Google vuelve a casa: uno de cada cinco ingenieros de ia contratados en 2025 ya trabajó allí

Alberto Noriega     18 diciembre 2025     5 min.
Google vuelve a casa: uno de cada cinco ingenieros de ia contratados en 2025 ya trabajó allí

Google ha recontratado en 2025 al 20% de sus ingenieros de IA como exempleados, en plena guerra global por el talento en inteligencia artificial.

En plena carrera global por dominar la inteligencia artificial, Google ha encontrado parte de su ventaja competitiva mirando hacia atrás. En 2025, aproximadamente el 20% de los ingenieros de software de IA contratados por la compañía ya habían trabajado antes en ella, una cifra inusualmente alta que refleja la feroz competencia por talento especializado. La estrategia se produce en un contexto de bonos millonarios, fichajes agresivos y una demanda de expertos que supera con creces la oferta. La guerra por la IA ya no se libra solo en modelos y datos, sino también en la memoria corporativa.

Del despido masivo al regreso estratégico

El fenómeno del “empleado boomerang” no es nuevo, pero su escala en el sector tecnológico sí lo es. Según datos de ADP Research, los trabajadores que regresan a antiguas empresas representaron el 35% de todas las nuevas contrataciones en marzo de 2025, el nivel más alto desde que comenzó el seguimiento en 2018. En el sector de la información, la cifra fue aún más extrema: casi dos tercios de las nuevas incorporaciones fueron exempleados.

En el caso de Google, esta tendencia está directamente vinculada a su mayor ajuste de plantilla reciente. A comienzos de 2023, Alphabet recortó 12.000 puestos de trabajo, alrededor del 6% de su fuerza laboral, en respuesta a la desaceleración económica y a la inflación. Aquella decisión creó, sin proponérselo, una cantera de talento altamente cualificado, ahora crucial para el giro estratégico de la empresa hacia la IA.

John Casey, responsable de compensación de Google, explicó en una reunión interna —según audio revisado por CNBC— que muchos de estos ingenieros están regresando atraídos por la capacidad financiera y la infraestructura computacional de la compañía. En el desarrollo de modelos avanzados de IA, el acceso a chips, centros de datos y presupuesto ya no es un complemento: es una condición básica para competir.

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Infraestructura antes que salario

Aunque los salarios y bonos siguen siendo elevados, la clave no siempre está en el cheque. A diferencia de startups o laboratorios más pequeños, Google ofrece escala inmediata: grandes volúmenes de datos, supercomputación y la posibilidad de trabajar en sistemas desplegados a nivel global. Para muchos investigadores, eso pesa más que un título rimbombante o una participación accionarial.

Este contexto explica por qué Google ha logrado recuperar talento incluso después de haberlo despedido. La lógica del mercado laboral de la IA es distinta: los ciclos son rápidos, las lealtades más fluidas y el conocimiento específico extremadamente valioso. Volver a una empresa conocida reduce fricciones, acelera la productividad y permite reinsertar rápidamente a perfiles clave en proyectos críticos.

Una industria en modo “fichaje total”

La estrategia de Google no ocurre en el vacío. Microsoft ha fichado a más de 20 investigadores procedentes de DeepMind, el laboratorio de IA de Google, incluyendo a Amar Subramanya, exvicepresidente de ingeniería de Gemini. Al mismo tiempo, Meta ha elevado la apuesta hasta niveles sin precedentes: según Sam Altman, CEO de OpenAI, la empresa de Mark Zuckerberg ha ofrecido bonos de contratación de hasta 100 millones de dólares a empleados clave.

La guerra por el talento se ha convertido en una carrera armamentística, donde perder ingenieros puede significar perder años de ventaja tecnológica.

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El regreso tras el “momento ChatGPT”

Google ha intensificado su ofensiva en IA tras un arranque dubitativo frente al lanzamiento de ChatGPT a finales de 2022. Aunque la compañía contaba con avances punteros desde hacía años, la percepción pública y de mercado fue que reaccionó tarde. Desde entonces, la estrategia ha cambiado de forma drástica.

En noviembre de 2025, Google presentó Gemini 3, su modelo más avanzado hasta la fecha, elogiado por analistas por su capacidad multimodal y precisión factual. El mercado respondió con entusiasmo: las acciones de Alphabet acumulan una subida superior al 60% en 2025, superando ampliamente a muchos de sus competidores tecnológicos.

Cuando el fundador vuelve a reclutar

El giro estratégico también tiene un componente simbólico. Sergey Brin, cofundador de Google, regresó activamente a la compañía en 2023 y, según fuentes cercanas, ha contactado personalmente con posibles reclutas. Su implicación directa subraya hasta qué punto la IA se ha convertido en una prioridad existencial para la empresa.

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Uno de los retornos más llamativos fue el de Noam Shazeer, investigador clave en modelos de lenguaje, que volvió a Google en agosto de 2024 tras fundar Character.AI. El regreso se cerró mediante un acuerdo de licencia valorado en 2.700 millones de dólares, una cifra que ilustra hasta dónde están dispuestas a llegar las grandes tecnológicas para asegurar talento estratégico.

El valor de la memoria corporativa

Más allá de la escasez de perfiles, la recontratación masiva responde a una lógica operativa: los exempleados conocen los sistemas, la cultura y las limitaciones internas. En proyectos de IA de gran escala, donde cada mes cuenta, esta familiaridad puede marcar la diferencia entre liderar o quedar rezagado.

Además, el regreso de talento envía un mensaje interno y externo: Google no solo puede perder ingenieros, sino también recuperarlos. En un mercado hipercompetitivo, esa capacidad de “reabsorción” se convierte en una ventaja estratégica frente a empresas que queman puentes tras los despidos.

Un mercado laboral sin precedentes

Nunca antes un grupo tan reducido de profesionales había concentrado tanto poder económico y estratégico. La IA ha creado un mercado laboral de élite, donde los ingenieros no solo escriben código, sino que definen el rumbo de industrias enteras. En este contexto, las decisiones de contratación ya no son solo recursos humanos: son política corporativa de alto nivel.

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