Desarrolladores de Candy Crush, despedidos por la IA que crearon

Alberto Noriega     25 julio 2025     4 min.
Desarrolladores de Candy Crush, despedidos por la IA que crearon

King, el estudio detrás de Candy Crush, reemplaza a 200 empleados con herramientas de IA que ellos mismos ayudaron a desarrollar, en un giro polémico hacia la automatización.

King, el estudio de juegos móviles propiedad de Microsoft y creador de Candy Crush, ha despedido a unos 200 trabajadores que ahora están siendo reemplazados por herramientas de inteligencia artificial desarrolladas por los propios empleados. Los recortes forman parte de un plan mayor de reestructuración que afecta a 9.000 puestos en la división de videojuegos del gigante tecnológico. Entre los afectados se encuentran diseñadores de niveles, redactores y especialistas en experiencia de usuario que, irónicamente, contribuyeron al desarrollo de los sistemas que ahora los sustituyen. El caso ha desatado un intenso debate sobre el papel de la IA en los despidos masivos y el futuro del trabajo creativo en la industria del videojuego.

La paradoja del reemplazo

Los empleados de King han sido reemplazados por sistemas que ellos mismos ayudaron a entrenar. Según MobileGamer.biz, muchos de los despedidos dedicaron años a perfeccionar herramientas de IA orientadas a automatizar la creación de niveles, generar textos narrativos y optimizar interfaces. Hoy, esas mismas herramientas ocupan sus puestos.

Es una locura. Pasamos meses construyendo tecnología para acelerar el trabajo y ahora esa tecnología ha eliminado nuestros empleos”, confesó un exmiembro del equipo a MobileGamer.biz. El caso más extremo se vive en el equipo de Farm Heroes Saga, donde casi la mitad del personal ha sido despedido. El equipo de redacción también fue disuelto casi por completo.

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IA como estrategia financiera

Los despidos se enmarcan dentro de una reestructuración más amplia de Microsoft, que en julio recortará aproximadamente 9.000 puestos en su división de gaming. Esta es la cuarta ronda de despidos en 18 meses y coincide con el anuncio de una inversión de 80.000 millones de dólares en infraestructura de IA para este año fiscal.

A pesar de reportar 171.000 millones en ganancias el año pasado, Microsoft redirige recursos de salarios humanos hacia servidores y centros de datos. Analistas sugieren que la empresa ve la IA no solo como una herramienta técnica, sino como una estrategia contable para aumentar márgenes y financiar su expansión en el sector de la inteligencia artificial generativa.

El golpe emocional tras el algoritmo

Según encuestas internas, la moral en King está por los suelos. El descontento se agrava por el hecho de que algunos trabajadores han sido señalados por cuestionar decisiones de la dirección o mostrar oposición al uso excesivo de IA. Para muchos, la ironía de haber contribuido al sistema que los deja sin empleo ha sido emocionalmente devastadora.

“Esto no se trata de eficiencia real, sino de maximizar beneficios a toda costa”, dijo otro trabajador despedido. “La IA no debería reemplazar a los desarrolladores, especialmente si estamos en un proceso que requiere ciclos de retroalimentación humana constante. Necesitamos más manos, no menos.»

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Una industria en transición, ¿o en crisis?

La situación en King refleja una tendencia creciente en el sector tecnológico: la automatización de tareas creativas mediante IA, incluso en industrias que hasta ahora parecían protegidas, como el diseño de videojuegos. Lo que antes era una promesa de asistencia se ha transformado en una política de sustitución, generando alarma entre profesionales del sector.

Para muchos expertos, el caso plantea una pregunta inquietante: ¿quién posee el valor del trabajo, el desarrollador o el algoritmo que entrenó? Si los sistemas de IA se alimentan de la creatividad humana y luego prescinden de ella, ¿qué incentivos quedan para innovar? El riesgo no es solo laboral, sino también cultural: juegos sin alma, historias sin voces, niveles sin criterio humano.

¿IA como herramienta o como verdugo?

El caso King-Microsoft simboliza el momento exacto en que la promesa de la IA como ayuda se convierte en amenaza estructural. No es solo una cuestión de eficiencia o reducción de costes, sino de cómo las empresas eligen utilizar la tecnología: como herramienta colaborativa o como sustituto de la inteligencia humana.

En una industria creativa como el gaming, donde el diseño, la emoción y la narrativa son claves, la desaparición de quienes aportan humanidad al producto podría ser un boomerang comercial y ético. Automatizar la producción puede generar más contenido, pero no necesariamente mejores juegos. En el corto plazo, los beneficios aumentan. En el largo, el alma de los productos corre el riesgo de diluirse.

Microsoft y King han demostrado que pueden reemplazar empleados con IA. La pregunta ahora es si también pueden reemplazar su talento, su criterio, su pasión. Y si los jugadores —los verdaderos usuarios finales— notarán esa diferencia.

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