China permite a un paciente controlar dispositivos con solo pensar en un avance histórico en neurotecnología

Un paciente tetrapléjico en China juega con la mente tras recibir el implante cerebral más pequeño del mundo en un ensayo clínico pionero.
Un paciente tetrapléjico en Shanghái ha logrado jugar videojuegos con la mente tras un implante cerebral colocado en marzo de 2025. Se trata del primer ensayo clínico de interfaz cerebro-computadora invasiva en China, realizado por el CEBSIT. En solo tres semanas, el paciente pudo controlar juegos de carreras y ajedrez sin usar sus extremidades. China entra así en la carrera global de la neurotecnología, rivalizando con Neuralink de Elon Musk.
Un implante del tamaño de una moneda
China ha implantado con éxito el dispositivo de control cerebral más pequeño del mundo: 26 mm de diámetro, 6 mm de grosor. Es un avance técnico extraordinario en la naciente industria de interfaces cerebro-computadora (BCI), que busca conectar el cerebro humano directamente con dispositivos digitales.
El paciente, que perdió sus extremidades hace más de una década en un accidente eléctrico, participó en el primer ensayo clínico invasivo de BCI aprobado en el país. Solo tres semanas después del procedimiento, fue capaz de manejar una computadora usando únicamente su mente, según reportes del Global Times. Controló programas, resolvió partidas de ajedrez y condujo vehículos en videojuegos de carreras, todo sin mover un músculo.
El dispositivo fue desarrollado por el Centro de Excelencia en Ciencia Cerebral y Tecnología de la Inteligencia (CEBSIT), y se basa en una arquitectura de electrodos neuronales ultraflexibles, 100 veces más delgados que un cabello humano. Esta estructura permite detectar señales neuronales con alta fidelidad, sin provocar reacciones inmunológicas ni dañar el tejido cerebral.
Cada electrodo está equipado con 32 sensores microscópicos, capaces de registrar la actividad eléctrica de múltiples neuronas a la vez. El resultado es un flujo constante de datos cerebrales, con suficiente precisión para traducir intenciones mentales en comandos digitales con una sorprendente velocidad de adaptación.
Competencia con Neuralink y carrera global
La comparación con Neuralink, el proyecto de Elon Musk, es inevitable. El implante chino es la mitad de pequeño que el de su contraparte estadounidense, lo que podría implicar una cirugía menos invasiva y mayor tolerancia biológica. Además, el progreso del paciente chino fue más veloz, alcanzando el control de videojuegos en solo semanas frente a los meses requeridos en el caso de Neuralink.
China también ha adoptado una estrategia de escalado más agresiva. Planea ensayos clínicos con entre 30 y 50 pacientes en 10 hospitales durante 2025, con vistas a una aprobación regulatoria nacional en 2028. El enfoque se centra en personas con lesiones de la médula espinal, priorizando la restauración de comunicación y movimiento mediante brazos robóticos en fases posteriores.
Esta carrera tecnológica no solo es científica: es geopolítica. Tanto China como Estados Unidos se posicionan para liderar el mercado futuro de neurotecnología, que podría valer más de $20 mil millones anuales antes de 2035, según estimaciones de McKinsey. Mientras tanto, otras naciones observan con cautela el desarrollo de estas tecnologías que podrían transformar por completo la medicina, la rehabilitación y eventualmente, la relación entre humanos y máquinas.
Pensamientos que se convierten en palabras
La tecnología ya ha mostrado aplicaciones más allá del entretenimiento. En estudios previos en primates, los investigadores chinos lograron convertir señales cerebrales en texto, lo que permitió simular comunicación en pacientes sin voz ni movilidad. La idea de “escribir con el pensamiento” no es ciencia ficción: es una posibilidad cercana para personas con parálisis total.
Según Zhao Zhengtuo, jefe del equipo de investigación, uno de los objetivos finales del proyecto es permitir el control de prótesis robóticas y dispositivos del hogar inteligente, como luces, puertas y asistentes de voz. La interfaz entre mente y máquina se convierte, así, en una vía directa hacia la autonomía para millones de personas con discapacidades físicas severas.
El ajedrez invisible del siglo XXI
Mientras el paciente chino mueve piezas de ajedrez sin tocar el tablero, la humanidad da un paso más hacia una era en la que la mente y la tecnología coexisten sin intermediarios físicos. No estamos solo ante un avance médico, sino ante un cambio ontológico: el cuerpo deja de ser el único vehículo de acción.
Pero esta revolución también plantea preguntas urgentes: ¿quién controlará estas tecnologías? ¿Qué datos se extraerán de nuestros pensamientos? ¿Dónde termina el ser humano y empieza el sistema? La carrera entre China y Estados Unidos no es solo una cuestión de supremacía técnica, sino un espejo del mundo que estamos construyendo: uno donde pensar podrá ser sinónimo de actuar.
Y aunque la tecnología todavía está en pañales, lo que se ha demostrado es suficiente para imaginar un futuro donde la voluntad vuelve a darle movimiento a quienes fueron condenados a la inmovilidad. En ese tablero silencioso, cada jugada mental será también un movimiento político, ético y profundamente humano.
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