China y Sudáfrica logran la comunicación cuántica por satélite

Alberto Noriega     12 agosto 2025     5 min.
China y Sudáfrica logran la comunicación cuántica por satélite

China y Sudáfrica logran el primer enlace satelital cuántico intercontinental del mundo, abarcando 12.900 km con comunicaciones ultra seguras.

China y Sudáfrica hicieron historia al establecer en octubre de 2024 el primer enlace satelital cuántico intercontinental, una hazaña tecnológica que unió Beijing con Stellenbosch mediante un microsatélite de solo 23 kg. El experimento generó más de un millón de claves de cifrado cuánticas en tiempo real para transmitir imágenes con seguridad impenetrable. Se trata no solo del enlace cuántico más largo jamás creado, sino también del primero que cruza hacia el Hemisferio Sur, redefiniendo las posibilidades de comunicación segura global. El hito marca un momento clave en la carrera por construir una red de internet cuántico mundial, con implicaciones estratégicas para el equilibrio tecnológico global.

La conexión más segura del mundo

12.900 kilómetros. Un microsatélite. Y una clave cuántica que no puede ser interceptada. Ese fue el logro alcanzado por científicos de China y Sudáfrica cuando, durante un solo paso orbital del satélite Jinan-1, establecieron un enlace cuántico capaz de transmitir datos cifrados con seguridad absoluta.

El experimento utilizó tecnología de distribución de claves cuánticas (QKD) para crear más de un millón de bits de cifrado en tiempo real, los cuales luego se usaron para transmitir imágenes entre estaciones terrestres. Desde Beijing hasta la Universidad de Stellenbosch en Sudáfrica, volaron instantáneamente fotografías de la Gran Muralla China y del campus sudafricano, sin temor alguno a espionaje. En palabras de Jian-Wei Pan, el físico cuántico líder del proyecto, “es la primera vez que se prueba un canal cuántico de este alcance con este nivel de eficiencia.

Este hito casi duplica el récord anterior de 7.600 km alcanzado por el satélite Micius en 2017 entre China y Austria. Lo más sorprendente: Jinan-1 es diez veces más ligero y 45 veces más barato que su antecesor, lo que lo convierte en un prototipo viable para misiones regulares.

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El éxito fue posible gracias también a la colaboración sudafricana, liderada por la Dra. Yaseera Ismail. Las condiciones atmosféricas de Stellenbosch —cielos despejados, baja humedad, poca contaminación lumínica— fueron ideales para la transmisión de fotones entre satélite y tierra. Así se generaron 1,07 millones de bits seguros en menos de un minuto.

China expande su influencia cuántica global

Detrás del logro científico, el movimiento estratégico es claro: posicionar a China como líder de la infraestructura del futuro internet cuántico. El país ya opera una red terrestre de comunicación cuántica de 2.000 km, conectando grandes ciudades como Beijing y Shanghái con nodos seguros. Pero el nuevo enlace con Sudáfrica marca la primera incursión intercontinental, y especialmente simbólica por cruzar hacia el Hemisferio Sur.

No es casual que el país elegido sea Sudáfrica, miembro del bloque BRICS. Este experimento refuerza la cooperación tecnológica entre naciones del sur global y desafía el dominio tradicional de potencias occidentales en telecomunicaciones estratégicas. Desde Pekín, ya se anuncia un plan para lanzar un servicio global de comunicaciones cuánticas en 2027, basado en una constelación de satélites como el Jinan-1.

Según estimaciones de la consultora IDTechEx, el mercado global de comunicación cuántica alcanzará entre $11.000 y $15.000 millones para 2035, con aplicaciones críticas en banca, defensa, ciberseguridad y gobierno digital. La ventaja clave de esta tecnología es que cualquier intento de interceptación altera el estado cuántico del mensaje, lo que lo hace inmediatamente detectable. Incluso las futuras computadoras cuánticas no podrán romper este tipo de cifrado.

Así, el enlace China-Sudáfrica no solo es una proeza tecnológica, sino también una declaración geopolítica: el internet del futuro podría construirse sin depender de Silicon Valley o de Europa, y los protocolos de seguridad ya no estarán en manos de unos pocos.

Satélites ligeros, datos inviolables y el futuro que se activa desde la órbita

La miniaturización del satélite Jinan-1 es, en sí misma, una revolución. Con apenas 23 kg y un coste ridículo en comparación con modelos previos, esta plataforma abre las puertas a una democratización de la tecnología cuántica orbital. El equipo terrestre, antes de 13.000 kg, ahora cabe en una estación de apenas 100 kg de peso. Esa reducción drástica significa que países en desarrollo también podrían acceder a la infraestructura cuántica global.

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El paso siguiente, según Jian-Wei Pan, es escalar esta tecnología a una constelación global que opere con mínima latencia y máxima cobertura. El desafío no es técnico, sino político: ¿quién gobernará el internet cuántico? ¿Cómo se evitará su militarización? ¿Qué papel tendrán los tratados internacionales en una era donde las comunicaciones seguras dependen de partículas subatómicas en órbita?

El experimento con Sudáfrica ha demostrado que es posible coordinar capacidades científicas y tecnológicas al más alto nivel sin necesidad de gigantes corporativos o alianzas militares. La ciencia, cuando se apoya en la cooperación entre pares, puede romper barreras geográficas, tecnológicas y de poder.

Cuando el internet ya no puede ser hackeado

La comunicación cuántica representa una de las promesas más disruptivas del siglo XXI: datos imposibles de interceptar, gobiernos blindados contra ataques cibernéticos, y redes globales protegidas incluso frente al poder futuro de los ordenadores cuánticos. Pero también implica un cambio de paradigma en cómo entendemos la privacidad, la vigilancia y el control de la información.

El hito logrado por China y Sudáfrica no es solo el más largo del mundo hasta ahora: es la señal de que una nueva arquitectura global de internet comienza a dibujarse desde el espacio. Quien controle estas rutas de luz, controlará las autopistas de datos más seguras jamás concebidas.

¿Será un modelo abierto, con estándares compartidos y acceso universal? ¿O un sistema fragmentado, con nodos soberanos e infraestructuras vigiladas? Por ahora, lo cierto es que el primer haz cuántico del sur al norte ha sido disparado, y nada volverá a ser igual.

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