Despidos a velocidad de algoritmo: Por qué la IA podría provocar disturbios sociales

Alberto Noriega     16 diciembre 2025     4 min.
Despidos a velocidad de algoritmo: Por qué la IA podría provocar disturbios sociales

Expertos advierten que la IA podría destruir más empleos de los que crea en la próxima década, elevando el riesgo de inestabilidad social.

El avance acelerado de la inteligencia artificial está encendiendo las alarmas entre economistas y expertos en empleo. Profesores de escuelas de negocios y líderes financieros advierten que la destrucción de puestos de trabajo impulsada por la IA podría superar la creación de nuevos empleos durante los próximos años. A diferencia de anteriores olas de automatización, el impacto actual sería rápido, masivo y concentrado en trabajos cognitivos. El temor: que este desajuste desencadene una inestabilidad social comparable a grandes crisis económicas del pasado.

Un choque laboral sin precedentes históricos

Para Ekaterina Abramova, profesora de la London Business School, la diferencia entre la IA y anteriores revoluciones tecnológicas es fundamentalmente la velocidad. “Un solo modelo de IA puede desplazar miles de empleos cognitivos en múltiples industrias de la noche a la mañana”, explicó en declaraciones a Business Insider.

Mientras que la mecanización industrial del siglo XX sustituyó empleos de forma progresiva, permitiendo una adaptación gradual del mercado laboral, la IA generativa opera a escala digital. Su despliegue no depende de fábricas ni de infraestructuras físicas, sino de software que puede replicarse instantáneamente.

Este cambio altera una regla histórica clave: los mercados laborales toleran cambios pequeños y rápidos o cambios grandes y lentos, pero no grandes transformaciones que ocurren a gran velocidad. Así lo resumió Peter Orszag, CEO de Lazard y exdirector de la Oficina de Presupuesto bajo Barack Obama. “Los grandes choques rápidos son los que rompen el equilibrio social”, advirtió en CNBC.

Más despidos que oportunidades

Las cifras iniciales refuerzan estas preocupaciones. En 2025, más de 77.000 empleos tecnológicos han sido eliminados, y numerosas empresas han citado explícitamente la adopción de IA como factor clave en sus recortes de plantilla. A diferencia de anteriores ajustes cíclicos, muchos de estos despidos no responden a una caída de la demanda, sino a ganancias de eficiencia permanentes.

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Abramova anticipa que, sin una intervención fuerte, los despidos superarán a la creación de empleo durante los próximos cinco a diez años. El problema no es solo cuantitativo, sino cualitativo: los nuevos puestos vinculados a la IA suelen requerir habilidades avanzadas, formación técnica profunda o credenciales a las que muchos trabajadores desplazados no pueden acceder de inmediato.

El riesgo de un vacío económico

Este desajuste amenaza con crear un vacío peligroso. Menos empleo implica menor demanda de consumo, lo que a su vez frena la inversión y ralentiza el crecimiento económico. En ese contexto, la IA deja de ser únicamente una herramienta productiva para convertirse en un factor de inestabilidad macroeconómica.

Los expertos subrayan que el riesgo no es hipotético. El impacto ya se está sintiendo en sectores como la tecnología, las finanzas, la atención al cliente y el desarrollo de software, donde tareas que antes requerían equipos enteros ahora pueden automatizarse con modelos entrenados.

Los más vulnerables: trabajadores de entrada

El mayor impacto recae sobre los puestos de nivel inicial: desarrolladores junior, analistas, asistentes administrativos y personal de atención al cliente. Estos empleos han funcionado históricamente como puertas de entrada al mercado laboral cualificado, permitiendo adquirir experiencia y progresar profesionalmente.

La automatización de estas funciones plantea un problema estructural. Si los escalones inferiores desaparecen, ¿cómo se formará la próxima generación de trabajadores cualificados? Abramova advierte de un cuello de botella que podría dejar a millones de personas atrapadas en empleos precarios o fuera del mercado laboral.

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Ecos del pasado industrial

Para ilustrar el riesgo social, Abramova recurre a paralelos históricos. Uno de los más claros es el cierre masivo de minas de carbón en el Reino Unido en los años ochenta, que destruyó comunidades enteras prácticamente de la noche a la mañana. Aquella transición, mal gestionada, derivó en años de huelgas, polarización política y desestructuración social.

“La historia muestra que la tensión social emerge cuando el ritmo del cambio económico supera la capacidad de las instituciones para responder”, señala. El patrón se repite: pérdida de empleo concentrada geográficamente, ausencia de alternativas inmediatas y una sensación de abandono institucional.

Empresarios divididos sobre el futuro del trabajo

No todos los líderes empresariales comparten el mismo diagnóstico. Dario Amodei, CEO de Anthropic, y Jim Farley, CEO de Ford, han advertido públicamente del desplazamiento masivo de trabajadores de cuello blanco.

En el extremo opuesto, Jensen Huang, CEO de Nvidia, sostiene que la IA transformará los empleos existentes en lugar de eliminarlos, aumentando la productividad y creando nuevas oportunidades.

Una ventana de oportunidad que se estrecha

Para Abramova, ambos escenarios son posibles, pero el resultado dependerá de las decisiones políticas y empresariales tomadas hoy. Sin programas agresivos de recapacitación y sin incentivos claros para el uso de IA como herramienta de apoyo —y no de sustitución—, el escenario más disruptivo gana peso.

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