Europa pierde cada día 600 campos de fútbol de naturaleza y cultivos por la construcción

Europa pierde 600 campos de fútbol de naturaleza y tierras de cultivo al día por la construcción, según la investigación Green to Grey.
Una investigación del proyecto Green to Grey, liderado por The Guardian junto a socios europeos, revela que Europa pierde cada día el equivalente a 600 campos de fútbol de naturaleza y tierras agrícolas. Entre 2018 y 2023, 9.000 km² de suelo verde —un área del tamaño de Chipre— fueron sustituidos por carreteras, urbanizaciones, resorts turísticos e industrias, según imágenes satelitales analizadas con el apoyo del Instituto Noruego de Investigación de la Naturaleza (Nina). Turquía, Polonia, Francia, Alemania y Reino Unido encabezan la lista de países más afectados. El fenómeno plantea graves amenazas para la biodiversidad, la seguridad alimentaria y la salud de los europeos.
Un continente que se vuelve gris
El análisis revela que Europa pierde 1.500 km² de terreno al año, la mayor parte naturaleza (900 km²), pero también tierras agrícolas (600 km²). “El suelo perdido por la construcción es uno de los principales motores de la desaparición de la vida silvestre y de la caída de la biodiversidad”, explicó Steve Carver, profesor de áreas silvestres en la Universidad de Leeds.
La conversión no solo responde a necesidades básicas como vivienda o infraestructuras viales —que representan una cuarta parte de los casos—, sino también a lujos turísticos e inmobiliarios. La urbanización dispersa, los resorts exclusivos y las industrias de alto consumo están transformando el mapa del continente, consolidando una tendencia de pérdida acumulativa que, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, se agrava por la falta de control en pequeños proyectos dispersos.
Golf en dunas protegidas y marinas en humedales
En Portugal, el resort CostaTerra Golf and Ocean Club ha destruido cerca de 300 hectáreas de dunas protegidas en Melides, espacio Natura 2000, para construir un campo de golf que consume hasta 800.000 litros de agua al día. “Un proyecto turístico no puede considerarse interés público superior”, denunció Ioannis Agapakis, abogado de ClientEarth.
En Turquía, el humedal de Çaltılıdere, hábitat de flamencos, pelícanos y peces migratorios, fue sepultado bajo más de un km² de hormigón para una marina de lujo. La zona había sido desprotegida en 2017 tras una polémica votación local. Turquía lidera la clasificación europea con 1.860 km² de suelo natural y agrícola perdido en cinco años, más de una quinta parte del total continental.
Energía, industria y contradicciones verdes
No solo el turismo erosiona el paisaje. En Grecia, en las montañas Vermio, se desarrolla un gran parque eólico en un área definida legalmente como “sin carreteras”, lo que genera debate sobre los impactos de infraestructuras verdes en zonas de alto valor ecológico.
En Alemania, la expansión de la gigafactoría de Tesla cerca de Berlín implicó la tala de medio millón de árboles. Aunque la compañía defiende sus credenciales verdes, el proyecto muestra la contradicción entre la transición energética y la pérdida directa de ecosistemas.
Estos casos ilustran el dilema europeo: avanzar hacia la descarbonización y la competitividad global, mientras se sacrifica biodiversidad y suelo fértil, comprometiendo la resiliencia a largo plazo.
Una llamada de alerta para Europa
Entre 2018 y 2023, Polonia perdió más de 1.000 km², Francia 950, Alemania 720 y Reino Unido 604. En total, 30 países europeos analizados pierden espacios naturales y agrícolas, acelerando una degradación que pone en riesgo tanto el clima como la producción de alimentos.
La eurodiputada verde Lena Schilling lo resumió con contundencia: “Estamos literalmente cementando nuestro futuro. Cada bosque, campo fértil o ecosistema destruido por beneficio a corto plazo es una traición a las promesas hechas a los jóvenes”.
Si Europa continúa tratando la naturaleza como prescindible, advierten los investigadores, no solo fracasará en sus metas climáticas, sino que también socavará la seguridad alimentaria, la salud pública y la calidad de vida. La transformación de verde a gris se está convirtiendo en el rostro más visible de un continente atrapado entre la presión del crecimiento económico y la urgencia ecológica.
Además, el informe advierte que esta pérdida de suelo verde se produce en un contexto de crisis climática y alimentaria cada vez más evidente. Según la FAO, Europa ya importa cerca del 20% de los alimentos que consume, lo que hace que la reducción de tierras agrícolas aumente la dependencia exterior y la vulnerabilidad frente a las disrupciones globales. Paralelamente, la desaparición de espacios naturales implica la pérdida de sumideros de carbono y barreras naturales contra inundaciones, sequías y olas de calor, fenómenos que se intensifican con el calentamiento global. En otras palabras, la expansión urbanística no solo consume recursos presentes, sino que compromete la capacidad de resiliencia futura del continente.
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