convierte en uno de los enclaves más valiosos de la red global.

Urgencia climática y presión humana

La ampliación de la red responde al aumento de las amenazas vinculadas al cambio climático y a la pérdida de biodiversidad. Según la UNESCO, más del 60% de las reservas de la biosfera ya experimentan fenómenos meteorológicos extremos, desde olas de calor hasta sequías e incremento del nivel del mar.

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António Abreu, director del programa de reservas de la biosfera, subrayó que la protección ambiental debe ir de la mano con el bienestar de las comunidades locales. “La conservación solo tiene sentido si quienes habitan estos territorios pueden seguir prosperando”, afirmó. De hecho, en varias de las nuevas reservas, los propios habitantes han jugado un papel esencial al identificar especies desconocidas y restaurar ecosistemas degradados.

Desde 2018, el programa ha sumado un millón de kilómetros cuadrados adicionales de áreas naturales bajo protección, el equivalente a la superficie de Bolivia. Pero la presión humana sigue siendo uno de los grandes retos. En Nigeria, por ejemplo, la Reserva Forestal de Omo, que ya forma parte de la red, enfrenta una creciente amenaza: la expansión del cultivo de cacao avanza sobre el hábitat de los elefantes de bosque africanos, en peligro crítico de extinción.

A esta tensión se suma la política internacional. Mientras la red se expande, Estados Unidos —que actualmente mantiene 47 reservas de la biosfera— anunció que se retirará de la UNESCO en diciembre de 2026 bajo la administración de Donald Trump. Esta decisión genera preocupación sobre la continuidad de la cooperación internacional en materia de conservación.

Lo que significan las nuevas designaciones

Cada nueva reserva de la biosfera representa mucho más que un espacio protegido: son laboratorios vivos donde se busca un equilibrio entre naturaleza y desarrollo humano. Los sitios reconocidos cumplen una doble función: conservar ecosistemas y especies, y al mismo tiempo promover formas sostenibles de vida y producción para las comunidades que los habitan.

En el caso de India Cold Desert, la designación pone el foco en una región de pastoreo ancestral que depende de la resiliencia de los ecosistemas de alta montaña. Allí, el cambio climático amenaza con alterar los glaciares y las fuentes de agua que sostienen tanto a las personas como a la fauna.

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En Raja Ampat, la inclusión refuerza la protección de uno de los puntos calientes de biodiversidad marina, vital para la pesca artesanal, el ecoturismo y la seguridad alimentaria local. Su reconocimiento como reserva de la biosfera también busca frenar la presión del turismo masivo y la pesca industrial.

La declaración de São Tomé y Príncipe como un país completo bajo este estatus tiene un fuerte valor simbólico y estratégico. La isla entera se convierte en un experimento global de cómo integrar conservación y desarrollo, desde la agricultura hasta el turismo sostenible. La decisión refleja una tendencia emergente: no limitarse a áreas aisladas, sino plantear la sostenibilidad como un proyecto nacional.

La conservación como proyecto de futuro

La designación de estas 26 nuevas reservas llega en un momento crítico en el que la comunidad internacional busca acelerar la acción climática y cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. Los expertos advierten que el planeta no puede permitirse seguir perdiendo hábitats naturales al ritmo actual, y que la protección de la biodiversidad es inseparable de la seguridad económica y social.

El reto, sin embargo, está en la implementación. Aunque las reservas son reconocidas internacionalmente, la gestión diaria depende de los gobiernos nacionales y de la cooperación con las comunidades locales. Los casos de Nigeria y otros países muestran que el reconocimiento por sí solo no basta: hacen falta planes de manejo efectivos, financiación adecuada y mecanismos de monitoreo constante.

Aun así, la ampliación de la red envía un mensaje claro: frente a un mundo en el que la deforestación, la urbanización y la explotación intensiva amenazan cada rincón, todavía es posible apostar por la conservación y crear espacios de esperanza. Como señala la UNESCO, cada nueva reserva es también una invitación a repensar la relación de la humanidad con el planeta.

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