Amazon y Microsoft lideran una ola histórica de gasto en inteligencia artificial
Los contratos con OpenAI e IREN reflejan una carrera por dominar la potencia computacional global y consolidan la expansión de la IA hasta 2026.
El mes de noviembre comenzó con señales mixtas en los mercados estadounidenses, mientras los gigantes tecnológicos impulsaban un nuevo ciclo de euforia inversora centrado en la inteligencia artificial. Las acciones de Amazon subieron más del 5% el lunes tras anunciar un histórico acuerdo de $38.000 millones con OpenAI, el creador de ChatGPT, que utilizará los servicios de Amazon Web Services (AWS) durante los próximos siete años.
El pacto, que representa la primera gran alianza de OpenAI con AWS, contempla el acceso a centenares de miles de unidades de procesamiento gráfico (GPU) de Nvidia, esenciales para entrenar y desplegar modelos avanzados de IA generativa. “El rápido avance de la IA ha creado una demanda sin precedentes de poder computacional”, indicó Amazon en un comunicado, añadiendo que toda la capacidad contratada se desplegará antes de finales de 2026.
El anuncio impulsó al Nasdaq, que cerró la sesión al alza, incluso mientras el Dow Jones registró pérdidas moderadas. Los analistas señalaron que la divergencia entre índices refleja la actual concentración de valor en el sector tecnológico, donde la inteligencia artificial sigue siendo el principal motor de crecimiento.
Gigantes tecnológicos apuestan por la infraestructura del futuro
El acuerdo Amazon–OpenAI coronó una semana dominada por anuncios masivos de gasto en infraestructura de IA. Poco después, Microsoft firmó un contrato de $9.700 millones con IREN, uno de los mayores operadores de centros de datos del mundo, para expandir su capacidad de nube de IA y asegurar el acceso a los chips GB300 de Nvidia durante cinco años.

Estos movimientos confirman lo que los analistas ya denominan el “superciclo de inversión en computación avanzada”, con empresas como Microsoft, Alphabet, Amazon y Meta elevando sus previsiones de gasto de capital para 2025. Las proyecciones apuntan a que la inversión global en infraestructura de IA superará los $250.000 millones este año, impulsada por la necesidad de construir centros de datos más eficientes, escalables y energéticamente sostenibles.
El CEO de OpenAI, Sam Altman, aseguró recientemente que la compañía planea destinar $1,4 billones en la próxima década para desarrollar 30 gigavatios de recursos de computación, un salto que transformaría la arquitectura digital global. La cifra, equiparable al presupuesto anual combinado de varios países europeos, ilustra la magnitud del desafío técnico y económico que plantea la expansión de la inteligencia artificial.
Según los analistas de Reuters, estos contratos no solo consolidan a Amazon y Microsoft como los dos pilares del ecosistema de IA, sino que también marcan un cambio estructural en el gasto tecnológico: del software a la infraestructura energética y de hardware que sostiene los modelos de aprendizaje profundo.
Un mercado en auge… y en tensión
Aunque las acciones tecnológicas mantienen el liderazgo, los principales índices muestran señales de saturación. El S&P 500 cerró octubre con su sexta ganancia mensual consecutiva, pero los estrategas advierten que la concentración del crecimiento en pocas compañías puede aumentar la volatilidad. Actualmente, las empresas vinculadas a la inteligencia artificial representan el 44% de la capitalización de mercado del índice, un nivel sin precedentes.

“Cuando ves este tipo de señales de demanda, y sabes que estamos atrasados, necesitas gastar”, reconoció el director financiero de Microsoft, justificando el aumento de las inversiones. Sin embargo, esta carrera ha elevado las valoraciones a máximos históricos: el Nasdaq-100 cotiza ahora a 32 veces las ganancias futuras, frente al 17,5% del S&P 500 más amplio.
Pese a los temores de una posible burbuja de IA, el optimismo sigue dominando. “Todavía estamos en un período de crecimiento inmenso, lo que sugiere que la burbuja tiene un largo camino por expandirse”, afirmó David Nicholson, analista de Futurum Group. Los expertos coinciden en que los compromisos de capital sostenidos por los gigantes tecnológicos rentables brindan estabilidad y proyectan crecimiento hasta 2026.
La nueva carrera energética del siglo XXI
Detrás de los grandes titulares financieros subyace una transformación más profunda: la inteligencia artificial está redefiniendo la economía energética global. Los centros de datos necesarios para entrenar modelos de lenguaje, sistemas de recomendación o redes neuronales requieren cantidades colosales de electricidad, y las compañías ya exploran alianzas con proveedores de energía renovable para sostener esta expansión.
La infraestructura de IA se ha convertido, según los analistas de Bloomberg, en la nueva industria estratégica del siglo XXI, comparable a lo que fue el petróleo en el siglo pasado. Quien controle el acceso al poder computacional —y a la energía que lo alimenta— controlará el ritmo de la innovación mundial.
Mientras tanto, el mercado observa con atención cómo Amazon y Microsoft consolidan su dominio. El auge de la inteligencia artificial no solo está cambiando la forma en que pensamos la tecnología, sino también cómo se estructura la economía global, desplazando el centro de gravedad hacia una infraestructura invisible, pero esencial: la nube que lo sostiene todo.
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