La zona mesopelágica del océano está en peligro: actuar ahora es crucial

Alberto Noriega     26 octubre 2025     4 min.
La zona mesopelágica del océano está en peligro: actuar ahora es crucial

Una moción en el Congreso Mundial de la Naturaleza busca frenar estas actividades hasta comprender mejor su impacto.

A entre 200 y 1.000 metros de profundidad, existe un mundo silencioso y misterioso conocido como la zona mesopelágica o zona crepuscular del océano. Aunque envuelta en oscuridad, esta capa abarca los mares del planeta y alberga hasta el 90% de la biomasa de peces del mundo, lo que la convierte en el mayor ecosistema sin explotar de la Tierra.

Durante siglos, permaneció prácticamente invisible para la ciencia. Hoy, los avances tecnológicos empiezan a revelar su importancia ecológica y climática. Sin embargo, este nuevo conocimiento llega justo cuando flotas pesqueras internacionales comienzan a fijarse en ella como fuente potencial de harina y aceite de pescado, amenazando su delicado equilibrio.

La votación de la Moción 035: Protección de la Integridad del Ecosistema Mesopelágico, que se celebrará en el Congreso Mundial de la Naturaleza (UICN), podría marcar un punto de inflexión. Si se aprueba, los países deberán abstenerse de autorizar actividades industriales en las profundidades hasta que exista una base científica sólida sobre sus efectos.

Los pulmones invisibles del océano

Bajo la superficie, la vida abunda: peces bioluminiscentes, medusas y criaturas aún sin nombre habitan esta región. Pero su valor más profundo está en su función climática.

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Cada noche, miles de millones de organismos realizan la mayor migración animal del planeta, ascendiendo a la superficie para alimentarse de plancton y descendiendo al amanecer con su carga de carbono. Este proceso, conocido como bomba biológica de carbono, transporta entre 2 y 6 gigatoneladas de CO₂ al año, más del doble de lo que emiten todos los automóviles del mundo juntos.

Estos seres diminutos son, en realidad, uno de los principales reguladores del clima global. Sin su labor invisible, la Tierra sería significativamente más cálida. Además, sostienen las redes tróficas oceánicas: son alimento esencial para atunes, tiburones, ballenas y leones marinos, especies fundamentales para la economía y la cultura de muchas comunidades costeras.

La biodiversidad que esconden también tiene un potencial incalculable para la ciencia. Muchos organismos de las profundidades podrían inspirar nuevos medicamentos y biotecnologías, un patrimonio genético que aún no comprendemos del todo.

Una nueva fiebre del oro en las profundidades

A pesar de su fragilidad, la zona mesopelágica se ha convertido en el nuevo objetivo de la pesca industrial. Con los recursos costeros cada vez más agotados, las compañías buscan en el abismo una fuente alternativa para producir harina y aceite de pescado, insumos esenciales para la acuicultura, la ganadería y la industria alimentaria.

Actualmente, el 30% de las capturas mundiales se destina a estos fines, y la posibilidad de extender la explotación a aguas profundas representa un riesgo ecológico incalculable. Los científicos advierten que intervenir sin conocimiento suficiente podría interrumpir procesos climáticos vitales y colapsar cadenas alimentarias enteras.

Un ecosistema que apenas conocemos

Lo más alarmante es lo poco que sabemos. No existen datos de referencia, límites de extracción ni marcos de gestión. Se desconoce cuántas especies habitan la zona, cuánto viven o cómo se reproducen. Tampoco sabemos qué tan rápido —o si acaso— podrían recuperarse tras una alteración masiva.

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Sin esta información, cualquier intento de pesca es un experimento de consecuencias imprevisibles. La comunidad científica coincide en que no se puede gestionar lo que no se mide, y que alterar el equilibrio antes de comprenderlo sería una apuesta peligrosa para el planeta.

La urgencia de una protección global

Frente a este riesgo, organizaciones como el Marine Conservation Institute, el Environmental Defense Fund y Ocean Conservancy promueven la moción de la UICN para imponer un principio de precaución y frenar la explotación comercial de la zona mesopelágica.

Si la Moción 035 obtiene apoyo en el Congreso de octubre, supondrá una moratoria global de facto sobre la pesca profunda hasta que existan estudios exhaustivos sobre los impactos ecológicos y climáticos. Sería, además, un paso histórico hacia una gobernanza responsable de los océanos.

Esta iniciativa no busca detener toda actividad humana, sino asegurar que cualquier uso de los recursos marinos se base en conocimiento, no en codicia. La zona mesopelágica no es solo un depósito de biomasa: es un sistema de soporte vital para el planeta.

Un llamado para proteger el corazón oculto del océano

La zona crepuscular es uno de los últimos territorios realmente intactos del planeta. Si la perdemos, no sabemos si podremos restaurarla. Por eso, los próximos años serán decisivos.

El océano ha actuado silenciosamente como regulador climático durante milenios. Hoy, su futuro depende de que seamos capaces de proteger lo que aún no comprendemos del todo. La decisión está en nuestras manos: podemos abrir una nueva era de explotación o inaugurar una nueva etapa de respeto hacia las profundidades que sostienen la vida en la Tierra.

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